Para Nanase la vida junto a Matsuoka no modificaba su rutina. Largos baños en compañía de aquel delfín ocupaban gran parte de sus tardes, al igual que de sus mañanas. No le importaba demasiado qué hiciera el pelirrojo en su ausencia, aunque para este las cosas no fueran de la misma forma.
Precisamente, estaba el de la mirada azul relajándose en el baño, cuando Rin irrumpió su tranquilidad, abriendo la puerta sin siquiera tocar antes de entrar.
-¿Pretendes pasarte ahí todo el día? -sus brazos se habían cruzado sobre su pecho, dejando claro el mensaje de indignación que llevaba su mirada carmesí.
-¿Qué tiene de malo? – Nanase había dejado que su cuerpo se escurriera, cubriendo así parte de su rostro bajo el agua. Se negaba a salir de aquel lugar, por mucho que rechistara su “amigo”.
-Se supone que ahora somos pareja… podrías dedicarme algo de tiempo –Matsuoka arrugaba la nariz a medida que pronunciaba aquellas palabras, dejando caer los brazos a los lados. Por su parte, Haruka había permanecido en silencio, sintiéndose ajeno a todo aquello- creo… que ya es hora de hacer cosas de parejas… -al soltar aquellas palabras, de forma algo precipitada para su gusto, un pequeño sonrojo le había hecho girar el rostro, buscando evitar cruzarse con aquella mirada intimidante, temiendo ahogándose en su profundo azul. Además, se suponía que aquellas cosas tenían que salir solas, no tenía por qué decírselas a Nanase para dar un segundo paso, algo que se añadía a sus razones para avergonzarse.
Más, la reacción del delfín no fue más allá de unos hombros encogidos, y la vuelta a la concentración sobre su baño, algo que había sentado como una patada en el estómago a Matsuoka, el cual desapareció tras la puerta, dejando tras sus espaldas un portazo.
-Qué bruto – las manos de Haruka comenzaban a arrugarse, lo que le molestó, pues cuando aquello ocurría era un signo de que había estado en el agua más tiempo del que "debía", y eso apoyaba a las continuas quejas de Rin.
El mencionado se encontraba tumbado boca arriba, en la sala de estar, reposando su cabeza sobre sus manos. Su rostro aún permanecía tenso, pues la indiferencia que le había mostrado el que se suponía que era su pareja, hacía escasos minutos, realmente le desconcertaba.
“¿Por qué dijo que sí?”
“¿Por qué simplemente no me rechazó?”
“¿Por qué estamos saliendo?”
“¿Qué es para él estar saliendo?”
Las preguntas comenzaban a amontonarse en su cabeza, y no hacían más que incrementar su enojo. Lo que él sentía por Nanase era amor, y no amor pasajero. No se puede considerar amor pasajero al que dura desde la infancia, y permanece en el tiempo así como en la distancia. No podía dudar, por lo tanto, de su propio sentimiento, entonces ¿qué era lo que fallaba? ¿Por qué Haruka se mostraba tan distante?
Todas aquellas dudas fueron interrumpidas por la imagen del chico aparecer por la entrada de la sala, con una toalla sobre la cabeza, restregándola con ambas manos sobre su cabello, sin demasiado interés en eliminar las gotas de agua que se escondían entre sus cabellos.
Sin decir palabra, se había sentado junto al pelirrojo, guardando cierta distancia. Este se mantuvo en su posición, dejando que su mueca hablara por sí sola, pues estaba cansado de no hacer más que el ridículo.
-Rin –la suave voz de Nanase acarició sus oídos con suavidad, haciéndole sentir un escalofrío recorrer su cuerpo.
-¿Qué quieres? Tsk… -se enderezó solo para observar el rostro del moreno, aunque sin saber con qué intención, pues al fin y al cabo se encontraba tan relajado como siempre.