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El sonido de su pluma inundó toda la habitación. El tan poderoso maestro de las sombras por primera vez dudaba de sus acciones, por primera vez su trabajo se volvió tedioso, pero por milésima vez pensaba en el peli-negro.

Creía que su amor había pasado a una necesidad insana. No, no lo creía, lo sabía perfectamente. La obsesión que tenía hacía Shieda Kayn era tanta que aún muerto lo deseaba más que nada. ¿Cómo llego a eso? No lo entendía, desde que Kayn se había vuelto un adolescente notó el gran atractivo que poseía.

Sin embargo entre más se interesaba en el, su mejor acólito madura constantemente, se convierte en una excelente arma. Tanto así que si estuvieran en otros términos probablemente sería el orgullo de la orden. Pero no era ese su destino. Entre más se convertiría en un asesino menos sentimientos.

No le agradaba la idea, pero aún así debía enviarlo a las misiones, entrenarlo y quizás simplemente impulsarlo un poco a que no pierda su humanidad. No quería que Shieda sufriera tanto como él mismo en ese momento. Aunque de saber que terminaría así, quizás hubiera preferido cortar esos sentimientos de raíz antes de que continuarán creciendo.

Suspiro, era lo único que podía hacer ahora para relajarse. Mientras en su mente se hacía una y otra vez preguntas sin respuestas aparentes. ¿Algún día podré volver a su estabilidad mental?. Nah. No lo creía para nada, desde que el joven Shieda llegó a su vida supo perfectamente que su mentalidad no sería nuevamente estable. Mucho menos después del accidente

La soberbia era algo que caracterizaba al joven Shieda de los demás

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La soberbia era algo que caracterizaba al joven Shieda de los demás. Pero era esa soberbia lo que hacía que logrará alcanzar sus metas.

Desear el poder y luchar por conseguirlo era uno de los valores peculiares de ese chico. Pero ¿Realmente es lo que aparentaba?, Todos tenemos una máscara ciertamente y claro el chico no era la excepción.

Esa soberbia solo era una forma de ocultar cada inseguridad que cubría su ser. Esas horribles inseguridades que cada día hacía que menos quisiera despertar al otro, que lo rompía poco a poco y que no tenía solución alguna.

¿Que inseguridad podría tener el chico? Guapo, inteligente, poderoso... Nah, solo eran cosas tontas para el, se sentía vacío cada puto día. Y no existía nadie que llenará aquel vacío.

Ese terror de ser consumido por el odio le causaba noches de insomnio, no podía hacer nada ya. Daba asco. Se daba asco. Y sentía que le daba asco a todos los demás. Después de todo simplemente es un niño arrogante que solo busca atención... Si, solo eso.

Poison and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora