El color rojizo del cielo anunciaba que la noche se acercaba despacio, dando paso a una oscuridad total, únicamente compensada con el brillo de algunas tímidas estrellas que asomaban entre las densas nubes de tormenta. El viento comenzaba a agitar las copas de los árboles de forma violenta, y unas finas gotas de lluvia hacían acto de presencia, cayendo de manera inclinada, en el sentido que marcaban las fuertes ráfagas. Pronto, el sonido de la intensa lluvia fue acompañado por unos truenos que partían el cielo, descendiendo de lo más alto cegadores destellos, que anulaban la oscuridad absoluta, descargando su furia a través de los rayos.
Nadie querría salir a la calle en aquellos momentos, nadie excepto Rin Matsuoka.
------------------------------------- Tres días antes---------------------------------------------------------
-¡Oi Haru! ¿Dónde está la camiseta negra? No la encuentro –el pelirrojo había desordenado el armario entero buscando la prenda, y algo le decía que no la iba a encontrar. Llevaba buscando demasiado tiempo, y la habitación de Nanase parecía un verdadero mercadillo.
-Búscala –la voz neutral del moreno no hacía más que poner al escualo nervioso.
-Joder, Haru… -entonces, los ojos de Matsuoka se abrieron de par en par, al encontrar el mismo estilo de camiseta, pero esta de un color gris oscuro, claramente desteñido- ¡Haru! -bajó las escaleras corriendo hasta la sala de estar, donde se encontraba el ojiazul tumbado, leyendo una revista, una maravillosa revista llamada “Top 10 cascadas más hermosas” que hacía al pequeño hidrosexual fantasear con tal cantidad de agua y que fue una especie de obsequio por parte de Rei.
-¿Qué pasa ahora? –sus azules ojos no se apartaron de aquellas imágenes, pero era consciente del enfado del dientes de sierra.
-¿¡Cómo que qué pasa?! ¡Mira! – arrebata la revista de sus manos, sustituyéndolo por la prenda, manteniéndose de brazos cruzados sobre el menor.
-Oh… es gris… -Nanase arqueó la ceja, algo confundido- Se ha desteñido… -suspira de forma pesada, dejando a la causante de aquel conjunto de gritos a un lado, enderezándose para sentarse frente al irritado tiburón- bueno, ya compraremos otra, cálmate…
-Pero es mi maldita camiseta favorita, no sé cómo puedes decir eso… -chasquea la lengua, dejando clara su posición, y dando por zanjado el tema, girándose luego para volver a subir hasta la habitación, recogiendo la ropa que había tirado, algo que le llevó más tiempo del deseado. Por su parte, Haruka volvió a centrarse en su lectura, notando un sonrojo apoderarse de sus mejillas al llegar a la última página del top 10, nada más y nada menos que Las Cataratas del Niágara, tomando un primer puesto bien merecido.
Matsuoka y Nanase llevaban viviendo juntos escasos cinco días en la casa del segundo. Todo había comenzado con una declaración de amor por parte del pelirrojo, inmediatamente correspondida, aprovechando las vacaciones de verano para experimentar lo que era vivir en pareja. A pesar de ello, su rutina no tenía mayor diferencia a la de un amigo quedándose a dormir en casa del otro, pues hasta el momento no habían dado ningún paso más allá de la declaración. La causa podría ser la vergüenza, o más bien, por parte de Matsuoka, el miedo al rechazo. Tenía muy en cuenta la personalidad del moreno y, a diferencia de Makoto, era incapaz de leerle la mente. Pero el simple hecho de pasar los días a su lado era suficiente, o eso creía.