Huyendo.

127 10 4
                                    

Capítulo 2

Huyendo.

Desolada. Vacía. Abandonada. Mi vida se había deteriorado en tan solo un segundo.

Me vi inservible.

A pesar de que tener siete años cuando ocurrió no dejo de sentir remordimiento al haber sido una completa incompetente.

Las sueños siguen atormentándome, las llamas del Infierno al que estoy condenada consume las vidas de aquellos que pude haber salvado de no haber sido tan ignorante. De haber sido más fuerte en ese entonces no la hubiera perdido. Si tan solo no fuera una enclenque que lamenta la muerte de sus propios enemigos tal vez mi familia estuviera viva. Más sobre todo si no me hubiera ido...no hubiera presenciado sus cuerpos arder ante mí.

Aún puedo sentir como el olor de carne incinerada llena mis pulmones; al igual que puedo sentir el vómito subiendo por mi garganta hasta el punto donde mi propia lengua me causa repugnancia por el simple hecho salivar. Es como si mi propia saliva fuera moco. Mi cuerpo retumba con cada paso que tomo sobre los cadáveres a mis pies.

He estado caminando por lo que parecen horas, más no me molesta...estoy acostumbrada. Después de todo llevo escondiéndome desde hace años; soy lo que se podría llamar una prófuga de la "justicia."

Los Delta, Alfa y Zero me buscan por mis habilidades...mis habilidades especiales. Fui entrenada para mata, aunque haya sido en contra de mi voluntad. Al parecer fui un títere siendo controlada por un titiritero despiadado...en especial porque a mí titiritero le gusta que su juguetito se manche de sangre.

Me niego a formar parte de esta sociedad. El hecho de tan solo vivir en este mundo de porquería para observar cómo la gente es mutilada por la oscuridad que vive dentro del hombre me causa repugnancia. Hubiera acabado con mi vida hace años si no tuviera la encomienda de encontrarla...tan sólo deseo poder estar con ella.

Es mejor el seguir avanzando tapando mi nariz para que el olor a piel pudriéndose no lastime mis fosas nasales. Puedo saborear la carne quemada a lo largo de mi garganta. Necesito vomitar, más no vomitaré en la montaña de cuerpos, por lo menos debo respetar la tumba donde sus espíritus vagaran por siempre. Debo obligarme a no mirar el suelo, sé que si lo hago romperé en llanto nuevamente. El lagrimear en este lugar terminaría siendo otro castigo por haber sido inútil.

—Encuéntrenla, — oigo a lo lejos como me están buscando. Debí haber continuado hacia el sur en vez haber girado al oeste. Tengo que apresurar mi paso si no deseo ser capturada, sin embargo el moverme con brusquedad les alertaría sobre mi posición. Con cada paso que doy se logra oír el interminable crujido de los huesos bajo mi cuerpo. —No se pudo haber ido muy lejos.

Las voces me irritan, me desesperaban.

Mi mente no puede dejar de girar, mi respiración se acelera al igual que mis piernas comienzan a sentir la adrenalina entrando a mis venas como si de veneno tratase. Necesito salir de aquí y esconderme. Joder, necesito esconderme, ¡ahora!

Nada puede empeorar esta situación. ¿Qué mentira más jodida era esa? Sé que a pesar de la ventaja que mantengo, aquellos que están a cargo de mi captura en esta zona están demasiado cerca de mí; si no logro esconderme pronto, terminaré siendo esclava de orto titiritero. Nada me garantiza que mi próximo dueño sea tan "amable" como el que me vi dispuesta a asesinar.

—Ahí estás. — Aquella voz gruesa y desagradable mandó escalofríos a través mi espina dorsal. Mi cuerpo está completamente tensó mientras la sensación de una estaca perforando mi corazón se adueña de mi manera al reaccionar.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

Ahora si este es el fin. Nadie había llegado a acercarse tanto a mí, es la primera desde que perdí a mi familia. No recordaba lo que se sentía entrar en pánico hasta que logré enfrentar la mirada de mi atacante. Maldita sea, es enorme de tamaño, es más que obvio que me destroza de un solo golpe. Su mirada, aquella sucia y despiadada mirada me desagrada. Es suficientemente repulsiva para provocar vómito ascendiendo por mi garganta, puedo saborear el desayuno de ayer en mis labios, no logro soportarlo, no tengo de otra más que escupir parte de lo que no me pude tragar para evitar pasar vergüenza.

El hombre me está viendo con aquellos ojos apagados, sin alma, mi cuerpo no está reaccionando como debe. Cualquier movimiento erróneo de mí parte y terminaré con mis piernas rotas y mi cara contra el suelo...contra la piel quemada y los huesos rotos.

— ¿Cecilia Nelson? — Me han encontrado. Tan solo deseo poder correr, huir, hasta perder de vista el troglodita que amenazantemente sujeta un arma contra mí. La situación no está a mi favor; esto simplemente va a terminar desesperándome. Joder.

No debo responder. El contestar su pregunta sería un acto estúpido de mi parte por lo que es mejor escanear su traje con la mirada: Zero.

Maldición.

Los Zero son un grupo de personas que proclaman combatir por "el bien de la humanidad," cuando la realidad los muestra como lo que verdaderamente son: una mierda más en este mundo. Alimentan a los sobrevivientes con mentiras para poder utilizarlos como una barrera impenetrable: un escudo humado.

El hombre se me está quedando viendo, supongo que ha de intentar el adivinar mis pensamientos. Maldito infeliz.

—Señorita Cecilia tengo órdenes de llevarla al cuartel general. — Aquél hombre da un paso hacia mí, como reacción yo tomo dos pasos hacia atrás. Nuevamente el da un paso hacia el frente y yo repito los dos pasos hacia atrás. No voy a dejar que se acerque. Logro alejarme de él con un movimiento rápido; mí mente no lograba procesar la orden de que mis piernas debían ponerse en marcha. Estoy corriendo, huyendo, y aun así mi cuerpo no logra coordinarse.

Nuevamente he salvado mi propio pellejo.

¿Por qué he nacido tan débil? No lo sé. ¿Por qué no soy capaz de ayudar a alguien? No lo sé. Las preguntas se acumulan en mi cabeza más las respuestas no parecen llegar. He perdido al hombre de vista, por lo que ahora es mejor concentrarme en buscar ventajas ocultas a mí alrededor. Debo buscar refugio donde pueda ocultarme durante la noche e incluso más tiempo debido a que soy incapaz de dañar a ese hombre, a pesar de causar repulsión en mi cuerpo, soy incapaz de lastimarlo mucho menos matarlo.

Patética. Lo admito...soy un asco.

De tanto pensamiento que está cruzando mi cabeza no me estoy concentrando en lo importante: no tengo donde ocultarme.

No tengo como salvarme.

¿Qué sucede? Mi cabeza se está nublando. Un dolor insoportable recorre mi cráneo como si un partillo hubiera golpeado el lado derecho de mí cráneo. Suelto un grito de tortura antes de sentir como mí cuerpo está siendo partido en dos por una razón que desconozco.

Me duele.

Sin importar cuanto grito sin piedad mi cuerpo no logra comprender lo que ha sucedido. Ahora solo siento mi cuerpo desmayándose. No logre ver nada, no distingo la figura de mis propias manos...todo está borroso. ¿Qué diablos? Me siento más ligera de lo normal y mis piernas tiemblan. ¿Será acaso que agote mis energías corriendo? No...imposible.

Mis ojos se están cerrando mientras la oscuridad invade mi cuerpo

...mierda...

Me capturaron.

Matar por PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora