— La reconstrucción de los hechos, en especial de nuestros hechos, Watson. Es simple. Esa tarde a las 2.030PM el camión francés pasaba por la puerta del supermercado Carrefour. Este camión transportaba las obras réplicas de Vicent Van Gogh, las que se ausentan son tres y se dirigía al "Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía" De acá, de Madrid— le decía yo a mi compañero, extendiéndole las fotografías de las obras de arte en la mesa del café. Las obras eran de gran valor, y las desaparecidas eran tres.
Él me miró sin entender, entrecerrando sus ojos color almendra y volcando las cenizas de su cigarro en el cenicero.
Lo que retrasaba notablemente nuestros casos había sido la desaparición de los expedientes y pruebas del caso "Réplicas Van Gogh" hacía unos tres meses.Una desaparición repentina, y peor aún, habían desaparecido de mi propio estudio detectivesco. Watson no desconfió de mí ni un solo momento, pero si de alguien muy cercano a mí. Haciendo que me estallara la paciencia ya que él siempre estaba acusando a mi pareja y yo estaba profundamente enamorada.
Por primera vez en nuestras vidas, a pesar de que nos conocíamos desde los 13 años, tuvimos cruces y choques. Pero nada iba a separarnos, no me imaginaba una vida sin ese nervioso hombre de bigotes. Watson era mi persona más preciada, el mejor amigo del mundo, el lugar donde corría cuando el mundo se me desmoronaba. Él se dedicaba a trabajar conmigo en la investigación, su cerebro almacenaba muchísimas cosas. Incluso más que el mío, que era su jefa. Y a pesar de que nuestras personalidades eran color contraste, nos complementábamos mejor que nadie.
Todo Madrid nos conocía, éramos el Sherlock Holmes y Watson del siglo XXI, la policía acudía a nosotros antes que al CNI y todo Dios. Habían intentado muchísimas veces sumarnos a las fuerzas pero a nosotros nos gustaba ser trabajadores independientes. Y para no seguir embarrando la amistad y el vínculo, decidimos dejar atrás aquel caso de Van Gogh. Pero yo, como detective profesional, de título y corazón, no podía permitir que la delincuencia y mafia se saliera con la suya. Ni que una simple pérdida de expedientes me venciera.
Así que a las espaldas de Watson, retomé el caso. Y decidí plantearle el tema ese 3 de septiembre. Después de volver de investigar un suicidio de un anciano en las afueras de Madrid.Esa tarde casi noche, en una Madrid repleta de transeúntes desordenados. Al igual que mi mente que intentaba hacer catársis con Watson conversando de trabajo pero no me salía. Quizá porque le ocultaba cosas, y eso hacía que no me sintiese plena.
En la cabeza tenía muchísimas cosas.— ¿El camionero? ¿Tenés registro? Perdimos todo, Eva. Ni siquiera sabemos qué obras se perdieron— preguntó intentando evitar el caso. Estábamos en un bar de la vuelta de nuestras casas. Ya que él vivía en frente de la mía y por esta razón pasábamos todos los días juntos. No había un solo día en el que no compartiera un cigarrillo y una charla con él.
— Alexandre Barón, un hombre de 53 años, de máxima confianza y mano derecha de los administradores del museo del neerlandés Van Gogh. No presenta signos de violencia en su cuerpo, acordé interrogarlo este martes a las 20.00hs— él me miraba colgado en el aire, sin querer centrarse en la conversación, mientras que yo le pasaba la foto del hombre.
— Las tres obras son "Los comedores de patatas", "La habitación en Arlés" y una versión de "Los girasoles".— Eva, sabes muy bien que acá hay gato encerrado. Y que siempre que siento el encierro felino, jamás fallo— dijo él entrelazando sus propias manos. Ignorando todas las pruebas que yo había vuelto a recolectar y recordando todas las veces que había acertado.
Todos sus sospechosos, resultaban ser culpables. Él no sospechaba de cualquiera, tenía sus razones. Y eso a mí, me hervía la sangre. Porque era imposible que mi pareja sea una delincuente.
Jamás ella, podría efectuar semejante traición.— Lo único cerrado acá es tu mente terca ante el caso "Réplicas de Van Gogh". El obstáculo ya pasó, no insistas más en ella. Ya estoy recuperando los archivos perdidos, no sé qué más querés.
— Debemos desembocar la idea central. No importan los archivos, si los recuperaste o si los perdiste de nuevo. Hay que trasladar y mover los ojos. Acá el núcleo es quién los robó. Y mi gato encerrado sabés quien es.
— Si vos tenés problemas con Agatha, no es mi culpa, Watson. Superá el tema. Hace años querés investigarla por diversas razones, basta ya. Yo la investigué y pude deducir que no tiene absolutamente nada que ver en esto— le dije enojada.
— ¿En serio me decís? ¿Que la has investigado ya?— preguntó dudando de mis palabras.
— Sí, la investigué— mentí. Ni siquiera me tomé el tiempo, porque Agatha era una persona por la que estaba ciega. Watson y yo nos quedamos en silencio, batallando con las miradas.
— La verdad es que no entiendo cuál es la relación entre el robo de las réplicas de Van Gogh, con mi novia— rompí el silencio.— Que el robo de los archivos...
— Te he dicho que ya le investigué. Y que no tiene absolutamente nada que ver—le repetí. El asintió, no muy convencido.
— Me voy, Watson. Nos vemos... Mañana.— Pero no terminamos— dijo fingiendo un tono de pena. Yo le sonreí un poco.
— ¿A dónde vas?— Tengo que ir al bazar. Mi hermana Dalia, está esperándome— inventé con rapidez.
— Chau, Eva. Cuidate y mandale saludos a la Dalia— me sonrió un poco, nos dimos la mano con una sonrisa y yo salí del lugar, subí a mi auto. Un "Maserati Levante" color blanco, prendí un cigarrillo y chequeé mi celular. De todos los mensajes el que me hizo sonreír fue el de ella.
Agatha Ortega
Guapa, espero por ti en mi casa.— ¿Qué hace una chica tan linda por acá?— la saludaba yo, dejando el cigarrillo en el cenicero del coche cuando subió, y acercándome a besarla.
— Hola, Eva— saludó con una sonrisa, dejándome un beso corto, frío como la mayoría de los suyos.
Agatha llevaba el pelo castaño y lacio más arriba que sus hombros, su maquillaje perfecto como siempre. Su nariz recta y sus ojos marrones me encantaban. Era tan mujer que me quitaba el sueño.
Ella era una persona ambiciosa, mientras más lujos tenía, más feliz era. Era muy inteligente, trabajaba como de detective al igual yo y la había conocido en una convección de detectives, yo aún seguía creyendo que era casualidad pura que ella se acercó puntualmente a mí, siendo que había 200 personas más.
Watson sostenía que sus sentimientos hacia mí eran una mentira.
Ella era una persona muy irascible, solía enfadarse muy fácil y yo temía tanto a que me dejase de querer. Así que me callaba frente a sus reclamos y siempre le obedecía.
Hacía unas semanas nos habíamos reconciliado, porque no podía vivir sin ella. Y Watson no sabia absolutamente nada de esto.
El motivo de nuestra pelea, había sido ella. Porque Watson y yo íbamos a comenzar a investigarle, pero nos descubrió antes de que empezáramos, revisando mi celular. En un acto de control celoso e inseguridades.
Nos peleamos fuertísimo, tanto que por mi cabeza nadaba la idea de que lo nuestro se había roto.
¿Qué era lo nuestro en realidad? La verdad es que no tenía idea.
Si a mí se me hubiera acusado de intentar manipular un caso y más a uno de un colega, no lo podría perdonar en la vida. Pero raramente, Ágata Ortega siempre volvía a mí, a pesar de todo.
"Como si tendrías algo que a ella le interesa demasiado" afirmaba Watson, frente a mis oídos sordos de amor. Que no iban a durar mucho más.Nota de autora: Hola! Comenzaremos con la vida de Eva, con como todo cambiará en cuestión de horas. Prometo que en unos caps aparece Zulema.
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𝐍𝐈𝐑𝐕𝐀𝐍𝐀-𝐙𝐔𝐋𝐄𝐌𝐀
Fanfic"María Eva Spinetta era mi verdad absoluta. Mi estado de plenitud, la abolición de sufrimiento y castigo. Mi éxtasis y mi luz. La liberación de mi alma y su unión con la divinidad. María Eva Spinetta era mi nirvana".