Mi vida no es normal y nunca lo será, pero algo que he aprendido este último año es que la vida es un completo misterio.
Me encuentro en el "Le Café de Musée Rodinen" en París, Francia, con mi papá y mi pequeño hermanastro. Estamos sentados en una mesa junto a una gran ventana y la cocina. Después de pedir nuestras ordenes, fui con Sam a lavarnos las manos y papá prefirió usar el gel antibacterial que se encontraba en el mostrador.
De aquí todo pasó tan rápido, solo habían pasado unos cuantos segundos.
Una de las meseras gritó.
Veo entrar a un hombre con una pistola.
Mi corazón se acelera.
De inmediato le dije a Sam que se encerrara en uno de los baños, y lo hizo sin rechistar. El hombre se acercó a mi padre y comenzó a hablar no muy fuerte pero lo suficiente para alcanzar a oírlos.-Por fin te encontré Crístofer. Eres bueno escondiéndote.- hizo una pequeña pausa- Dime ¿Dónde está tu querida hija?
-Johann no tienes por qué hacer esto, Leyna siempre confió en ti y ¿ahora nos traicionas? -¿Por qué había mencionado a mi madre? No comprendo qué tiene que ver ese hombre con mi familia.
-Yo nunca fui su amigo y aunque esto no es parte de las órdenes de Lorraine, quiero hacerlo. -el hombre levanto más el arma hacia mi padre.
-¿Lorraine? ¿La madre de Sam? -yo tampoco entendía que tenía que ver ahora todo esto con ella. Nunca me cayó bien y siempre supe que escondía algo.
-Te casaste con ella y nunca sospechaste nada, que ingenuo eres, y lamentablemente hay muchas cosas que no sabes y no vivirás para saberlas -mi padre estaba a punto de decir algo pero un disparo lo interrumpió. No podía creer lo que estaba viendo. Mi padre estaba en el suelo y comenzaba a ver sangre. Varias lágrimas comenzaron a caer sobre mis mejillas. Estaba atónita.
El hombre volteo a todos lados como buscando algo hasta que su vista paró en mí. Comenzó a caminar hacia donde me encontraba. Mis manos sudaban y mi cuerpo no reaccionaba. Cuando estaba como a un metro de mí pude moverme por fin. Le dije a Sam que abriera la puerta y entré rápidamente poniendo el seguro. Los golpes sacudían la puerta y no creí que aguantara mucho. Sam estaba llorando y yo no sabía qué hacer, tan solo tengo 16 años y él tiene un arma, sin mencionar que es mucho más grande que yo. La puerta comenzaba a agrietarse así que solo busque algo con lo que pudiéramos defendernos, aunque no creí que sirviera de nada. Las sirenas de patrullas comenzaron a escucharse y los golpes pararon. Solo logré escuchar que alguien corría y se iba alejando.
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No soy como los demás
Teen Fiction¿Qué harías si tu vida cambiara tan rápido? ¿Por qué cuando crees que todo está mejor empeora? Emilie es una chica de apenas 16 años y le falta mucho por vivir. Tras descubrir la mentira de su vida, se enfrenta al peligro al tratar de averiguar más...