CAPÍTULO 6 [Editado]

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Helen

Flashback

—Hola, mamá —dije mientras me sentaba en aquel sofá y ella miraba el periódico.

—Hola, Helen —respondió sin mirarme—. ¿Cómo estuvo la escuela? —preguntó.

—Estuvo bien —sonreí y suspiré—. ¿Podemos hablar? —pregunté.

—Tengo que hacer la cena, Helen. Tal vez después —respondió.

—Está bien —di una leve sonrisa.

"Se fuerte, Helen. No debes tener miedo", recordé aquellas palabras de Dante en mi cabeza.

—Bueno, mamá, de hecho es importante —dije mirándola.

—¿Ahora qué hiciste, Helen? —preguntó bajando el periódico.

—Nada, solo quiero hablar sobre mí —respondí.

—Dilo rápido, Helen. Empiezo a tener hambre —dijo seria.

—Bueno, siempre me sentí extraña con mis amigas. Todos siempre imaginaban una vida perfecta, una vida de lujo, la familia perfecta, el hombre perfecto, y yo siempre me sentía excluida porque no sabía qué me faltaba para ser igual a ellas. Creo que solo me dejaba llevar por ellas, seguía sus ideas y decía que quería lo mismo que ellas, cuando algo dentro de mí sabía bien que no era lo que realmente quería y solo fingía ser alguien más. Ahora no sé si lo que hago es correcto —interrumpió.

—¿Por qué crees que eres diferente? —preguntó.

—Porque lo soy, mamá. Porque yo no soy como tú eras. Yo intenté ser lo que tú eras, intenté ser porrista y fallé, intenté ser simpática pero fallé, e intenté todo lo que pude, mamá. Hice todo lo que tú alguna vez hiciste. Quisiste que fuera como tú y fallé. Intenté ser la señorita perfecta, pero yo no puedo ser como tú —interrumpió.

—Pues inténtalo de nuevo, Helen. No te rindas. Debes ser perfecta y ser como —interrumpí.

—Ser como tú, ser como mi tía, ser como la abuela, ser como todas tus amigas, convertirme en un títere que puedas controlar. Yo no puedo ser como tú, mamá. Yo no puedo hacer lo que tú haces. ¿Sabes qué pasó en la práctica de porrista? Me aceptaron, pero yo no me sentía cómoda con ellas, porque todos me decían que no era como tú, que era una vergüenza. Lo único en lo que soy buena es sacando buenas notas. No quiero ser porrista, yo no quiero ser como tú, mamá —dije llorando.

—Helen, sé que puede ser estresante estar con las porristas, pero puedes practicar más. Tal vez si cancelamos tus clases de violín, podemos usar ese tiempo para entrenar —yo negué.

—No, mamá. Intenté complacerte para que estuvieras bien, porque siempre me estás molestando con que tú siempre fuiste perfecta, pero yo no soy tú, mamá. Somos muy diferentes. Intenté ser porrista y fallé, intenté hacer actividades que tú hacías y fallé, intenté salir con chicos y fallé —murmuré.

—¿Qué? —preguntó.

—¡Fallé, mamá! —grité llorando—. Te juro que lo intenté —miré hacia mis pies—. Te juro que salí con chicos y no sentía nada, no sentía absolutamente nada con ellos. Confundí el cariño con el amor, me hacía tantas preguntas por las noches, me preguntaba por qué no sentía la magia que mis amigas sentían, me preguntaba dónde estaban los nervios que sentían mis amigas. Siempre me decía: "Aguarda, Helen, tal vez no es el indicado", "Espera, Helen, tal vez no los has conocido bien", pero no, mamá. No era porque no había conocido al chico perfecto. Es porque yo nunca estuve buscando un chico perfecto. Yo ya no me veía con un hombre teniendo un final feliz como mis amigas. Yo ya no veía a un hombre en mi vida —limpié mis lágrimas y la miré—. Yo no quiero un hombre en mi vida, mamá, porque a mí no me gustan los hombres. Me gustan las mujeres —sentí aquel golpe en mi mejilla. Miré a mi madre, quien estaba llorando.

BULLYING; LesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora