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La habitación se sentía más fría de lo común. Quizás era simplemente por la falta de aquella cálida sonrisa que aún no podía borrar de su cabeza. O en general su presencia.

Si, ese chico de alguna forma donde sea que iba llevaba calidez con el. Ese aura relajada hacía que todos quisieran estar a su alrededor y no se sintieran incómodo.

Ah. Volvía a pensar en él y sus cualidades perfectas. Cómo se notaba la falta que le hacía el muchacho en su vida, nunca imagino que realmente pudiera extrañarlo de esa forma. Pero ahora sabía lo doloroso que era perder un ser amado.

Sabía que debía dejarlo atrás de una vez por todas. Necesitaba por su bien físico y mental dejar que Shieda Kayn se convirtiera en un hermoso recuerdo en su mente en vez de una barrera para continuar al futuro.

Decidió que sería la última vez que tocará la habitación del muchacho, no más recuerdos dolorosos y no más torturarse mentalmente con su muerte. Debía dejarlo ir, seguir adelante como el hubiera deseado que lo hiciera.

Y así sin más comenzó su trabajo pequeño con toda la habitación. Vacío cajones, acomodo ropa, tendió la cama e incluso limpio un poco para que quedara como la primera vez que Kayn llegó ahí y comenzó su pequeña aventura llena de altibajos. De dolor, agonía y tristeza

Pues sí amor era tan tóxico como el veneno más fuerte y tan puro como los mismos ángeles.

Pues sí amor era tan tóxico como el veneno más fuerte y tan puro como los mismos ángeles

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(Narración de Kayn)

Se acercaba a su destino junto a su maestro. La gran misión que podría coronarlo victorioso en la guerra contra el Darkin. O podría perecer en el intento y dejar que Rhaast destruya Jonia. Cosa que no podía permitirse.

Así fue como en la densa pero hermosa nieve caminaba, incluso si las tormentas se hacían más fuertes era decidido que hoy debía matarlo de una vez por todas.

¿Oh? ¿A quien se preguntarán? Eso es muy obvio, un enemigo en común de Jonia, una amenaza completa y un demonio completo. Khada Jhin.

Ese mounstro aterrorizó a los pueblos de Jonia. Debía enfrentarlo no solo para traer una inminente paz, si no también tranquilizar su corazón y explotar su potencial.

Mentiría si dijera que no estaba aterrado. Lo estaba. No sabía cómo terminaría eso. Con la muerte de Jhin, la suya, la del maestro Zed. Quizás solo la de dos o incluso los tres. Había tantas posibilidades de perder como de ganar que le ponía de los nervios.

De todas formas no entendía porque su maestro se empeño en que lo acompañará y fuera el quien perpetuarse esa misión. Quizás los guerreros Jonianos o los de la orden de Kinkou podrían ser más útiles en este caso. Y a pesar de que pregunto en repetidas ocasiones, su maestro nunca le dió una respuesta satisfactorio o completa

Suspiro pesadamente. Solo esperaba que saliera vivo de esta. Y que también gracias a dominar al Darkin su oscuridad, que aún fuera de la orden le acechaba, lo dejara en paz de una vez por todas.

No podía soportar aún más que los demonios continuarán riéndose a sus espaldas de forma burlona por ser tan débil. Mientras que simplemente intentaba ignorarlo ahogándose en su propio veneno para salir de ese estado de sobriedad dónde era consiente de todo lo que lo rodeaba.

Faltaba muy poco para su destino

El destino final

Todo lo que lo cambiaría como persona... Nada podría salir mal ¿Verdad?

Poison and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora