IV. Ye Zun

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A partir de aquel momento, Gui Mian deja de resistirse a las palabras del hombre. Les da la bienvenida, se clavan en su interior como agujas inmovilizantes.

Comienza a entrenar. Su cuerpo no es tan resistente como el de los demás, pero aun así el Jefe está decidido a sacar buen provecho de él. Tal vez su potencial no fuera tan claro como el de su hermano, pero de algo le ha de servir el muchacho, «y quién sabe, quizás cuando tus poderes emerjan dejes de ser un completo inepto», le dice mientras usa la fuerza para corregirlo.

Ye Zun absorbe cada aprendizaje, no sólo el físico. Aprende del poder del Jefe, del mecanismo intrínseco de las palabras, del modo correcto de usarlas. Sigue siendo prisionero de ellas, pero ahora él también saca provecho. Se vuelve útil.

Mantiene la cabeza baja mientras la facción continúa tomando fuerza. Pasa más tiempo. Ahora el objetivo de los Rebeldes es claro: invadir y obtener el control total de Haixing.

Saben que para lograrlo necesitan hacerse con las Reliquias. Ye Zun está decidido: no descansará hasta conseguirlas.

Y así lo hace.

Luego de realizar el atraco con éxito, las lleva hasta el Jefe. Acepta los insultos y una última patada en el pecho. Sonríe por dentro.

El hombre busca su ayuda para saber cómo liberar el poder de las herramientas sagradas. Ye Zun se arrodilla ante él. Lo convence de usar su energía oscura para activarlas. El Jefe duda de su incompetente subordinado, pero está desesperado. Lo intenta, no funciona. Llama a Ye Zun de nuevo, éste recibe otro golpe que hace que la máscara negra que cubre parte de su rostro caiga al suelo, la misma máscara que comenzó a usar porque no soporta llevar sobre sí mismo la viva imagen de su hermano.

Pero ahora, con su inexpresivo semblante descubierto, el Jefe se lo recuerda airado:

¡No es de extrañar que tus padres murieran y tu hermano te abandonara!

Remarca la última palabra con un manotazo.

Después de tantos años, Ye Zun se piensa inmune a sus palabras hirientes, pero cuando escucha decirle que lo ayudará a encontrar a su hermano, y que una vez que lo haga lo matará, no lo soporta más. Su hermano morirá por su mano y por la de nadie más. Así se lo hace saber entre bramidos, y a cambio obtiene la mano del Jefe rodéandole el cuello, asfixiándolo.

Ye Zun siente cómo el aire abandona sus pulmones, pero antes de que el hombre pueda vaciar toda vida de él, algo más se abre paso en su interior.

De pronto la energía oscura sale por su boca, y succiona al Jefe. De un segundo a otro el depredador pasa a convertirse en la presa.

Por dentro siente el insólito cambio, por fuera sus cabellos se tornan grisáceos.

Su poder finalmente había despertado.

Cuando termina, Ye Zun cae al suelo sobre sus rodillas, pero esta vez lo hace sin hacerse pequeño y sin agachar la cabeza. De manera instintiva se protege ante la mirada de sus compañeros que lo rodean, pero pronto sabe que no hay nada que temer.

La facción rebelde ha ganado un nuevo Jefe.

「Máscara」• Guardian •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora