Capítulo 4

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Estaba sentado en una de las bancas del aeropuerto. Lilya me había llevado a una pequeña institución donde podía quedarme mientras me acomodaban en otro orfanato. Un hombre muy fastidioso me había traído aquí, al parecer es uno de los compañeros de Lilya.

Me llamó la atención una chica que iba entrando al aeropuerto. Comenzó a acercase a la banca en la que yo estaba. Por un momento pensé que iba a hablarme pero no lo hizo, solo se sentó, me miro y su vista se fue a su celular. Algo me hizo tener ganas de hablarle pero no soy bueno con las chicas. Pero ya ¿Qué estoy pensando? Se supone que tengo que escapar y este sería el momento perfecto si no fuera porque Mateo o Matías, como se llame, está ahí afuera hablando con Lilya. Agradecía mucho todo lo que ella había hecho por mí, pero yo quiero ir a ver a mi madre y no lo tengo permitido porque necesita pasar al menos un mes sin que la vuelvan a meter a la cárcel. Yo sé que mi mamá me quiere, digo es mi madre. Por eso quiero ir a verla, la extraño y no la he visto en un año, y en estos días he tenido tiempo para pensar en qué haré.

La chica que estaba sentada a mi lado comenzó a actuar raro. Pude notar su respiración rápida, parecía algo alterada.

-Oye ¿estás bien? –le pregunté y volteó a verme. Sus ojos eran como de un azul fuerte y brillante, casi como si fueran a salir chispas de ellos, pero luego regresaron a su azul claro o al menos al que yo había visto antes. –tus ojos...cambiaron.

-¿Mis ojos...? –no pudo terminar porque llego Lilya.

-Emilie, veo que ya conoces a Ethan. –Amh no, no me conoce.

-¿Qué? ¡Ahh! Sí, Ethan. –me miró pero regresó su vista a Lilya. Supongamos entonces que si nos conocemos. -¿Ustedes se conocen?

-¿Dijiste Emilie? –Lilya asintió. Me había hablado de ella. Dijo que su padre había muerto y no tenía a nadie más, así que iba a ir al mismo lugar que yo.

-Si, ella es Emilie Rousseau, y él es Ethan Dumont –dijo apuntándome –de quien no te he hablado.

-Sí, ya veo, pero...

-Bueno no quería abrumarte más de lo que ya estas, por eso no te dije. –la interrumpió Lilya.

-Por favor, no quiero que te preocupes por mi, estoy bien. Y ¿A dónde vamos a ir? –dijo levantándose y tomando su mochila.

-A Nantes, te va a gustar y creo que va a ser un buen cambio para ti. –Lilya la tomo de los hombros y le sonrió como lo habría hecho una madre con su hija.

-¿Nantes?

-Sí, ¿ya has ido? –ellas estaban muy atentas conversando y no veía a Ma...como se llame, por ninguna parte. Esta era mi oportunidad.

Me levanté disimuladamente sin que nadie me viera y camine rápido hacia la salida. Al fin lo estaba logrando, solo tenía que comprar un boleto de autobús e ir...

-¡Ethan! ¿A dónde crees que vas? – me detuve de golpe y voltee lentamente hacia atrás.

-¡Ahh! Hola Matías, digo Mateo –rayos ¿ahora qué hacia?

-Es Matthew –me gusta más Matías, pero da igual.

-Si eso, bueno yo solo iba a ir al baño. –estaba dispuesto a empezar a correr pero algo me dice que él es más rápido que yo.

-Pues solo que vayas a orinar en el borde de la calle, sigue.

-¿Y quién dijo que voy a orinar? Bien me rindo ¿contento? –tome mis cosas y regresé por donde vine.

-Gracias muchacho –será para la próxima, aunque tenga que viajar más esta vez.

. . .

-Hey, Ethan. Matthew me contó lo que trataste de hacer. -estábamos comiendo mientras esperábamos para abordar nuestro vuelo. Yo me había sentado algo alejado de los demás, pero eso no le impidió a Lilya acercarse. Solo torcí los ojos y seguí bebiendo mi refresco. -¿Te quedarás callado como siempre?

- Como si no supieras a donde quería ir. -mi tono sonó más brusco de lo que quería.

-No me hables en ese tono, sé que quieres ir a verla pero entiende que no puedes, solo complicarás más las cosas. Y te advierto de una vez que debes empezar a comportarte. Si no quieres hablar conmigo y explicarme las cosas, bien, pero esta es tu última oportunidad, si te vuelven a echar yo ya no podré hacerme cargo y te asignarán a alguien más, incluso podrían mandarte fuera del país -definitivamente no quería eso pero claro, siempre arruino las cosas.

-Bueno, la tercera es la vencida ¿no? -¿porqué dije eso? Sí que solo hago las cosas mal. Ella solo negó con la cabeza y se levantó -Disculpa, no quise decir eso, prometo que me comportaré.

-Gracias -fue lo único que me dijo antes de regresar con Emilie. En verdad haré lo posible para que las cosas salgan bien, no quiero seguir defraudando a Lilya, pero querer ir a ver a mi madre podría complicarme las cosas.

También estaba lo que había pasado con Emilie. Sabía que no debía contárselo a nadie, digo ni siquiera parece que ella lo sepa y yo no tengo ningún derecho de andar divulgándolo, así que no sacaré el tema si ella no lo hace. A parte qué sería lo que diría, ¿"le brillaron los ojos de la nada y después cambiaron mágicamente"?, está claro que nadie me creería.

Levanté las vista para mirarla, su cabello estaba recogido, lo que me permitía ver su rostro con más determinación. Tenía unas ojeras a penas visibles pero se le notaba cansada, aunque no dejaba de verse bien, y hay algo que hace que me den ganas de ir a hablarle, pero solo me acerqué y senté en el asiento vacío de al lado. Ella ni siquiera me miró, y solo me quedé ahí, mirando a la nada.

Después de unos minutos un chico se acercó a nosotros. Mas bien a Emilie.

-Hola, disculpa la molestia, te miré desde allá y supongo que él no es tu novio así que me preguntaba si podrías pasarme tu número -qué directo, si que viene a lo que viene.

-No, no puedes -creo que esto se pondrá interesante. 

-¿Y porqué no? - Ella lo miró sin energía y después giró su vista hacía mi sonriéndome.

-Porque él sí es mi novio -la miré confundido. Por un momento pensé en seguirle el juego, y así hice, solo que no como ella esperaba.

-De hecho no lo soy -enseguida ella me fulminó con la mirada y yo le sonreí amablemente.

-En ese caso no veo problema con que me des tu número guapa -Emilie rodó los ojos, parecía molesta.

-Sí lo hay y te he dicho que no, así que deja de insistir -el chico frente a nosotros se quedó pensativo, pero siguió insistiendo.

-Vamos, no desaproveches la oportunidad -y aquí es donde entro yo.

-Bueno, dije que yo no era su novio pero no que ella no tenía, claro que si gustas yo si estoy disponible, guapo -le guiñé un ojo al chico y en seguida el negó con la cabeza -Ay vamos, no desaproveches la oportunidad.

-Amh no, no, ya tengo que irme -se dio vuelta y caminó apresuradamente. Eso fue más sencillo de lo que pensé.

-Mmmm que pena -Emilie me miraba sorprendida.

-Sí, el se lo pierde -los dos intentábamos aguantarnos la risa pero no lo logramos. -Definitivamente no olvidaré este momento.

-Ni que lo digas, ha sido de mis mejores  actuaciones -nos quedamos viendo un momento hasta que ella bajó la mirada.

-Gracias por eso -iba a contestarle pero justo comenzaron a llamar para abordar nuestro vuelo y ella solo se levantó y comenzó a caminar. Al menos ya habíamos hablado.


No soy como los demásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora