Xanas

06

Ephona corre sin dirección alguna alejándose de la batalla lo máximo posible, los aullidos de dolor en el fragor de la batalla se hacen cada vez más tenues en cuanto asciende, un par de metros, hacia la cima de una escarpada, y moribunda, montaña.

La gravilla de la montaña castiga sus desnudos pies, los ruidos de varios pasos corriendo hacia ella le hacen correr pendiente arriba. Sobre ella sobrevuela una gran águila real avisando a sus perseguidores de su posición. Ella mira hacia el animal intentando sentir su receptiva mente, pero ipso facto un gran dolor le recorre todo el cuerpo haciéndola gritar a causa, sobre todo, del insoportable dolor en la cabeza.

Sus gritos llegan a los oídos, tanto de sus captores como de varios Hijos de Ares encargados de la vigilancia de la frontera más al norte. Los dos rubios corren hacia la fuente de los gritos encontrándose a la voluptuosa mujer arrodilla en la gravilla ocultando su cabeza entre sus manos mientras murmura algo inteligible para ellos.

Los acuosos ojos marrones de la mujer ojean a los dos presentes dejando escapar las lágrimas, la cuales resbalan por sus mejillas; su tembloroso brazo derecho se alza señalando al bosque, esta acción desconcierta a los dos soldados hasta que de este surge un gran lobo negro que les gruñe enseñando sus ensangrentados dientes blancos.

La petrificada mujer se alza débilmente intentando escalar hacia un lugar más seguro fracasando al resbalar clavándose las afiladas piedras en rodillas y piernas.

La sangre tiñe de rojo las polvorosas piedras y el blanco vestido de la morena, su débil cuerpo se desploma sobre las piedras haciendo que el Doker vea la oportunidad perfecta para lograr su objetivo.

Una sombra se cuela entre los primeros árboles contemplando la impactante escena, la encapucha mujer alza sus manos dejando la palma apuntando a la joven Xana mientras murmura ciertas frases inteligibles por nadie de los presentes. Una energía extraña se apodera de Ephona recobrando todas sus energías de forma misteriosa, levantándose como si nada hubiera pasado; sus ojos completamente blancos y sus manos estiradas enseñando las palmas al rabioso lobo que frena su ataque a uno de los hombres contemplando la extraña energía que desprende su presa. El pelo de la mujer se eleva a su alrededor al momento que empieza recitar, en susurros, palabras completamente desconocidas; Doker siente como algo se apodera de él debilitándolo hasta tal punto que un hilo de sangre se desliza por el labio superior, desde la nariz. Al notar esto mira asustado hacia los lados buscando una salida, pero sus patas no le responden ni obedecen, la sensación de que algo está presionando su cabeza, aplastándola hasta que un gran chasquido se oye junto a un pequeño chillido de dolor desplomándose complemente inerte.

La misteriosa mujer encapuchada baja sus manos dejando de susurrar las desconocidas frases alejándose como alma que lleva el diablo del lugar, haciendo que Ephona se desplome en el momento que ella se camufla en el bosque.

El cuerpo de la mujer es llevado, con cuidado, hacia la casa de Dégora la cual está esperando la anunciada llegada por una de sus espontaneas visiones. La pelirroja abre la puerta abruptamente mientras avisa a sus guardias de la llegada de Ephona y la futura llegada de Kenneth y John.

Delicadamente posan a la joven Xana en una de las camas sobrantes, cubriéndola con dos mantas de pieles. La anfitriona coloca una silla al lado de la durmiente mujer acariciando su oscuro cabello, no sin antes limpiar concienzudamente las heridas de las rodillas y las piernas; a la media hora de dejar a Ephona sola descansando la puerta de la casa de la mujer se abre dejando paso a unos preocupados lobos, los cuales intenta tranquilizar asegurando que todo tendrá explicación cuando les cuente la, por fortuna, acertada visión.

Dégora mira con una sonrisa en la cama como Kenneth lleva sentado horas cuidando de Ephona durante horas sin despegarse de ella, unos pasos a su espalda le informan que John ha vuelto de la hora de la comida, el cual se une a contemplar la bella escena delante de ellos.