22| Casualidad

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Evan abre la puerta com cara de fastidio y lo miro detenidamente. Lleva puestos sólo unos bóxers y unos calcetines, justo como lo dejamos anoche en su cama.

—Entra—dice dándose la vuelta dejando la puerta abierta.

Sin mediar palabra entro detrás suya, Evan vuelve a entrar a su cuarto y se tira en su cama boca abajo. Me siento en el sillón de enfrente y suelto una pequeña carcajada.

—¿Que te ha pasado?—me burlo.

—Pues que no pienso volver a beber en lo que me queda de vida—dice dándose la vuelta.

—Ya claro, y yo no pienso tener sexo en lo que me queda de vida—ironizó poniendo los ojos en blanco y él me tira dagas con la mirada.

—Que te den, hablo en serio.

—Sí, y yo también. Evan cariño, el alcohol es como el sexo, una vez que lo pruebas olvídate de dejarlo.

—Lo que sea. Por cierto, el viernes hay fiesta.

—No me apetece, estoy agotada física y mentalmente, lo único que quiero es ir al centro ducharme y dormir hasta el domingo.  

—No. Puede. Ser—dice lentamente y se reincorpora como si la resaca se hubiera esfumado de un momento a otro.

—¿Por qué? No me apetece Evan, además, tenéis más de doscientas pu... chicas en ese paf, a mí no me necesitáis.

—Amber, la fiesta no será en el paf, será en el Provocateur—dice sabiendo la reacción que causarán sus palabras en mí.

—No me lo creo, sólo quieres que vaya.

—Sí que es verdad, Amber. Lo ha reservado Adonis. Además no habrá sólo gente del paf. Tú allí no vas a ir como empleada, vas a ir como amiga.

—Ah pues, entonces Adonis seguro que no querrá que vaya.— digo pensando en su actitud esta mañana.

—No digas tonterías, a él no le importará. Además, el Provocateur es lo suficientemente grande para que no os veáis en toda la noche.

—Eso espero.

—Por cierto, ayer cuando me dejasteis aquí ¿dónde fuisteis?

—A ningún lado—digo desinteresada y él me me mira frunciendo el ceño.—digo, me llevó al centro y luego se fue.

—Ah.

—Bueno, yo me voy ya.—me levanto y me coloco el bolso bien.

—¿Te llevo?

—No hace falta, tú descansa—me río y me acerco a darle un beso en la mejilla.—Iré en taxi.

—Vale bonita, tú también descansa. El todoterreno te esperara el viernes donde siempre.

—Vale.—Digo y salgo del edificio para llamar a un taxi.

Me paso todo el camino apoyada en la ventanilla. Estoy agotada, llevo una racha de no estar quieta ni un segundo y estoy exhausta. Al llegar al centro me deslizo como un cuerpo sin vida hacia la cama. Y así transcurre mi jueves, durmiendo y viendo películas con Sammy y Riley.

¿𝐂𝐮á𝐧𝐭𝐨 𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora