9. Erase una vez

264 16 1
                                    

Mi plan consistía en sentarme con mi espalda en contra de la enorme columna por todo el rato que fuera necesario, y luego… bueno, en realidad eso es todo lo que he pensado como parte de mi plan.

Han pasado cinco horas desde que fue anunciado esto como la primera prueba, nada se nos ha sido entregado aun, ni comida, ni agua, ni nada. Ni siquiera nos han dirigido una palabra desde entonces.

Algunas personas han formado una especie de amistad con otras. No tomó mucho tiempo para que se reunieran en grupos y empezaran a hablar entre sí, otras no se han movido del lugar en el que estaban al llegar. Yo formo parte del segundo grupo, no me molesto en levantarme o en entablar conversación con un desconocido, no vine a hacer amigos, mi única misión es salir de aquí con vida.

Pasan los minutos y nada cambia hasta que una chica termina de hablar con un guapo joven, se levanta y empieza a caminar hacia mi dirección. Se sienta a unos centímetros de mí, apoyándose en contra de la misma columna.

Me gustaría decirle que se vaya, que esta columna es mía y de nadie más, pero eso realmente no tendría sentido, además, el hecho de que se haya sentado aquí no significa que su deseo sea hablar conmigo.

—Hola —me dice sin dejar de mirar al frente, y entonces cualquier esperanza que antes tenía de que yo no le importara, se ve esfumada.

—Hola —le respondo.

— ¿Ves a ese chico de allí? —señala hacia el joven con el cual se encontraba charlando. Asiento mas no respondo—. Es un verdadero dolor en el trasero.

— ¿Entonces por qué hablabas con él? —le pregunto fingiendo interés.

— ¿Acaso no has hablado alguna vez con alguien molesto solo porque es lindo? —No espera mi respuesta—. Porque yo sí, pero me estaba empezando a cansar, así que pensé: Hey, que tal si me levanto de aquí y voy a hablar con esa chica que parece muy sola y aburrida.

— ¿Y así llegaste aquí?

—Y así llegué aquí —afirma.

Al fin se da la vuelta y me da su completa atención, estira su mano hacia mí y me veo a mi misma forzada a tomarla. Su cabello es rubio, cae en un corte desigual a centímetros debajo de sus hombros, sus ojos son azules y están sonriéndome.

—Soy Roxana, pero si alguna vez me llamas así te haré daño, y lo digo en serio, puedes decirme Roxy.

Frunzo el ceño ante su presentación.

—Scarlet —enarca una ceja esperando que continúe—. Realmente no se que más decir, no te conozco.

—Aun —agrega—. Estaba esperando que pudiéramos cambiar eso.

—No me agradas.

—No te preocupes, yo tampoco me agrado, ¿aunque nadie te enseño que las evaluaciones apresuradas no deben hacerse?

—Bueno ¿dejas que haga una evaluación rápida para decirte que eres rara?

—No siempre lo común es bueno —nos sentamos en silencio por un  par de minutos—. Scarlet ¿cierto?

—sí.

—Esto es sumamente extraño ¿no lo crees?

Quizás lo crea, pero no le digo nada.

—Se que te parecerá extraño que llegara así como así, pero no siempre es bueno estar solos en este tipo de cosas —la miro, y ella me está mirando, seriedad en sus ojos, en todos sus rasgos—. Si no quieres mi ayuda, bien, solo dilo y me iré, pero no me andes buscando cuando te arrepientas luego.

Vampire TestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora