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Cómo era habitual en la orden, todos estaban entrenando, esforzándose e intentando destacar. Aunque casi nunca lo hacían. No muchos llamaban la atención con su habilidad, por no decir ninguno. Después de todo solo él lo hacía. Fuerte, orgulloso y habilidoso, en pocas palabras así era Shieda Kayn, el único alumno que había dominado todas las armas y que siempre lo sorprendió con su fuerza.

A pesar de su rebeldía en algunas ocasiones, era buen estudiante y era excelente para las misiones de asesinato. Aún así lo que tenía de buen alumno, le faltaba de educado. Se metía en peleas muy constantemente, siempre tenía un lío nuevo y jamás se cansaba de meterse en cualquier cosa.

Aún así entendía que era simplemente la adolescencia, pero no siempre podría protegerlo. Tampoco es la intención, el sabe defenderse solo y la gran mayoría de sus problemas se los guarda. Suelen ser terceros por los cuales me entero de sus malentendidos y peleas.

En fin, tampoco podía hacer nada para detenerlo. Simplemente continúe observando todos los entrenamientos, cada uno hacia algo diferente y en lo que se destacaba más, sombras, armas, meditación, sanación, etc. La gran mayoría era de sombras y armas.

Cierto chico de cabellera muy larga siempre solía entrenar con esa guadaña maldita, la misión era destruirla pero al no lograrla Kayn se la quedó. Apesar de que le expliqué que era peligrosa, el pelinegro se negó diciendo que la podría domar y hacerla suya. No le creía una palabra, pero simplemente había confíado.

La verdad si me había sorprendido lo bien que manejaba esa guadaña. Quien apesar de que haya corrompido parte de Kayn, el lo mantenía a raya.

Extrañaba eso de Kayn. Extrañaba verlo entrenar. Lo extrañaba mucho

La voz de cierto chico había interrumpido su meditación, ahí estaba el pelinegro junto a su guadaña peleando como casi siempre lo hacían

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La voz de cierto chico había interrumpido su meditación, ahí estaba el pelinegro junto a su guadaña peleando como casi siempre lo hacían. Se había acostumbrado demasiado a eso así que no le molestaba del todo.

Dime, Kayn — dije mientras cerraba los ojos para continuar mi meditación con calma, dejando que las sombras fluyeran por mi cuerpo y tomarán posesión de el.

Como me pidió fue investigar al pueblo, al parecer atacó no hace muchas semanas. Cómo siempre fueron cuatro víctimas y no había rastro de él. Las víctimas eran unos adolescentes que al parecer ese día habían salido — Informo el chico mientras apoyaba la guadaña en la esquina más lejana posible. Al igual que yo está harto de la horrible voz de Rhaast y sus quejas constantes.

Perfecto, descansa ahora. Mañana tendremos que partir nuevamente. Si no es que hace mucho atacó entonces aún no debió llegar a Noxus — Me levanté del suelo para así soltar un largo suspiro, dejando que mis tensionados músculos se relajarán un poco.

Bien... — El pelinegro se fue hacia su habitación algo desganado. Sabía que le afectaba mucho hablar de Noxus. Después de todo es el núcleo de sus traumas, pero aún así debía enfrentarlos tarde o temprano.

Yo me voy a asegurar que cuando asesine a Jhin por fin se convertirá en el arma perfecta. Superara sus miedos y quizás podría estar junto a el como líder de la orden. Aunque no le dirá nada, él mismo deberá hacerlo por si solo y si se lo digo se obligará a no temer. Debe ser natural, en todo caso de que no podría simplemente no funcionar.

Poison and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora