Capítulo 2

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El tráfico acá en Nueva York es terrible, me mudé a esta gran ciudad con mis padres hace aproximadamente 8 años desde Venezuela. Gran ciudad, diferentes costumbres y mucho por aprender.

Desde que nos mudamos aquí no paro de escuchar el mismo discurso de mi padre "vas a estudiar administración de empresas y te harás cargo de todo", pero como toda una experta en llevarle la contraria dejé eso para Jack.

Me gusta crear historias y dejar huellas con cada letra, mi padre no lo entiende y no lo entenderá. Me iré de esta ciudad lejos de mi padre, un latino prepotente y con costumbres arcaicas, por desgracia tenemos rasgos faciales muy similares, ojos color miel, nariz respingada, gruesos labios y lo que más le agradezco, el largo y ondulado cabello.

Las personas suelen suelen definir sus días buenos o malos, dependiendo de las situaciones a las cuales se enfrenten, para mí todos los días son iguales, creo que se encuentran en un término medio.

En mi vida no existe nada que pueda considerar emocionante, pero si cuenta lo más emocionante que me ha pasado estos últimos 3 meses fue entrar a una clase de lectura.

Nivel de vida social: 1.3

Nivel de éxito con los chicos: 0

En este punto la vida de mi madre es más interesante y eso que solo escoge tapices y prepara un horario con las comidas de la semana.

Después de mi larga rutina en la escuela regrese a mi casa. Tenía un mensaje de Jacob mi mejor amigo pidiendo que saliéramos a un bar de la ciudad.

Era Martes y el miércoles sería un día festivo así que la oferta me calló como anillo al dedo.

Sin pensarlo dos veces me planche el cabello y lo deje liso como si fuera una de esas extensiones de Kim kardashian.

Recordé que hace unos meses mamá me había comprado un lindo vestido negro de tirantes que se ajustaba perfectamente a mi figura.

Se veía muy lindo puesto, y aunque odio los tacones en definitiva no podía aparecer en sandalias.

Maquille mis ojos de un color neutral y aplique labial color rojo en mis labios. En menos de diez minutos había dejado de parecerme a la chica que pasa todo el día siendo la burla de su medio hermano.

Al llegar al lugar reviso el móvil, porque justo al pasar la portería Jacob me envió un texto disculpándose de que no podría venir.

Estaba sentada en la silla que daba a la barra tratando de no lanzar al suelo la margarita que me habían servido.

Una tonta, ebria y sola.

En ese momento sentí una mirada sobre mí, no sabía de quién ni de donde provenía.

Mis ojos hicieron contacto con un hombre que estaba sentado al fondo del bar en lo que parecia ser la zona vip, no podía apreciar el físico con calidad porque las personas iban de un lado a otro y la luz era muy escasa, pero por ninguna extraña razón aquel hombre dejaba de verme.

No tengo tiempo para cuestionarme el porque no paraba de observarme como un águila a su presa, supongo que mi sistema estaba bastante alcoholizado para pensar, ahora me encuentro dirigiéndome con algo de dificultad al centro de la pista.

La gente choca contra mi, hay varias parejas bailando y lo único que hago es dejarme llevar por el ritmo de la música moviendo mis caderas y mis manos.

En cuestión de segundos me sentía libre, seguía moviéndome de un lado a otro, de manera sensual y ajena a mi.

El sudor baja por mi frente y mi garganta se siente seca, paso mi lengua por mis labios para humedecerlos.

Dejo de bailar en el momento en que se escuchan varios disparos, las personas corren y chocan entre sí, varios gritos de se escuchan en el lugar.

-¿Que es todo esto?- exclamó asustada.

La gente se vuelve loca, en segundo el bar se convierte en una ola de personas empujandose unas con otras.

Me quedo allí parada en medio de las personas. No logro ver a las personas que disparan, solo puedo escuchar el sonido.

Al igual que todo el mundo estoy horrorizada, intento correr pero no hay salida cerca y toda la gente está histérica.

Siento que alguien me sujeta del brazo.

-No, suelteme- protesto pensando lo peor, pero en vez de eso está persona me coge de la cintura a pesar de que trate escaparme y me carga al hombro. Grité por la sorpresa, golpeandome la frente con su espalda.

-¡Bájame!- chillé dándole con las rodillas- ¡Bájame! ¡Por Dios!

Me inmovilizó rápido y me gustaría decir que logre hacerle daño, pero no fue así.

-¡Bájame gigante psicópata!- grité furiosa dándole con los puños en la espalda.

-Abran paso- escucho como el misterioso hombre grita pasando por encima de las personas hasta llegar a la calle.

Menudo lío el que se ha armado.

El hombre me baja dejándome de pie sobre el pavimento.

-¿Esta bien?- pregunta esté con una voz que me hace estremecer, ahora puedo verlo y apreciar su belleza. Sus ojos son de color azul celeste y hacen juego con su cabellera negra la cual a pesar de todo se ve perfectamente peinada, su nariz es respingada y sus labios son gruesos y se ven levemente húmedos, su altura es de aproximadamente dos metros y se nota que visita el gimnasio con frecuencia ya que sus músculos sobresalen.

-Estoy bien, no debió actuar de una manera tan salvaje y mucho menos sin conocerme- respondo avanzando hasta la calle para tomar un taxi.

-¿Salvaje?-me detiene del brazo- si no fuera por mí aún estaría allí adentro y puede que muerta.

Me suelto de su agarre y lo ignoro.

-¿A donde va?- pregunta siguendome.

-A casa.

-La acompaño.

Paciencia, paciencia.

-No hace falta.

-Dije que la acompañó.

Mierda ¿Y ahora? No hay taxis y el hombre sigue ahí parado.

-¿Y bien?- dice el levantando una ceja.

-Agradezco su ayuda y compañía, estoy bien, gracias por todo.

-Esto es peligroso, es mejor irse antes de que llegue la policía. - ¿Que estoy intentando? ¿Ir a Marte en bicicleta o que?.

Las personas abandonan el sitio, una a una se van del lugar y yo sigo en espera de un taxi que nunca llega.

-La puedo llevar a su casa- dice este esperando una respuesta de mi parte.

-No es necesario.

-Insisto- dice el hombre sin moverse del lugar.

-Supongo que no tengo elección- digo fingiendo resignación, pero la verdad es que ya no aguanto los tacones.



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