Prólogo

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En un enorme bosque más denso que la sangre, los enormes árboles se elevaban en lo alto hasta casi tocar las nubes. La fauna y flora resplandecía por el lugar, y a pesar de los enormes árboles, débiles rayos de sol se internaban en el bosquejo, alumbrando sitios en específico y dándole un toque mágico al lugar por las casi visibles partículas de polvo flotando al rededor.

El silencio del bosque era opacado por el canto de las aves, ardillas buscando comida e insectos haciendo su labor del día, el sonido de patas chocando contra la tierra y musgo inundó el lugar. Unas fuertes patas corrían por el bosque de manera rápida, enérgica y casi divertida. Un enorme lobo negro apareció entre los arbustos frenando en seco sus corrida, su respiración era acelerada y miraba a los lados en busca de algo. Su nariz se sacudió y sus orejas revolotearon, sus ojos dorados analizaron su alrededor de forma meticulosa, brillando con naturalidad y destacando entre su pelaje oscuro, haciéndolo ver intimidante y poderoso.

Agachó su cabeza al suelo, olfateando con calma, buscando un rastro que se perdía entre el olor del bosque. Gruñía con molestia y caminaba débilmente alrededor de su eje. Parecía molestarse conforme pasaba los minutos y su cola moviéndose de un lado a otro de manera lenta indicaba su frustración.

De pronto, un lobo de igual tamaño pero con un pelaje marrón apareció de la nada atacando al negro. El lobo negro gruñó hacía el marrón al sentir su peso sobre sí y como rodaban en la tierra, el marrón solo se dedicó a buscar la oreja del lobo contrario y morderla con sutileza mientras su cola se movía de un lado a otro rápidamente.

El lobo negro gruñó fuertemente, asustando al recién llegado. <<Miguel, quítate de encima>>

<<Te gané~>> El lobo marrón movió su cola más rápido lamiendo la cabeza del lobo bajo de él, le divertía mucho la situación. <<Otra vez>>

El lobo negro rodó los ojos y empujó con sus matas traseras a Miguel, quitándoselo de encima y levantándose con dificultad. Sacudió su pelaje y le gruñó al lobo marrón cuando intentó acercarse a él, Miguel bajó sus orejas pero su cola seguía moviéndose de un lado a otro.

<<No sé porque sigo jugando estos estúpidos juegos contigo>>

<<Porque me quieres>> Miguel subió sus orejas y mostró su lengua con diversión, sus ojos marrones brillaron y se expandieron en su retina. El contrario se dedicó a rascarse la oreja con la pata trasera sin prestarle atención. <<Y porque papá te obliga a jugar conmigo, Marco>>

<<Ni que fueras un cachorro>> Marcó le mostró los dientes en molestia, pero Miguel no le importó. Se lanzó encima de su hermano otra vez regresando al suelo, está vez para lamerle la cara con rapidez. Marco se removió bajo suyo lanzando gruñidos. <<¡Basta! ¡Déjame en paz, imbécil!>>

Un tercer gruñido los alertó, se separaron al notar que no se encontraban solos. Un enorme lobo de pelaje marrón pero un poco más opaco posaba frente a ellos con perfil tranquilo, parado sobre una roca cercana que lo hacía destacar. Su mirada oscura recorrió al par de lobos frente de sí con tranquilidad. <<No insultes Marco>>

<<¡Él empezó!>> Gruñó hacía su hermano quién seguía con la legua afuera y su cola moviéndose de un lado a otro, sentado sobre sus patas traseras, viendo con interés al lobo recién llegado.

<<Eso ya no importa>> El lobo que se notaba mayor que los hermanos, bajó de la roca y se acercó a los menores. <<Deberían estarse preparando para sus nuevos puestos, cachorros>>

El Cazador 🐺 Higuel 🐺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora