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Jamás creí sentir algo así por un mocoso tan egocéntrico como lo era él, ese chico tonto que había llegado a mi vida y sin saberlo la dió vuelta por completo. Nuestros caminos siempre estuvieron destinados a cruzarse, éramos lo que le faltaba al otro. Si tan solo me hubiera dado cuenta antes, si no hubiera esperado tanto tiempo quizás, y solo quizás, el seguiría aquí conmigo.

Era un deseo estúpido, querer atarlo a mi para siempre, después de todo éramos muy diferentes. El tan altanero, confiado y orgulloso, yo en cambio serio, severo y reservado. Nadie podía negar que éramos polos completamente opuestos.

Pero aún así, ya se sabe lo que dicen; los polos opuestos se atraen, Kayn y yo no éramos la excepción.

Pero aún así, ya se sabe lo que dicen; los polos opuestos se atraen, Kayn y yo no éramos la excepción

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Soy esecencialmente, una buena persona, leyó aquel hombre, de un cuaderno. Siempre lo llevaba consigo. Nada especial, quizás.
He cometido errores, como todo el mundo. No soy perfecto. Me dejó llevar por mis impulsos, a veces. Cometo actos impuros, de pensamiento, casi siempre, a veces de obra. Cuando no puedo evitarlo, cuando no queda otro remedio, porque la carne es débil, por muy fuerte que intentemos sujetarla.

El sujeto re-leyo esa misma páginas unas cuantas veces más, su mirada melancólica volvió nuevamente. Más como siempre las lágrimas nunca se escapaban. No entendía ese sentimiento, leer el pequeño diario le causaba dolor, remordimientos, pero no quería parar de leerlo, quería continuar, leer cuantas veces sea posible y entender que era lo que había sucedido realmente en la cabeza de ese chico.

No, en realidad no era eso lo que quería realmente y lo sabía. El solo desea entenderse a si mismo, la clase de mounstro que es, la clase de pensamientos que provocó en aquel chico que tanto amo y que de alguna forma, lo perdió.

El único consuelo del hombre eran las páginas de ese libro, junto la fría noche que la acompañaba en su lectura llena de sentimientos encontrados. Quizás y solo quizás, luego de esto podría sentirse realizado, para así continuar su vida.

Ocurrió cierto invierno, el frío llegó tan rápido que no me había dado cuenta. Aunque en realidad en ese tiempo no conocía la verdadera calidez, hasta que... El albino cerro aquella página antes de leer todo lo que faltaba, no podía, no estaba listo aún para soltarlo completamente. Aparentaba ser fuerte, no lo era, nunca lo fue, solo era bueno mintiendo y nada más que mintiendo. Daba asco. Se daba asco.

- Oh, mire maestro la nieve al fin llegó

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- Oh, mire maestro la nieve al fin llegó. - Su suave voz se hizo presente en la pequeña cabaña silenciosa, dónde se resguardaban del frío y el acercamiento de aquellas tormentas de nieve.

El mencionado anteriormente se giró hacía su alumno con tranquilidad, apenas lo hizo notó el brillo en los ojos del joven. Arqueo una ceja para así observar la nieve con indiferencia, la había visto tantas veces que ya no le causaba la suficiente emoción.

- Claro, ¿Nunca habías visto la nieve, Kayn? - Pregunto mientras terminaba de acomodar sus cosas para así ir a sentarse junto al chico, observando cada una de sus expresiones. Como un niño. En el cuerpo de un adolescente claro.

- De donde yo provengo la nieve no es habitual, usted lo sabe más que nadie - Comento el joven bajando levemente la mirada. El hombre a su lado continúo mirándolo fijamente

Ah. Esa mirada melancólica de nuevo. Pensó enseguida al notar dicha mirada en su alumno. Era demasiado recurrente verlo así cuando recordaba algo que no deseaba. No le gustaba verlo desanimado.

- No te preocupes, aquí abunda así que creeme que te cansaras de verla todos los días - Dejo caer aquel comentario mientras acariciaba la larga melena del muchacho. El muchacho que ahora sí sonreía. Ese muchacho que había recobrado aquella luz en sus ojos que tanto le agradaba.

 Ese muchacho que había recobrado aquella luz en sus ojos que tanto le agradaba

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Un fuerte golpe, y otro, luego otro, otro más aquí y por allá. Desquitaba todo su dolor en aquellos golpes en esa pobre pared blanca -ahora levemente agujereada-.

Quería arrancarse de una vez ese dolor, pero no podía, no mientras leyera esa corta frase que lograban desmoronar la fachada que tanto le había costado crear.

Ocurrió cierto inverno

Ocurrió cierto invierno

Ocurrió cierto invierno

Esas palabras se repetía en su mente constantemente, una y otra y otra vez. Había perdido demasiada gente a lo largo de su vida, ¿Por qué él se quedaba tan pegado a su mente?, ¿Por qué no lograba arrancarlo de su cabeza?.

Sabía las respuestas a esas preguntas, pero ese era el problema. Las sabía. Las sabía demasiado bien. Por eso le dolía tanto aceptarlas

Poison and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora