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debía matarlo, era su trabajo.
¿Qué pasaba, si el frío y cruel Samuel de Luque, no mataba a quién debería estar muerto?

su trabajo debía ser cumplido, sin importar bajo qué pretexto.
ese chico de apariencia de modelo, había sido mandado a matar, Jesús de Luque sería el último rostro que vería, el de su asesino. O eso creía...

Samuel estaba sentado en su sofá negro, tomando café y leyendo un libro.

su hermano salió corriendo de su habitación, pasando por encima del sillón para luego sentarse sobre este, al lado derecho de su hermano.

- Sam, debes ver esto. - dijo el chico captando la atención de su hermano.

el de ojos azules prendió la tv y puso cierto canal, subió el volumen inmediatamente, dejando escuchar que reportaban el asesinato de un chico.

" la víctima fué identificada por familiares como Miguel Ángel Rogel, de 26 años de edad, hasta ahora la policía no parece haber encontrado mucho en la escena del crimen, pero buscan al novio del chico." decía el hombre del noticiero.

- es en nuestros territorios, Sam, tiene que haber sido uno de los nuestros. - dijo el chico mientras apagaba la tv.

- ¿cómo se llamaba, Jesús? - preguntó mientras dejaba su libro a un lado y miraba a su hermano.

- Miguel Ángel Rogel.

- ese chico era de Fernandez ¿recuerdas? que siempre hablaba de un tío que apodó "mi niña". - dijo Samuel.

Jesús asintió y fué a por su chaqueta de jean con pelitos grises.

Samuel lavó su taza y se dirigió a su habitación, para ponerse sus zapatos y una chaqueta negra de cuero.

decidieron ir en moto, debido a que llegarían más rapido.

la de Samuel era morada con detalles negros, mientras que la de Jesús, era azul y plateada.

dejaron las motos aparcadas, Jesús se quitó el casco, observando como los rostros de la gente que pasaba lo miraba con curiosidad.

Samuel sólo se abría paso, evitando toda conversación con cualquiera, adentrándose en el edificio que tenían como base de la mafia.

subió en ascensor, esperando a su hermano que fué hacia el corriendo.

cuando entró en su oficina, pudo encontrar a la mitad del departamento de sicarios ahí, como una multitud, observando a alguien que estaba sentado en la silla de su jefe.

- ¿qué cojones haceís en mi oficina? y no necesito que tú expliques, Adolfo. - dijo mirando al chico que estaba sentado en un sillón, que era uno de los mejores en su trabajo.

- se-señores de Luque, pensamos que no vendrían hoy. - dijo un chico con acento bastante marcado.

- vinimos al final, Garnes. - dijo Jesús mientras dejaba su casco plateado sobre la mesa de café de abeto.

- ¡Expliquen dije! - gritó Samuel, asustando al resto de los presentes, sin incluir a Jesús y a Adolfo, que miraban con una sonrisa.

- los que sean innecesarios fuera o mañana tendréis un problema del que encargarse. - dijo Jesús borrando su sonrisa, dándole miedo a sus empleados.

conenzaron a salir en fila, quedando sólo cuatro personas en la habitación, Jesús, Adolfo, Samuel y el que estaba sentado en la silla del amante del morado.

- explica, o una balita terminará en tu brazo, Fernández. - dijo Samuel mientras observaba a la chica de pelo naranja.

- me cargué a Miguel, ya me aburría, y seguramente se acostaba con otras tías, ¡él era mío, sólo mío! - dijo mientras se levantaba de la silla para estampar con fuerza sus manos contra el escritorio de Samuel.

afuera había comenzado a llover, dándole un aspecto algo sombrío a esa escena.

- ¿limpiaste tus huellas, Fernández? - preguntó Samuel mientras agarraba del cuello de la camisa de la chica.

- por supuesto, limpié la escena, usé guantes y chequeé de no dejar ninguna muestra de ADN. - dijo levantando sus manos en signo de derrota, junto a una media sonrisa despreocupada.

-- vete, Fernández, hablaremos de esto luego. -- dijo mientras soltaba a la chica, esta limpió el polvo inexistente de su camisa verde y se retiró de la oficina con aires de grandeza.

-- lo manejaste bien, Sam, yo le habría pegado, supongo. -- dijo Jesús mientras se acomodaba en el sillón, poniendo sus pies sobre la mesita de café.

-- Adolfo, traeme algo de comer, no llegué a desayunar.

-- no hace falta, puedes irte, Adolfo. -- este asintió y se retiró en silencio.

- ¿por qué lo dejaste ir? iba a traerme comida.

- por que tengo galletitas con glasé, Sam, y las guardé para que comiéramos. - dijo mientras se acercaba con una bolsita color cartón y la abría, viendo los particulares ojos color lavanda de su hermano iluminarse.

ambos tenían cualidades únicas.

Samuel tenía el pelo castaño oscuro casi negro y corto, junto a unos bellos ojos lavanda, algo extraño en la gente.

Jesús tenía los ojos celestes muy claros, con pequeños detalles verdosos, pelo marrón oscuro y una sonrisa característica.

¿por qué ambos eran tan diferentes del otro? por qué compartían padre, pero no madre, pero fueron criados juntos.



























en un momento, yo tuve cierta obsesión con los ojos que tenían síndrome de Alejandría.

luego me enteré de que no existían y me quedé en plan .-.

para los que no saben lo que es el síndrome de Alejandría, es un síndrome que hace que al nacer, tus ojos sean de un celeste claro, pero a medida que vás creciendo (en teoría) se terminan tornando violetas.

ps, el síndrome de Alejandría lo tiene Samu

¿porqué? ¡porque quiero y creo que le queda bien al personaje!

bueno, nos vemos luego gente.

saluditos, cuídense y lávense bien las manitos, puercos.

se les quiere 💛

Fifu se despide, adiu!

publicado: 30 de mayo 2020.

killers | hersus y elygettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora