Inspiración

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Flavio

Me desperté un poco desorientado. Miré el reloj y vi que eran las 8 de la mañana todavía. Escuché el origen de mi despertar al otro lado de la pared: el perro de mi vecina. Me quedé un rato mirando el techo cuando vi por el rabillo del ojo como Rubio, mi gato, entraba por la puerta y saltaba sobre la mesa tirando en el proceso la libreta que usaba para componer.
¿Me estaría mi gato queriendo decir que levantará mi culo de la cama y me pusiera a trabajar? Posiblemente no, y solo tuviera hambre, pero me dio el empuje que necesitaba para seguir con el plan que había elaborado ayer.

Eché de comer a Rubio y me metí en la ducha para despejarme. La verdad que no sabía muy bien como manejar aquella situación; nunca se había visto sin inspiración, normalmente las cosas fluían solas pero últimamente no estaba siendo el caso.
Cuando se lo comenté a mi amigo Gérard, su solución fue que tenía demasiado estrés encima y que lo suyo era ir a tomar unas copas un miércoles por la noche. Y así fue como acabé a las 5 de la mañana con una chica que acababa de conocer, en la cama. No es que fuera algo no habitual, y tampoco se quejaba, pero no había ayudado ni un poquito a su bloqueo mental.

Salí de la ducha con una toalla en la cintura y comencé a afeitarme. Bueno, si es que se podía llamar afeitarse a quitarse la pelusa que tenía por barba. La verdad que tenía un poco cara de niño, sobre todo sin gafas, lo cual desentonaba totalmente con su tono de voz. No se quejaba, le encantaba su voz, le hacía diferente, pero ya estaba acostumbrado a las caras de asombro de la gente cuando alzaba la voz mínimamente. Si hablaba normal incluso podía pasar desapercibida aquella voz tan peculiar, pero no era lo habitual.

Terminé de arreglarme y decidí ir a desayunar fuera. Cogí la libreta, un boli y salí con la mentalidad de volver con algo desde lo que partir para componer un nuevo tema.

Cogí el metro para ir a Callao, puro centro de Madrid, y desayunar en el mirador que hay encima del Corte Inglés.

Una vez allí me pido un café y un croissant; observando las vistas de Madrid desde arriba abro la libreta cojo el boli y me quedo mirando fijamente el papel.
Los minutos pasaban, el café se enfriaba y la página abierta de la libreta seguía en blanco.
Eché un vistazo alrededor de la terraza, había familias con niños, parejas haciéndose fotos con las vistas detrás, un par de amigos poniéndose al día, gente trajeada hablando tranquilamente y él, el único sentado solo con la única compañía de una libreta y un boli que de poco le estaban sirviendo. Dejando los pensamientos negativos un poco aparte, empezó a dibujar la silueta de los edificios de Madrid mientras se terminaba el café. Realmente, ni si quiera le estaba gustando cómo le estaba quedando el dibujo, pero era lo único que le apetecía en ese momento.

Saqué el móvil para comprobar los mensajes que no había mirado desde ayer por la noche. Y excepto un par de mensajes de su hermana, era lo mismo de siempre. Mensajes de Gérard, de su jefe, de Maialen, que era una chica con la que llevaba trabajando un tiempo y se llevaban bastante bien y de su grupo de amigos, nada destacable la verdad. Respondí los mensajes de trabajo y decidí que ya había tenido suficiente de perder la mañana. Quizá no estaba inspirado para componer, pero eso no significaba que tuviera que perder todo el día.

Le envié un mensaje a Gérard diciéndole que se viniera a tomarse unas cervezas a mi casa y pasábamos el rato. Cualquier cosa para intentar distraerse.
Mientras contestaba, pensé en volver a casa y limpiar el piso. Mientras estaba en el metro, Gérard me respondió y me dijo que genial pero que tenía un proyecto nuevo entre manos y tenía que finalizar unas cosas esa tarde, que cuando terminara vendría directo a mi casa.

Un proyecto nuevo, este chico siempre tenía cosas nuevas en la cabeza. La verdad que en estos momentos sentía bastante envidia de él, no me malinterpreteis, me alegraba mucho por él, pero viendo que yo llevaba estancado una buena temporada la frustración que había sentido ayer, me llegó todo de golpe. ¿Por qué parecía que era el único que no avanzaba en su vida?

Casualidad o destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora