5

279 33 20
                                    

el ojiceleste estaba aún hablando con el de cabellos casi rubios, alegre de que estuviera mejor y no pareciera mostrar ninguna contusión.

-- entonces... ¿te molestaría decirme lo ocurrido?

preguntó amablemente, notando cómo la expresión del chico que antes se mostraba alegre gracias a sus bromas, ahora cambiaba a una un poco más triste y apagada.

-- yo estaba en la discoteca, esperando a unos amigos, los cuáles cancelaron por ciertas razones, salí con un chico por la parte de atrás, y luego se fué también por que había surgido algo, luego llegaron los tíos esos y... bueno, llegamos aquí.

dijo resumiendo los hechos, viendo cómo Jesús se levantaba y se estiraba, caminando hacia la puerta, sonriéndole lo más dulce y amable que pudo.

-- estaré en el estudio, ¿vale? si necesitas algo dime, tengo que atender algunos asuntos.

dijo borrando su sonrisa y causándole un escalofrío al chico aún sentado en la cama, que vió cómo la puerta se cerró, haciendo que Jesús ya no esté en su rango de visión.

Jesús recogió su celular que había quedado sobre la mesita de café frente al sofá, levantándolo y respondiendo la llamada.

-- De Luque al habla.

dijo cómo ya era de costumbre, caminando hacia el estudio con el celular pegado a la oreja.

-- tenemos un problema.

-- ¿qué problema, Samuel?

-- dos oficiales nuevos llegaron a la ciudad, y van a por nosotros.

-- ¡! lo de costumbre ¿no? tampoco serán la gran cosa, sólo mandamos a alguno de los nuestros, un poco de dinerillo por aquí, y asunto resuelto.

-- no son de los fáciles.

-- me dijeron que son de los mejores, y probablemente trajeron a sus equipos.

Jesús fingía la tranquilidad, aunque fuera de la llamada estaba sentado en su silla frente a su escritorio y comenzando a dibujar un tipo de mapa, desde la comisaría hasta la sede.

-- nuestra sede no es fácil de localizar, pero deben tener a gente de todo tipo.

-- ¿estás dándote cuenta de lo qué me dices? ¿estás sugiriendo que huyamos? ¡¿de nuestra propia ciudad?!

dijo apretando de más el lapiz, rompiendo la punta y luego tirándolo hacia otro lugar de la sala, masajeando sus sienes.

-- no digo que huyamos.

-- ¿entonces qué cojones me estás diciendo? porque parece que hablamos diferentes lenguas y habitamos diferentes mundos, Samuel.

dijo algo afligido.

esa época del año no era la mejor para que todo lo que habían logrado se fuera por la borda sólo por unos oficiales que podrían o no lograr descubrir sus identidades y averiguar más sobre sus orígenes.

killers | hersus y elygettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora