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(este capítulo solo será de y para Kayn. Así entienden un poco su problemática mente).

Abrió los ojos lo máximo que pudo. Su corazón estaba apunto de estallar o salirse de su propia garganta. El dolor en el pecho no se detenía ni aunque quisiera. Le costaba tanto respirar, boca, nariz, ambos eran inútiles sentía como si se ahogara en un agua pesada que no lo dejaba.

El temor acechaba en la oscuridad, con cada pestañear eso avanzaba hacia el para destruirlo por completo. Para que se ahogara en su propia oscuridad y dejar de negar sus pecados.

Tomo las pastillas que se encontraban a su lado, intentando relajarse, dejando que su pequeño momento de tranquilidad fuera la salvación a aquel círculo vicioso que se presentaba cada mañana.

Esas estúpidas pastillas era lo único que hacía que pudiera ignorar como las sombras se reían burlonamente de el mientras se envenenaba poco a poco al buscar una cura de su condición. Pero sabía que nunca podría dejarlas, porque era lo único que lo hacía mantenerse a flote y no caer en las garras del odio que le repiten cuánto merece morir.

Se levantó de lo único que lo arrullaba de forma suave durante sus peores momentos. Debía volver a su pequeño show de incredulidad y falsas sonrisas que lo rodean constantemente. Pues si chicos, la vida de Kayn no es de un dichoso alumno perfecto que nada en el favoritismo y simplemente es un adolescente. Ha pasado tantas cosas desde que nació que casi ni puede ser un adolescente común, siempre debe pensar por los demás y la orden. Como un adulto.

Su caminata hacía el campo de entrenamiento fue relajada, despertó temprano así que era de los pocos que llegarán. Por no decir el único además de su maestro. Quien a veces se preguntaba si Zed dormía realmente pues siempre estaba ahí cuando llegaba. Le gustaría preguntarle, pero sentía que no podía hablar de algo tan banal. Él estaba tan ocupado, siempre debía hacer algo y apenas podían hablar de algo, solo sobre sus misiones y algún reporte, tarea o algo que se le asignará. Y esto último casi nunca pues se organizaba de otra forma:

Cada semana el maestro hacía una tabla con misiones según el rango, que iban desde simples tareas domésticas hasta misiones de espionaje y asesinato. Normalmente los más experimentados hacían estos últimos, mientras que los jóvenes en artes se quedaban con lo fácil. Él mismo había hecho cada misión de cada rango, actualmente se le asignan cosas bastante difíciles que se basan en matar ciertas personas que perjudican al maestro y la orden.

De alguna u otra forma se arreglaba para cumplir su parte sin caer medio muerto por su ansiedad y estrés durante la batalla. Debía admitir que era bueno en eso, actuar y mentir. Después de todo lograr engañar al mismo Zed de que se encontraba perfecto todos los días no era nada fácil.

 Después de todo lograr engañar al mismo Zed de que se encontraba perfecto todos los días no era nada fácil

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Su entrenamiento habitual comenzó. Tan monótono. Tan repetitivo. Siempre debía llevar su máscara en ese momento, orgulloso, inalcanzable para todos. Cuando en realidad estaba roto por dentro, estaba envenenado y solo era un titere que tarde o temprano terminaría por morir.

Todos ocultan sus demonios, Kayn no es la excepción. Más nadie creía que realmente esa frase aplicará al joven, ¿Qué clase de problemas podía tener?. Estúpido pensamiento creer que el gran Shieda Kayn estuviera enterrando algún tipo de dolor en aquella sonrisa falsa.

Una sonrisa de porcelana que podría romperse si bajara la guardia aunque sea unos pequeños instantes. Tan delicada, que pasaba por real.

No importaba, mientras continuará superando a todos, y llegar al punto de  enorgullecer a su maestro estaría satisfecho. O eso creía en su vacío corazón, en realidad si lo pensaba podría decirse que no tenía metas claras en su vida, vengarse de Noxus no era primordial pues sabía que el solo contra un imperio no saldría bien. Aunque si permanecía el odio ahí y le agrada la idea de imaginarios muriéndose.

Pero, ciertamente carecia de aquella motivación de la cual todos podían presumir en la orden. Podría ponerse una meta falsa para ser bien visto, pero sabía que nunca sería lo que realmente deseaba.

¿Alguna vez dejaría de ser una decepción en cada cosa que hacía?

No...

No creía que alguna vez algo así pasará

Poison and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora