Estrellas

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Durante las siguientes dos semanas Craig no pudo conciliar el sueño por completo, los extraños ojos de aquel rubio deshilado lo tenían condenado al insomnio, condenado a mirar las estrellas fluorescentes que colgaban de su techo perdido en sus recuerdos, pensamientos e inseguridades.

Tweek era la segunda persona en toda su vida a quien le había confesado su don, el primero había sido al padre Maxi cuando tenia unos trece años mas o menos, quería que aquel hombre le diera una razón valida por la que él tenia que nacer con eso que no pidió y por lo cual estaba destinado a la soledad, pero el hombre simplemente le dijo que era una bendición de Dios y que así como los que se encaminan al señor hacen un voto de castidad él tenia que hacer ese sacrificio. Pero lejos de tranquilizar a Craig eso le causó mas resentimiento hacia si mismo y al universo, pues los sacerdotes elegían su profesión la cual aunque fuera mal visto podían romper en cualquier momento, pero debía admitir que el caso de los sacerdotes era algo muy extraño, pues muchos de ellos tenían hilos dorados, pero estas personas eran los sacerdotes mas apagados, personas tristes como si al descubrir a su destinado en vez de algo bueno fuera algo malo.

Un sacrificio, si, pero al fin y al cabo seguía siendo una decisión propia de la persona.

Libre albedrío, algo que Craig sentía que no tenia.

De cualquier forma Craig se sentía inseguro, ¿había cometido un error al revelar su secreto al rubio? Pero si fue así, ¿porque le pidió su numero?

Y como si el universo estuviera escuchando sus pensamientos, su teléfono vibró, llamando la atención de Craig quien hasta donde sabia todos sus conocidos estaban durmiendo.

Desconocido: Estoy abajo, ponte algo abrigado.

Craig: ¿Quien eres y porque tienes mi número?

Desconocido: Asómate y sabrás ;)

Craig miró a través de su ventana y se sorprendió al ver a Tweek Tweak con una parka verde militar el cual se encontraba bajo un faro, saludándolo como si fuera lo mas normal del mundo ir a la casa de prácticamente un desconocido a las 3 de la madrugada. El pelinegro se lo pensó un momento antes de bajar pero en realidad su mente ya había dicho "vamos" desde el momento en que supo que era el rubio. Así que tomó su confiable abrigo, una bufanda por si acaso y bajó con todo y pijama.

—¿Que mierda haces aquí?—Fue lo primero que dijo al estar frente al rubio, intentó hablar lo mas bajo posible para que nadie se despertara.

—Solo ven—El chico comenzó a caminar rápido por las calles y Craig se quedó quieto observando como se iba, Tweek se volteó y al notar que el muchacho no se había movido volvió para tomarlo de la mano y jalarlo con él.

Luego de una larga caminata de tal vez 40 minutos donde Craig se empezaba asustar ya que se alejaban cada vez mas de la ciudad por fin el rubio se detuvo para sacar su teléfono y poder tener algo de luz para ambos, Craig notó que se hallaban en una montaña donde no había nada mas que pasto, era como una pradera que no sabia que tenia tan cerca de South Park.

—Para que me trajiste aquí Tweek, en menos de cuatro horas tenemos clase—Lo regañó pero Tweek no quitó su sonrisa.

—Mira hacia arriba—Craig con algo de confusión miró al cielo, quedando maravillado al instante al ver un montón de estrellas a donde mirara, el cielo era oscuro contrastando con el brillo que irradiaba las estrellas y si se quedaba un buen rato observando, podía incluso ver un par de estrellas fugaces.

—E-esto es... bellísimo—Craig amaba el espacio, las estrellas, los planetas y todo ese tipo de cosas nerds pero nunca había visto el cielo de esa manera, tenia un telescópico en casa el cual usaba de vez en cuando para ver ciertos eventos fascinantes, si en una noche de navidad se aburría se iba hasta su patio a contar algunas estrellas que se lograban asomar por las fechas mas frías, pero jamas había visto el cielo tan vivo como lo estaba contemplando.—¿Como es que desde el pueblo no se puede ver?

El hilo faltante|Soulmate CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora