Samuel estaba cansado del trabajo, de sus subordinados tan tontos.
deseaba salir a matar, deseaba buscar a su víctima, cómo solía hacer.
ahora sólo se encargaba de sobornar a la policía, hacer los tratos y darles instrucciones a sus subordinados.
extrañaba la caza.
ya no cazaba a su víctima, se la traían fría en un plato servido, trabajo que él hacía antes.
el trabajo sucio.
pronto sería el aniversario de muerte de su madre, junto a la de Jesús.
ellas se habían suicidado, después de estar bajo tanta presión al ser una la esposa y otra la amante de uno de los mafiosos más grandes de Madrid, dejándolas expuestas a cualquier tipo de peligro.
ellas se habían enamorado mutuamente, y habían cometido un acto de amor, al matarse una a la otra.
la madre de Jesús, Marie, fué su segunda madre, y una mujer dura por fuera y maravillosa por dentro.
su madre, de nombre Diana, fué una mujer amable y dulce, además de bella sin importar por dónde la vieras.
decidió que esa semana, no trabajarían, debido a que su juicio podría nublarse al ser una fecha tan importante.
- ¿Jesús? - Preguntó Samuel mientras tocaba la puerta del cuarto del chico de orbes esmeralda.
no recibió respuesta de su hermano, por lo que abrió la puerta y se encontró con un bulto entre las mantas sobre la cama de dos plazas.
- Jesús, hoy no iremos a trabajar. - dijo mientras metía sus manos en sus bolsillos.
Samuel solía ser frío con los desconocidos y gente en la cual no confiaba, pero debido a estar rodeado constantemente de gente que podría apuñalarlo por la espalda, dejó de ser tan cálido con su propio hermano.
recordó a sus madres.
cómo fué la última vez que las vió.
sus cuerpos fríos, sobre la alfombra blanca, que en esos momento se había teñido de rojo, por la sangre de ambas mujeres, que estaban con los ojos cerrados, sonrisas en sus rostros y las manos entrelazadas.
un acto de amor para acabar con su sufrimiento.
"Jesús no mires." le dijo suavemente al niño de orbes esmeraldas, que estaba escondido detrás de él, asomando su cabeza, que volvió a esconder detrás de su hermano.
Jesús tenía sólo 6 años cuando encontraron los cuerpos de sus madres, en la alcoba que ellas compartían en la mansión desolada que habitaban ellos cinco.
Samuel recuerda perfectamente como se llevaron los cuerpos, como si fueran un objeto que ya no era necesario en esa casa.
Samuel tenía sólo 12 años cuando poco tiempo después, hicieron el funeral de ambas.
habían muerto juntas, y fueron enterradas una al lado de la otra.
volvió a la realidad al escuchar sollozos, provenientes de el bulto bajo las mantas.
tocó con la yema de sus dedos bajo sus ojos, sintiendo como estaba llorando.
- hazme espacio, cabezón. - dijo mientras dejaba sus pantuflas moradas a un lado de la cama, y abrazaba al bulto, que le devolvió el abrazo, tapándolo con una manta.
- las extraño. - dijo Jesús mientras soltaba lágrimas y sollozos leves. - extraño el canto de tu mamá, y las tardes de lectura en el jardín de ambas.
- yo también. - Respondió sin dejar de abrazar a Jesús.
se quedaron un rato en esa posición, hasta que por lo menos a las 12, se levantaron para "desayunar" algo.
- Samu - dijo Jesús alargando la "U" - te acabaste el café. - dijo mientras le mostraba la tarra vacía.
- Bueno, vamos a comprar más.
Samuel se cambió su ropa de entrecasa por, un buzo morado, una campera de cuero negro y unos pantalones del mismo color, con operturas en las rodillas, junto a sus zapatillas moradas converse.
Jesús se cambió por un suéter celeste fluor, una chaqueta de jean azul oscuro y unos pantalones negros rotos por las rodillas, como los de Samuel, junto a sus zapatillas converse negras.
se dirigieron a un supermercado cercano.
ambos usaban barbijos, para no ser reconocidos por alguien que tuviera algo que ver con la mafia.
al pasar frente a un callejón, escucharon a alguien pedir ayuda, y ellos parecían ser los únicos que escuchaban los gritos.
- Vegetta, ¿no deberíamos ayudarle?
- ¿a qué? - Preguntó mientras paraba frente a su hermano, sin sacar sus manos de los bolsillos de su chaqueta. - ¿a violarlo? Sabes lo asqueroso que se me hace tocar a otros seres humanos, tú eres la única excepción.
- ¡no! ¡ayudarlo a escapar! - dijo algo enfadado, mientras sacaba sus manos de sus bolsillos, sin quitarse sus guantes blancos. - ¿Sabes qué? ¡Yo me encargo! - dijo comenzando a correr hacia los dos hombres.
- bien, - dijo Samuel de mala gana - te ayudaré.
ambos comenzaron a correr hacia el fondo del callejón, escuchando como los sollozos y pedidos de ayuda se hacían más cercanos por cada paso que daban.
- ¡Por favor! ¡Ayúdenme! - gritaba alguien con una voz bastante aguda.
- ¡Eh! - Gritó Jesús detrás de los dos hombres, haciendo que estos se voltearan algo asustados - ¿Qué cojones se supone que estáis haciendo, ratas inmundas? - Preguntó con asco, tronando sus dedos.
- vamos a violarlo, ¿Te unes, amigo?
- no, por favor, no no. - decía el chico en el piso mientras sollozaba, pidiendo en susurros que alguien acabara con su sufrimiento.
- no soy una rata como vosotros, así que no, déjenlo en paz. - dijo Jesús enojado, mientras se sacaba su barbijo negro.
- so-son de-de la mafia - dijo uno con temor, mientras se abrochaba los pantalones.
- ¿y qué? - Preguntó el otro despreocupado.
- ¡son los De Luque! ¡de la mafia más grande de Madrid! - respondió el otro mientras agarraba el brazo de su compañero, incitándolo a correr, pero el otro se negaba a huir.
- esta es mi presa, De Luque. - dijo el que se negaba a huir con fiereza.
- y tú la mía. - dijo Jesús mientras se acercaba enojado hacia el hombre.
los ojos esmeralda de Jesús brillaban en la oscuridad, aparentando los de un gato.
las orbes violetas de Samuel brillaban de una forma diferente, cómo los de un lobo hambriento.
los hombres comenzaron a huir cuando vieron a Samuel acercarse.
- ¿te encuentras bien? - Preguntó Jesús mientras se arrodillaba frente al chico, que intentó retroceder aún más, cosa imposible, ya que su espalda estaba pegada a la fría pared de ladrillos. - ¿te llegaron a hacer algo? - Preguntó preocupado.
- Jesús, ya hiciste tu buena acción del día, vámonos. - dijo Samuel poniéndose el barbijo nuevamente.
el chico frente a ellos, se desmayó del terror que había experimentado.
- ¡Vegetta no podemos dejarlo aquí sólo! ¿Qué pasa si los gilipollas esos vuelven y él está indefenso? - Preguntó casi gritando.
- ¡bien! Lo llevaremos a casa, lo cuidarás tú, yo no ¿entendido, Jesús? - dijo con fuerza, mientras señalaba al chico inconsciente, logrando observar que Jesús asentía como si fuera un niño pequeño.
Jesús levantó al chico como si fuera una pluma, llevándolo en su espalda con facilidad.
- vámonos. - dijo Samuel mientras se daba la vuelta, dándole la espalda al callejón y a Jesús.
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killers | hersus y elygetta
Random"los hermanos De Luque, los más temidos de la mafia, se encuentran problemas con nombre y apellido". sin portada temporalmente comenzada el 30/04/2020 100% de mi pertenencia