¿Un Sexy Acosador?

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Capítulo 3

¿Un sexy acosador?

He despertado. ¿Acaso no puedo sentirme peor en este maldito momento? Despertar en una habitación sin ventana alguna, completamente desarropada y con un inaguantable dolor de cabeza no es la manera ideal para despertar. Aunque supongo que no puedo quejarme, al fin de cuentas me encuentro acostada en una cama. La primera cama que he sentido en quince largos años, siento como el esponjoso colchón se hunde mi peso, la sedosa tela de la que está hecha la sábana que envuelve mi cuerpo desnudo es confortablemente cálida. Pero aun así, me siendo expuesta en este lugar.

Vulnerablemente cómoda.

Mis ropas están al pie de la cama limpias y dobladas a la perfección, hace tiempo que dejó de importarme la limpieza de mis pertenencias. No es como si conmigo llevara una lavadora o tuviera un lugar seguro donde pasar la noche, sin mencionar que la electricidad es únicamente para aquellos lo suficientemente ricos para adquirirla o lo suficientemente idiotas para venderse por ella. Al igual que la escases de agua limpia.

Muevo mis pies con cuidado a pesar de no querer dejar la comodidad de lo que probablemente sería mi nueva cama. Estoy hipnotizada por el objeto en el cual solía arroparme todas las noches. Algo a lo que decidí renunciar para no participar en esta guerra de mierda.

Abrazo mis piernas con fuerza dejando salir el aliento que he estado manteniendo, al instante que escapa de mis labios choca contra mi piel causando escalofríos. Mi cuerpo vibra contra la cama mientras desenvuelvo mi cuerpo de las sábanas. Quisiera nunca dejar esta comodidad, más estos trucos no lograran hacer que me una a ellos. No pelearé por una causa que aprueba el asesinar.

La tela de mi ropa limpia es tan exquisitamente suave. No desperdicio tiempo al momento de vestirme, volver a utilizar mi ropa hace que no me sienta tan indefensa en este nuevo hábitat. La tela hace maravillas al deslizarse en mí cuerpo, por primera vez vuelvo a sentirme limpia.

Notó el espejo frente a la cama, pensándolo bien, hace mucho que no observo mí reflejo; con cautela me acerco, preparándome para ver una calamidad...y ahí estoy.

Tez pálida, cabello oscuro y ondulado que llega a la altura de mi busto, vaqueros desgastados en la parte de las rodillas y unas zonas por los muslos. La blusa que llevo puesta es de tirantes gruesos, pero la cubre una chaqueta de cuero negra; sin olvidar mis botas y aquellos ojos azules que heredé de mi padre. Ojos que me torturan en cada pesadilla que tengo al ver como el poseedor de similares ojos es aquél que le arrebató la vida a mi propia madre...y que al mismo tiempo casi acaba con la mía.

Cierro los ojos con fuerza, recordar al hombre que en su momento fue mi padre no ayuda a mejorar mi ánimo. Por ahora solo debo idear una manera de escapar de éste lugar, sobre todo si quiero irme antes de que se percaten de mi ausencia. El problema es, que no tengo la menor idea sobre dónde estoy ni cómo podé salir de este Infierno. Mi única opción es vagar en la construcción hasta lograr encontrar la salida, si no es que alguien llega atraparme antes. Dios, que patética soy.

Me acerco a la puerta con lentitud, no sé qué puede estar esperando ahí afuera. Y verdaderamente no estoy ansiosa de averiguarlo. Con manos temblorosas al sujetar la manija dorada giro con suavidad de ésta, o al menos ése era mi plan, más mis nervios terminan traicionándome por lo que abro la puerta de un solo golpe provocando un ruido atroz. Felicidades Cecilia, gran manera de llamar la atención.

Maldigo internamente mientras me alejo de la habitación en la que hace unos segundos me encontraba, ahora me rodean paredes forjadas de metal, una maravillosa atmósfera mientras investigo la zona deshabitada.

Pensé que llegaría a encontrar los pasillos repletos de cadetes armados, más la única compañía que ahora me acompaña es el sonido de mi respiración acelerando con cada paso que doy.

Matar por PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora