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— Narradora —
El albino comenzó a tamborilear la mesa con los dedos, interrumpiendo el tenso silencio que había en el comedor. Recargó su mentón sobre su mano libre mientras miraba al Omega que tenía en frente. Por su lado, el híbrido de oso se mantenía cabizbajo, moviendo su pierna en un obvio nerviosismo al ser regañado por su Alfa. De pronto escucharon el estruendo de un rayo caer, avisando la llegada de la tormenta. Ese ruido había tomado por sorpresa a Rubén, quien brincó en su lugar y cerró los ojos con fuerza, soltó un quejido. Pero el albino no hizo nada más que seguir esperando respuesta.
Había un fuerte olor de pino quemado, cosa que le indicaba al Omega que Willy estaba enfadado, se sentía mal de haber causado esa emoción negativa en su pareja. El silencio comenzaba a ser desesperante para el albino, así que carraspéo la garganta antes de comenzar a hablar.
──── ¿Y? ¿Cuándo piensas explicarme todo, Rubén? ──── preguntó, sin dejar de tamborilear cosa que sólo ponía más nervioso al Omega.
──── Willy, sólo me dio un abrazo ──── respondió en un bajo murmullo, comenzando a desprender un fuerte olor a caramelo con toque amargo, que le hacía saber al ojiverde que tenía un evidente miedo. El albino negó, no aceptaba para nada esa tan escasa respuesta que sólo le había dejado con más dudas de las que debían ser.
──── Dame tu polera ──── exigió, extendiendo su mano con la que anteriormente estuvo golpeando la mesa. El teñido alzó la mirada, mirando con miedo a su contrario antes de negar con suavidad y temor ──── Rubén ──── llamó, usando ésta vez su voz de mando, el Omega rápido bajó la cremallera de su polera y se la quitó, después extendió su brazo, tembloroso, entregándole la prenda al más alto quien la tomó rápido, finalmente el híbrido se abrazó a sí mismo en busca de consolar su miedo por la reacción del Alfa.
El albino llevó la prenda a su rostro, oliendo en busca de otro olor que no fuera el de su Omega, entonces reconoció una mezcla entre el dulce aroma a caramelo de su hermoso novio mezclado con un fuerte olor a chocolate amargo de aquel Alfa de ojos amatistas con quien su novio se la pasaba mucho últimamente. Gruñó, sintiendo asco y tirando la polera del más bajo a un lado.
──── Explícame, ¿por qué el olor de Samuel está en tu ropa? ──── preguntó, levantándose y después caminando hacia su pareja quien comenzó a temblar y llorar, el rubio intentó alejarse pero sintió su brazo ser apresado por la mano del albino.
──── ¡Por favor, Guille! ¡S-Solo me abrazó! ¡Estaba llorando y tu no estabas ahí! ──── respondió con toda su sinceridad, sus sollozos comenzaron a hacerle compañía a sus lágrimas en un llanto desconsolado. ──── No quería hacerte enojar, lo siento mucho, soy un idiota──── habló, con la voz rota, el Omega sintió como el más alto soltaba su brazo, después sintió los brazos del albino rodear su pequeño y tembloroso cuerpo con sus grandes brazos, en un cálido abrazo. A veces el Alfa tenía esos arranques de celos y no pensaba en las consecuencias.
El pequeño Omega correspondió al abrazo, mientras el Alfa liberaba feromonas para intentar tranquilizar a su pareja, y de poco en poco el híbrido fue calmándose, dejándose llevar por el embriagante olor de pino que su novio tenía. Después de unos minutos el más alto se separó y le dio un corto beso al rubio, acarició sus mejillas limpiando las pocas lágrimas que aún quedaban en éstas y lo miró a sus ojos enrojecidos por el llanto, se agachó un poco para poder juntar su frente con la del mayor.
──── Perdoname tú a mí, solo no quiero que te des cuenta de que hay quienes son mucho mejores que yo, no quiero perderte ──── murmuró, después soltó un suspiro y le dio otro beso al híbrido quien sonrió ligeramente, enternecido.
──── Pero si te amo, ¿En serio crees que te dejaría por alguien más? Para mí nadie es mejor que tú──── dijo sincero antes de volver a aventarse a los brazos de su Alfa, en otro abrazo cálido. Ambos sonreían ahora, Willy cargó al híbrido y fueron hasta la habitación para poder darse mimos. A veces Willy era un Alfa bastante posesivo, pero había intentando cambiar eso por conservar una buena relación con el híbrido.
Después de palabras bastante empalagosas, besos abrazos y caricias totalmente cariñosas, fueron quedando dormidos con tranquilidad. Esa era la mejor parte después de arreglar sus problemas, el poder estar tranquilos y decirse lo mucho que se aman.
