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Ephona mira a una sonriente Eluras, la luz del sol hiere los adormecidos ojos de la morena que le sonríe antes de dejarla pasar al interior.

-¿Estás lista? Iremos a dar un paseo por el pueblo, además el Consejo de Ancianos quiere conocerte. -la morena abre la boca para preguntar pero Eluras la corta levantando la mano lentamente- El Consejo de Ancianos son, por explicarlo de alguna manera, los líderes de este refugio. Ellos hacen asambleas públicas cuando algo de carácter público, es decir, que todos estamos presentes y podemos participar; un hecho importante es que no se sabe quiénes son. Ellos están protegiendo el refugio mucho antes de que todos nosotros, llevan grandes túnicas que ocultan su rostro.

-Primero que todo quiero darte las gracias por los vestidos que me has traído esta mañana. Además de que Dégora me ha traído el desayuno adecuado, ya sabes... por mi don no puedo comer nada de procedencia animal. Me ha dicho que esta tarde me tendrías que acompañar a su casa a algo que sinceramente no recuerdo.

Las dos mujeres se ríen puesto que las dos saben lo mucho que habla la alegre pelirroja. Malek abre la puerta asustando a las dos mujeres antes de ver como el hombre deja varios pantalones y camisas sobre su cama.

-La pareja de Dégora me los ha regalado y he decidido dejarlos aquí antes de que se manchen; además les han notificado que hoy por la noche hay reunión para darnos la bienvenida a los nuevos integrantes.

-Perfecto. Vamos a dar un paseo por el pueblo ¿Vienes con nosotras? -la morena realiza esta pregunta viendo la mirada inquisitiva de su amigo-.

-En otro momento, ahora va a haber una reunión entre los de mi raza dentro de unos minutos, según me dijo un de mi especie, es un ritual de iniciación en la comunidad. -las palabras de su amigo la asuntan, por lo que él decide relajarla- Tranquila es algo ceremonial, nada peligroso. Cuando todo termine te buscaré para comentar todo.

-Perfecto -Ephona sonríe ante la retirad a su amigo que se encuentra nervioso por la iniciación sabiendo que todos los presentes sabrán su historia nada más que se transforme. La maldición de los Morfoes-.

Las dos mujeres salen de la casa conversando tranquilamente mientras caminan por todo el pueblo lleno de vida, niños corriendo y jugando, personas conversando en los pórticos de sus casas, hombres que transportan grandes cestos llenos de verduras y coloridas frutas. Todo en perfecta armonía.

Eluras la guía por un pequeño sendero que se adentra en el bosque de cerezos y almendros en flor.

-Tengo que enseñarte un ungüento hidratante que sé hacer con almendras. Lo utilizo para cicatrices que resecan la piel. Además de que sirve para jugar con tu pareja... -la sonrisa pícara se forma en la cara de la rubia-.

-Sabes que no tengo pareja, al menos que tenga y no lo sepa -ella se ríe ante sus propias palabras olisqueando el dulce olor de los almendros-.

-Mira el caso de Dégora, el deber se convirtió en amor. Desde eso pienso que todo es posible.

-Pensé que tenías pareja... ¿Cuál es tu don?

-Mi don es poder curar a la gente; es algo extraño es como si ya supieras todo lo que le pasa.

-Te entiendo perfectamente, el mío también es algo intuitivo, además de que he empezado a diferenciar el tipo de mentes; -ante la mirada extrañada de la rubia decide puntualizar- la sensación de entrar en la mente de un animal es diferente ante la de un Morfoe, a eso me refiero.

Las dos mujeres caminan por el poblado confesándose mutuamente las cosas por las que han pasado, sin darse cuenta entre ellas se está empezando a forjar una bonita amistad. Tras varios minutos pensando en si la pregunta sería adecuada Ephona decide lanzar la pregunta del millón.

Xanas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora