Te encontré.

81 8 2
                                    

Capítulo 4

Te encontré.

―Bienvenida a los Zero.

Aquellas palabras terminaron siendo mi perdición. Con el sentir de sus carnosos labios presionando contra mi piel, mil sensaciones explotaron en mi cuerpo. No puedo negar que aquél contacto a erizado cada centímetro de mi piel. Tampoco puedo mentir diciendo que mi temperatura corporal no se ha elevado con el solo roce de sus labios, pero Dios, éste chico es demasiado candente y sus acciones sólo lo convierten en un maestro de la seducción.

No sé en qué momento la realidad ha podido noquear a todas mis hormonas alborotadas, sólo diré que no ha sido un golpe repentino. Enemigo. Es el único pensamiento que cruza mi mente conforme procesa el dolor de su mordida. No. ¡NO!

Utilizo toda fuerza que puedo reunir para empujar al chico lejos de mi cuerpo, no me iba a provocar. Él es el fruto prohibido de éste lugar, la manzana de la misericordia, no debo dejar que me afecte. Esto es lo que él quiere, afectarme, tentarme. ¡Diablos! ¿Cómo no me di cuenta de ello antes?

―Guarda tú distancia muñeco.― ¿Acabo de llamarlo muñeco? Dios, que vergonzoso, ¿en qué clase de chica me convierte este hombre? No. Cecilia guarda la compostura.

― ¿Muñeco?― Parece ser que mis acciones sólo provocan humor ante mi acosador. Me he convertido en el bufón de la corte, por lo menos podre distraerlo lo suficiente para escapar. ―No sabía que fuera propiedad de una belleza, aunque no me puedo quejar.―

Dudo que en algún momento ceda con sus comentarios provocativos. El color carmín invade mi rostro nuevamente, no debería ponerme así; sin importar que él sea un dios griego marcado y musculoso no significa que deba rendirme ante la tentación, ¿o sí?

―Yo no recolecto porquería. ― Valentía comienza a dominar mi cuerpo a pesar de estar bajo sus potentes orbes avellana. No pienso ceder con facilidad, si piensa que Cecilia Nelson es una chica fácil está equivocado.

― ¿Soy demasiado feo para tu gusto?― ¡No! Tú eres demasiado hermoso y perfecto. Obviamente no le voy a decir eso, tal vez en un futuro.

Increíble.

No puedo seguir aquí, yo debo irme. Huir. No puedo de unirme a ningún equipo, es algo que le he jurado a mi madre y a mí misma. Debo alejarme de la tentación.

―La verdad es que no eres de mi gusto. ― Creo haberle golpeado su masivo ego; su ceño se frunce al observarme con cierto disgusto, ¿en qué estará pensando? Me intriga demasiado más no debo darle vuelta al asunto. Frunzo el ceño como respuesta, acción que parece sorprenderle, mi reacción le ha tomado por sorpresa.

Supongo que la mayoría de las chicas han de caer rendidas a sus pies, lo cual posiblemente aumenten las posibilidades de él siendo un mujeriego. Todo parece encajar. Éste chico ha de pensar que puede tener a cualquiera dispuesta a ser utilizada sólo por ofrecerle besos calientes en el cuerpo. Okey, tal vez este sea el caso con algunas mujeres pero, ¡no voy a dejar que él lo sepa!

―Cómo has dicho, demasiado feo. ― Creo que eso lo ha enfurecido. Bien hecho Cecilia, has provocado que el chico más sexy que has visto en años se enoje contigo, esa ha de ser un nuevo nivel de estupidez.

―Camina, ― su voz suena más ronca de lo que ya es, Dios, un nuevo nivel de sensualidad. Es...intimidante. Con aquél tono de voz soy capaz de hacer lo que me pida, sólo que no se lo voy a decir. Prefiero seguir actuando como si no lograra afectarme. ―Iremos al comedor.

― ¿Comedor?― ¿Hace cuantos años no he comido en un lugar decente? O una mejor pregunta, ¿hace cuánto que no como COMIDA decente?

―Es un lugar donde la gente se reúne, se sienta y luego come. ― Su explicación no es más que un elogio a mi estupidez. Desgraciado. ¿Acaso será que encuentre placentero joder a su víctima?

Matar por PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora