Capítulo 4 •La invitación•

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Hoy es lunes. Me dirijo hacia la primera clase de la semana, literatura inglesa. Esta clase se imparte en un salón muy parecido a un anfiteatro. Espacioso y con los asientos de forma ascendente tapizados con un rojo oscuro, hay varias personas al llegar. Me siento en unos de los últimos asientos y pongo mi pequeña mochila en el asiento vacío a mi lado.

La clase comienza y es realmente apasionante, disfruto cada momento y cada palabra que dice el profesor. Cuantos más libros leo, menos real me parece el mundo en el que vivimos, y ese es un voto a mi favor.

Al terminar la clase tomo mi mochila y salgo del salón rápidamente. Apenas a unos pasos de la puerta, caminando por el pasillo. Detrás de mi una voz llena de autosuficiencia, dice:

-Literatura Inglesa-

Me giro lentamente curiosa de saber si esta se refiere a mí. Mi mandíbula amenaza con desencajarse al tener ante mí a este dios griego, mi chico de ojos verdes y sonrisa fácil, mierda, debo dejar de pensar de esa manera.

-¿Estás acosándome? Eso no es muy guay de tu parte- opino mientras levantó una ceja y espero una respuesta de su parte.

-Eso quisieras-

Sí, eso quisiera.

Jodanse malditas voces. Me reprendo mentalmente por mi pervertido pensamiento. Es imposible no fijarse en su ropa; un pullover gris, sin letras, sin dibujos, solo gris a secas. Un pantalón negro rasgado en la rodilla y botas vintage de este mismo color.

-¿Perdón? Sabes que ni siquiera sé tú nombre ¿verdad?-

Logro ocultar mi ansiedad fingiendo que esto resultaba aburrido

-Esa es una buena manera de conseguir lo que quieres- dice sin dejar de sonreír con su adictiva voz varonil -Mi nombre es Jeaden-

Jeaden, es lindo, singular.

-Me encanta la conversación pero se me hace tarde para mi próxima clase- contesto sarcásticamente y me doy la vuelta dándole la espalda.

-¡Hey! ¿Cuál es tu nombre?- exige de manera graciosa

-¡Un placer Jeaden!- respondo ante su pregunta y hago una señal de adiós con una mano.

Siento su risa y me encantaría darme la vuelta. Pero no lo hago
¿Por qué no le dije mi nombre?

Porque tienes la esperanza de que te busque.

A la mierda con las voces. Me odio. Pero tienen toda la razón. Quiero verlo otra vez, quiero hablar con él, quiero conocerlo, quiero demasiadas cosas que resultan exageradas. Me es imposible no pensar en su cabello rubio que cae sobre un lado su frente y oreja. En sus profundos ojos verdes que hicieron de mí una prisión desde el primer momento que me miraron. Me odio X2.

• • •

Me levanto temprano y paso completamente de arreglarme, me pongo lo primero que encuentro en el closed. Jeans de mezclilla, un ancho pullover azul y un abrigo negro.

Tomo mi mochila y las llaves de mi auto: Un KIA negro regalo de mis padres por comenzar la universidad. Ellos viven en Texas, mi antiguo hogar. Mi padres ni siquiera le dieron importancia a que viniera estudiar a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Siendo realistas yo siempre he sido un cero a la izquierda en esa familia, en mi familia.

Inhalo el aire de la mañana ya un poco fría de octubre y pongo el reproductor de música del auto; me pierdo entre las letras de "Ocean Eyes" de Billie Eilish pensando en los Green Eyes que me tienen peligrosamente cautivada.

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