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Ahí estaba ella... Esa pelinegra de grandes ojos verdes, y sonrisa triste.

Llevaba una minifalda de color rojo, tacones, y un bralette de encaje negro.

Llegó al bar, y los hombres comenzaron a devorarla con la mirada. Ella simplemente buscaba estar sola.

—Una cerveza, por favor —pidió. Su voz es tan dulce que podría morir de diabetes con sólo escucharla hablar.

Y no me molestaría en lo absoluto.

La observé durante un largo rato. Seguía pidiendo una cerveza tras otra, y alejando a los hombres que se le acercaban.

—Una cerveza, por favor. —Ya perdí la cuenta de todas las que pidió, y a este punto amenazaba con caerse del taburete.

Así pasó.

Cayó al suelo, y fue cuando un sesentero intentó hacer su movimiento. Fue alejado por un hombre de traje, que intentó lo mismo y casi se la lleva un imbécil cualquiera.

—Déjenla tranquila —decreté, posicionándome entre ellos, logrando que se fueran, y quedarme solo con la chica.

Me sonrió.

—¿Quieres una cerveza?

Y esa fue la primera vez que no pude decirle que no.

miami beer; lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora