Blue Shadow •[TERMINADA]•

Etapa 5: Una cena tensa

Las noticias corrían como la pólvora por los suburbios. Blue Shadow había recibido una invitación del mismísimo Gran Adriano, gobernante supremo del país, para cenar.

Viveka era muy consciente de que algunas personas ya la tildaban de traidora sin saber siquiera todos los detalles. Ella sabía que estaba relacionado con sus recientes incursiones para rescatar a niños de los mismos experimentos que habían hecho con ella, a pesar de que no se hacía mención a ello en la misiva.

Shana y Sebastian se subían por las paredes desde que había anunciado que asistiría a la cena. Decían que era peligroso, que podría querer envenenarla. Pero peor sería si no se dignaba en aparecer por allí. Poco importaba si debía ir sola.

Cuando estuvo preparada, no con vestidito ni traje, sino su ropa de Blue Shadow, tal como la conocía todo el mundo, llegó una limusina negra de cristales tintados que la llevó hasta la mansión de Adriano.

Él la esperaba todo trajeado en el suntuoso recibidor, con gesto serio y acompañado de un séquito de sirvientes que desaparecieron en cuanto los dos estuvieron sentados frente a frente en el comedor, con tres metros de exquisiteces entre ellos.

Casi una hora después de llegar, todavía no se habían dirigido la palabra. Ni se habían saludado al encontrarse en el recibidor.
Adriano fue quien, tras engullir un filete entero y parte de otro, comenzó la conversación.

—Como imaginarás, no estás aquí solo para degustar el solomillo a la miel con queso calavera.

La joven se ajustó la pieza de tela negra que le cubría el cuello y cruzó una pierna sobre otra bajo la mesa, molesta.

—En realidad me preguntaba si podría pedirlo para llevar —contestó con todo el sarcasmo que la situación le permitía. Su plato estaba intacto y así iba a seguir, especialmente el queso.

El hombre la fulminó con la mirada.

—Iré al grano. Espero por tu bien y el de toda la gente que te importa que dejes de interferir en las investigaciones de mis científicos.

Una carcajada de incredulidad retumbó en las paredes y las luces parpadearon con destellos azulados.

—¿A eso llamas investigación? ¡Es prácticamente tortura!

—Como decía —Gran Adriano la ignoró y se metió un trozo de carne cubierto de aquel repugnante queso en la boca— deja de crear problemas. No pienso permitir que nadie se interponga en mi meta de unificar a todo el planeta bajo mi mando, ni siquiera tú.

—¿Me estás amenazando?

—Sí.

Las luces parpadearon todavía más y una lámpara explotó a pocos metros de Viveka. Se puso en pie con violencia, tirando la silla en el proceso. Tenía las manos cerradas en puños y de estas emanaban chispas azuladas.

—Ha sido una charla interesante, pero tengo cosas que hacer.

—Recuerda lo que te he dicho, Viveka.

Esas palabras se mantuvieron en su cabeza en todo el camino de vuelta en la limusina. Aquel hombre pretendía convertirse en el amo y señor del mundo entero. Pero no pensaba ponérselo nada fácil.