Capítulo 5

40 2 0
                                    

Al fin!

Después de tres horas! Tres malditas puñeteras horas! Termine mi ardua labor.

Esa perra me había puesto a trabajar como si fuera su sirvienta! Que se creía?!

Dios como la odiaba! Por mi se podría ir al infierno.

Una madre no trata a sus hijos como basura. No!

Una madre les quiere, les da cariño, les da su tiempo, los alientan a ser mejor cada día... No a arruinar su vida!

Lo peor de todo es que no podía decirle nada. Nada!

Debía tragarme todo.

Me encontraba tirada en mi cama. Viendo mi techo, normalmente eso me tranquilizaba por una sencilla razón, y esque, tenía pegados todos y cada uno de los dibujos que más me habían gustado, no eran de esos peculiares que daban miedo y... Nose pero no... Estos eran especiales pues eran de los únicos momentos en lo que había sido feliz, en lo que había sonreído, en los que había olvidado quien era yo, en los que realmente podía disfrutar.

No eran muchos claro esta pero eran los suficientes para recordar que aún tenía um grano de esperanza, y no lo planeaba tirar.

Dicho grano lo mantenía guardado en un pequeño, pero muy pequeño frasco, ovalado, con la tapa baja plana de color crema y la tapa de arriba de una forma redonda, todo transparente.

Recuerdo el día en que lo guarde.

Fue un día único, porque fue el último día en el que volvimos a ser una familia feliz.

Mi padre nos había llevado a las islas negras, que esta en Hawai'i, como disculpa por estar tan atrajeado con el trabajo.

Mi padre tenía esta gran compañía de edificios. El se encargaba de crear más de estas pilas de cemento, ladrillo, vidrio, cerámica... Lo que sea me vale un bledo.

Durante todo un año fue casi imposible ver a mi padre y mucho menos hablarle; se hiba de viaje, se mantenía hasta ardua horas de la noche en el trabajo o incluso, llegaba en la madrugada.

Mi padre era un hombre honesto, justo y trabajador. Se esmeraba en todo y era perfeccionista, no aceptaba un no por respuesta, y era por eso, que yo lo creía mi héroe.

Un día el llegó.

No tarde, ni en la noche, mucho menos en la madrugada.

Llegó ese mismo día, temprano, con un deje de orgullo.

Nos abrazó a mi y a mi hermano, nos llevó a la sala y llamó a mi madre.

Una vez que estuvimos todos juntos él se paró y nos miro a todos.

-Lamentó no haber estado presente con ustedes todo el año como se supone que debería estar un padre con su familia- dijo él- se que me he comportado como un ogro e incluso peor y les pido que me perdonen. Tal vez las palabras no sean suficientes y es por eso que se los rencompensaré de una forma. Aunque claro... Eso no sera ni en un millón de años igual que los recitales de Alice, o... Los campeonatos de Ed, o... Las cenas en familia pero es una forma ee pedir disculpas.

En ese momento mi padre nos mostró los boletos para Hawai'i.

Nos pasamos todas las vacaciones en las islas de Hawai'i.

Fuimos a Honolulu, Oahu, Maui, Molokai y terminamos en la Gran Isla (Hawai'i), donde pasamos nuestro último día en las islas negras.

Mi padre nos tomó fotos a todos, individual y en familia, jugando, admirando y durmiendo.

-Recuerden este día- nos gritó a nosotros- por que nunca se sabe cuando vuelva a haber un día tan perfecto como este.

En ese momento empecé a llorar.

No quería irme de este magnífico lugar, quería quedarme para siempre y vivir con mi familia entre esta gente tan agradable.

Quería seguir siendo feliz, quería que mamá me levantará con sus besos.

Quería que mi hermano me llevará a todos lados.

Quería que papa me abrazara y me dijera que era su princesa.

Pero sabía muy en el fondo que por esas palabras todo cambiaría.

Mi padre se dirigió hacia mi y me cargo entre sus brazos, me dio un beso en la mejilla y luego me susurró- Venga Alice, no estés triste, debes mantener siempre aunque sea un granito de fe y esperanza. Volveremos algún día y verás que nada habrá cambiado.

Recuerda que siempre serás mi princesa.- dicho eso me abrazó como nunca antes. Luego me dio un granito de arena negro- este es tu granito de arena. Guardalo y mantenerlo siempre contigo-

Pero no fue así.

Jamás volvimos.

Jamás me volvió a abrazar y a cargar como esa vez.

Jamás me volvió a decir que era su princesa.

Jamás me volví a despertar por los besos de mama.

Jamás volví a dar un paseo con mi hermano.

Y jamás volví a ser realmente feliz.

Mi vida, mis problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora