20. «La gran noche»

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—Harry's POV—

Después de diez minutos de viaje llegamos a destino, un lujoso restaurante en el centro de la ciudad. Era enorme y a ella la impresionó. Lo sabía porque, cuando le abrí la puerta del copiloto y la ayudé a salir, abrió la boca sorprendida.

—¿Te gusta?

—¿Que si me gusta? Es precioso, lujoso, no debías... —La chité.

—Sí, debía, una reina como tú se merece este tipo de lujos. —Sonrió tierna y besó dulcemente mi mejilla.

Le di las llaves del auto al ballet. Entrelacé mi mano con la de ella y comenzamos a caminar hacia la entrada. Nos rodearon algunos paparazzis sacando fotos y haciendo preguntas, pero pudimos esquivarlos con ayuda del guardia del lugar. Nos abrieron dos hombres y caminamos hasta un señor detrás de un podio pequeño.

—¿Tienen reservación? —preguntó con un tono raro. Una sonrisita apareció en la cara de Tessa.

—Sí, a nombre de Harry Styles. —Se fijó en su lista y asintió.

—Por aquí, señor Styles. —Tessa rió bajito.

Nos llevaron hasta una mesa en el piso de arriba, que era más reservado. Teníamos una hermosa vista desde ahí, ya que había un gran ventanal al lado de donde íbamos a sentarnos. Corrí la silla de Tessa, se sentó y luego me senté yo. Pude notar que otra vez largó una risita baja.

—¿Qué pasa? —cuestioné divertido.

—Nada..., nada.

—Oh, vamos, dime —insistí.

—Nada importante..., sólo me causó un poco de gracia la voz del señor. —Reí.

—Lo sé, es divertida. —Reímos.

—Gracias por traerme —dijo calmando su risa—. El lugar es hermoso —mencionó mirando a su alrededor.

—Te lo mereces, mi amor.

—¿Qué tal? Buenas noches, y bienvenidos a Sketch —saludó un mozo llegando a nuestra mesa—. ¿Puedo ofrecerles tomar el vino seleccionado del mes mientras eligen qué comer? —preguntó observando a Tessa, demasiado para mi gusto.

—¿Podrías traernos un champagne, mejor? —sugerí luego de carraspear para llamar su atención. Él por fin sacó su vista de Tessa y me miró.

—Si la preciosa dama está de acuerdo, por supuesto.

—Claro —respondió ella mirándome a mí con una sonrisa. No obstante, no pude evitar mirar al tipo algo molesto.

—Enseguida vuelvo —avisó haciendo una pequeña reverencia hacia mi novia, y guiñándole un ojo. Bufé. Dejó dos cartas sobre la mesa para que eligiéramos la comida y se alejó para buscar la bebida.

—¿Qué pasa, amor? Y no digas que nada —preguntó alzando una ceja y dedicándome una mirada rápida antes de ver el menú.

—Ese idiota no dejaba de coquetearte y mirarte con cara de..., de..., de idiota —expliqué frustrado. Elevó su vista hacia mí y luego rió cabizbaja, negando con su cabeza.

—No me di cuenta, estaba pensando en lo feliz que estoy por estar junto al amor de mi vida —contestó extendiendo su mano por encima de la mesa. La tomé con suavidad y suspiré.

—Lo siento. Te amo, Tess —dije sonriéndole.

—Pero no más que yo —respondió acariciando mi mano con su pulgar—. No tienes que dudarlo.

—Es que..., temo que..., bueno, eres muy hermosa..., cualquiera podría... —balbuceé, pero me interrumpió.

—No podría hacer nada, porque estoy contigo y jamás prestaría atención a otro que no seas tú. Mira..., dejaré en claro la situación cuando vuelva, ¿te parece? —Asentí sin decir nada.

La Apuesta | h.s | (2da EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora