Nuevo vecino

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+ ¿Y tú quién eres?

Su pregunta me sacó del estupor, me había quedado en blanco, lo que menos me esperaba era que me abriera la puerta una chica en bragas.

+ ¿Vas a decir algo o qué?

Vi cómo me miraba de arriba abajo con una cara poco apreciativa. Frankie empezó a gruñirle y tuve que darle un tirón a  la correa para que parara, es verdad que la chica había sido grosera, pero mi perro no tenía por qué ponerse a su nivel.
Me estaba sintiendo bastante incómoda y juzgada, y al final yo solo venía aquí a modo de cortesía, lo mejor era acabar cuanto antes con esto.

- Perdón, soy la nueva vecina de al lado venía a present

Antes de que pudiera acabar la frase apareció en la puerta un chico de pelo castaño y ojos marrones.

+ Hola, ¿hay algún problema? - dijo él.

Le miré mientras decía esto y me di cuenta que estaba sin camiseta. ¿Qué le pasa a esta gente con la ropa? El chico se me quedó mirando de arriba abajo igual que hizo la chica con la diferencia de que en su cara se podía vislumbrar que le gustaba lo que veía, genial, le daba una foto y acabábamos antes. Cada vez tenía más ganas de acabar con esto.

- Perdón por molestar, soy la nueva vecina venía a presentarme.

Al chico le salió una sonrisa en la cara, la verdad que parecía adorable así.

+ Oye Sheila, ¿por qué no vas a vestirte? Se está haciendo tarde-dijo el chico sin apartar los ojos de mi cara.

La chica, que ahora sabía que se llamaba Sheila, le miró con cara de desaprobación pero se metió dentro de la casa aún así, y el chico pasó a ocupar toda la puerta.

+ Yo soy Flavio tu vecino, Sheila solo está aquí de paso, ya se iba.

La verdad, que tenía pinta de no haber roto un plato en su vida, pero su actitud denotaba otra cosa. Cada vez me estaba arrepintiendo más de haber venido a saludar

- Eeeeeh, está bien. Bueno, yo no quería molestar, venía a traer esto y a pedir perdón por adelantado por los problemas que pudiera ocasionar este pequeñín, con la mudanza está bastante nervioso y no para de ladrar - dije señalando a Frankie con la cabeza mientras le tendía el bizcocho a Flavio.

Flavio miró a Frankie mientras me quitaba el bizcocho de la mano y se agachó a acariciarle la cabeza.

+ Ey pequeño que pasa, ¿te gusta tu nueva vida?

Estaba sonriendo y se le achinaban los ojitos, joder, era mono, eso no se le podía negar, y la verdad que la falta de camiseta no hacía otra cosa más que reforzar esa idea.

+ ¿Cómo se llama?

-Frankie, se llama Frankie.

+ Hola Frankie, parece ser que vamos a ser vecinos.

Mi perro empezó a lamerle la mano y mover el rabo como si le conociera de toda la vida, perro traidor, pensé que estabas de mi lado.

Mientras Flavio seguía acariciándole, Sheila salió por la puerta ya vestida con una minifalda negra, y un top de lentejuelas y obviamente, unos buenos tacones. Salió por la puerta mientras se giraba para ponerse delante de mí y abrazar a Flavio, el cual se estaba levantando del suelo.

+ ¿Me llamarás, bebé? - dijo ella mientras hacía unos pucheros con la boca y se restregaba contra su pecho.

Super sútil, pensé yo.

+Eh, si por qué no, ya veremos - contestó él.

Se le veía un poco incómodo mientras se separaba de ella. Sheila, ante esta situación, frunció el ceño y se dio media vuelta empujándome el hombro sin ningún tipo de cuidado mientras se dirigía al ascensor dedicándome una última mirada de desprecio.
Pero ¿qué le pasaba a la estirada esa conmigo? Si era habitual por aquí, esperaba no volver a encontrármela.
Noté como Frankie empezaba a ponerse nervioso queriendo salir ya a la calle, me arañaba las piernas y tiraba de la correa lo que me dió la excusa perfecta para salir de aquella situación.

- Bueno, yo ya me voy, solo venía a eso, siento si he interrumpido algo. Encantada Flavio - le dije con una sonrisa más bien falsa que no me llegó a los ojos.

Me di la vuelta encarándome hacia las escaleras. No había bajado ni dos escalones cuando oí que me llamaba.

+ ¡Oye! ¡Oye chica! - dijo él apoyado con los brazos cruzados en su puerta.

No pude evitar que mis ojos recorrieran sus brazos tonificados que no había notado hasta ahora y mi escaneo siguió subiendo por su cuello, su mandíbula y sus labios hasta que llegué a los ojos y vi
vi como le salía una sonrisa pícara. Me había pillado haciéndole un repaso en toda regla.
Sentí como mi cuerpo se calentaba y me ponía roja y lo peor, es que por su cara de superioridad él también lo notaba.

- ¿Qué quieres? - dije con la voz más firme que pude encontrar.

+ Quería agradecerte por el bizcocho ya que no me has dado oportunidad, pero sobre todo, me gustaría saber el nombre de a quien voy a tener de vecina.

Oh claro, al final con tanto jaleo no me había ni presentado. Genial, ahora encima había quedado como una tonta, esto solo mejoraba por momentos.

- Cierto perdona. Soy Samantha, pero todo el mundo me llama Sam.

Volví a darle la espalda y seguí bajando las escaleras.

+ Nos vemos, Samantha.

Seguidamente, el sonido de una puerta que se cierra llenó el pasillo.

No le vi la cara cuando se despidió, pero apostaría lo que fuera a que estaba sonriendo cuando lo dijo.

Casualidad o destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora