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Nadie a su alrededor parecía notar nada extraño entre ellos dos, como si los coqueteos de Jooheon no fueran percibidos más que por él. Y eso sólo hacía que el menor estuviera más que convencido de que eran imaginaciones suyas, que realmente malinterpretaba como coquetería la amistad del pelinegro. Sin embargo, no podía ignorar su instinto que le gritaba que tenían una conexión especial. A menudo había soportado a sus amigos haciendo comentarios del tipo "si fuera gay me liaría con Jooheon" y él simplemente ponía cara de póker intentando no atragantarse con su propia saliva. La risa satisfecha del mayor y las significativas miradas que le lanzaba cuando escuchaba eso eran demasiado para su cordura. Parecía querer empujarle al límite, jugando con su auto control y raciocinio. Nunca había experimentado algo igual por nadie y no se permitiría el lujo de que los sentimientos que comenzaban a florecer por su mejor amigo le desbordaran. Se conocían demasiado bien, tantos años de amistad lo corroboraban, por lo que no era de extrañar que sus sentimientos no fueran un secreto para el pelinegro. Trataba de no dar crédito a ese tipo de pensamientos porque entonces tendría que odiar al mayor. ¿Quién se creía para exponerlo? ¿Acaso lo único que quería era alimentar su propio ego para luego desecharlo porque realmente no le correspondía? No, mejor no seguir ese curso de pensamientos antes de querer estrangular al de ojos rasgados y boca acorazonada. Odiaba sentirse tan vulnerable y transparente; él siempre había tenido un excelente manejo de las emociones como para que ahora el mayor quisiera tirar eso por la borda.


Todo parecía fluir con normalidad hasta la maldita clase de Psicología del Miércoles. El profesor había decidido ponerse creativo y dar una clase práctica para que experimentasen en sus propias carnes algunas de las dinámicas que llevarían a cabo en su futuro profesional. Toda la clase daba vueltas en círculos, bailando y riendo. Changkyun simplemente caminaba algo cohibido; no se sentía muy cómodo cuando le sacaban de su zona de confort. Supuestamente iban a llevar a cabo una dinámica de confianza para afianzar lazos entre dos individuos. No era capaz de entender por qué debían desperdiciar una clase en algo tan estúpido cuando simplemente podría explicarlo y economizar el tiempo, no es como si les sobrara y había mucho temario por dar antes de los exámenes cuatrimestrales.

-Alto- ordenó el profesor.

El distraído Changkyun chocó contra la fuerte espalda de su mejor amigo, pisándole los talones.

-Lo siento- murmuró avergonzado por su torpeza. Ni siquiera era consciente de que el mayor andaba cerca de él.

Jooheon simplemente le regaló una sonrisa edulcorada.

-Mirad a la persona más cercana- sus miradas se cruzaron, creando un acuerdo silencioso de que formarían pareja- Uno de los dos debe colocar su oreja en la espalda del otro y escuchar los latidos de su corazón. Con ligeros toques, les mostrará el ritmo de los latidos. Cuando yo diga, se intercambiarán los roles.

En ese punto de la explicación al menor se le había secado la boca. Sentía su corazón latir a una velocidad vergonzosa, se sentía expuesto.

-¿Quieres ser tú el primero en escuchar mis latidos?- le invitó el pelinegro, ofreciéndole una sonrisa de hoyuelos.

Se sentía tan nervioso que pensó que se desmayaría, pero trató de disimularlo. Jooheon le dio la espalda, invitándole a comenzar el ejercicio. No era la primera vez que estaban así de cerca pero el olor que emanaba el pelinegro le hacía sentir drogado. Quería besar el cuello del más alto, pegarse a él hasta que la ropa fuera completamente innecesaria. Ignorando sus pensamientos, colocó su oreja y trató de concentrarse en el sonido vibrante que viajaba hasta su oído. Con el puño cerrado, comenzó a golpear el brazo del mayor al ritmo de su corazón. Sonaba calmado y acompasado, como una suave percusión de alguna canción de LoFi. Interpretarlo de esa forma le hacía sentirse más relajado con la cercanía y el olor dulzón que le embriagaba.

-Cambio.

Le costó reaccionar a la orden del profesor, pero Jooheon se giró sonriente, provocándole un leve sonrojo. Caminó como un felino, colocándose tras él. Le había agarrado por los hombros y podía sentir la cabeza del mayor acostada contra su espalda. Comenzó a jadear, estaba hiperventilando. Definitivamente estaba jodido, el corazón se le iba a salir por la boca y no ayudaba que el pelinegro hubiera dejado caer su mano derecha hasta posicionarla en su vientre, marcando el ritmo de sus propios latidos. Si el corazón de Jooheon sonaba como una suave melodía ambiental, a juzgar por el ritmo que le marcaba el mayor en su estómago, su corazón martilleaba al ritmo de heavy metal.

-Tu pulso va muy rápido- susurró el mayor. Casi podía sentir una sonrisa en las palabras del otro.

Changkyun apretaba los puños y, con los ojos cerrados, imploraba al universo no ser tan obvio.

-No me gusta el contacto físico- consiguió formular esa oración con voz queda.

Maldijo a su profesor, a la asignatura, a la carrera y al abrasador carisma innato del mayor. Quería que la tierra se abriera y desaparecer. ¡Joder, estaba tan nervioso que incluso había jadeado! No había dobles lecturas en esa acción, y Jooheon no era estúpido. Todos parecían disfrutar de ese juego: Shownu había golpeado con más fuerza de la necesaria a Kihyun, quien se quejaba del poco tacto del mayor; Minhyuk reía escandalosamente, acusando a Hyungwon de que este le hacía cosquillas. Sin embargo él estaba mareado y el mayor no parecía tener la más mínima intención de alejarse de su cuerpo aunque la dinámica hubiera terminado. No se estaba rozando pero podía sentir su cuerpo vibrar por la cercanía del torso de Jooheon en su espalda.


Jooheon estaba encantado con la situación. Al haber repetido materia ya conocía de sobra la dinámica, por lo que se mantuvo prudentemente cerca del menor para ser su pareja. Eran esas clases prácticas las que le daban la vida entre tantos apuntes y trabajos. Aquellos ejercicios le ofrecían la oportunidad de tocar al menor con una buena excusa. No es como si no fueran lo suficientemente cercanos como para tocarse, pero no de aquel modo tan íntimo. Podía sentir al de cabello castaño temblar ante su toque y deseaba fervientemente acortar la escasa distancia que les separaba y apretarse fuerte contra el cuerpo del más bajo. Apoyó su barbilla en el hombro del otro y cruzó sus brazos sobre el estómago de este, abrazándolo. Le encantaba ver el efecto que provocaba en el menor, cómo se agitaba cuando su aliento chocaba contra su oreja. Estaba a punto de susurrarle cualquier impertinencia por el simple placer de hacerlo sonrojar pero la campana salvó a Changkyun, quien huyó de la clase sin siquiera darle la oportunidad al profesor de acabarla. Sabía que su interés era recíproco, entonces, ¿por qué el menor se empeñaba en rechazar cualquier acercamiento que se desviara de lo "normal" entre amigos? El de pelo castaño le volvía loco y, aunque se divertía haciéndole sonrojar en público, cada vez era mayor la necesidad de besarle hasta ver los labios rojos e hinchados del menor. Si todo iba bien, ese mismo Viernes se declararía y rogaba para que el otro no lo tomara a broma. O, peor aún, prefiriese al chico atractivo de la app de citas.



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Hola, preciosidades.

Me he divertido mucho escribiendo este capítulo e imaginándome al pobre Changkyun muerto de vergüenza por la situación.

Como dato curioso, la personalidad de Jooheon es una mezcla de un par de chicas con las que hace un tiempo tuve algunos encuentros bisastrosos.

Espero que os haya gustado.

Xoxo

Bisaster (JooKyun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora