Capítulo 3

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Después de tres meses viviendo en Valencia con la pareja de ancianos, Teresa se despidió de ellos y se fue otra vez rumbo al sur para seguir con su viaje y para poder subirse al barco e irse para siempre y no volver.

Había pasado ya una semana desde que se fue de Valencia y la pobre ya se había encontrado con algunos indeseables pero los he logrado vencer, lo malo es que se estaba empezando a quedar sin dinero, así que no le quedo de otra que empezar a robar ya que tampoco le quedaban telas para bordar puesto que por los pueblos que pasaba tenia poco éxito a la hora de vender sus bordados y con lo poco que ganaba lo utilizaba para comprar suministros, así que cuando paso cerca de una casa de gente bastante pudiente espero a que anocheciera y se puso los dos pañuelos uno para cubrir su pelo y el otro en la boca y con sigilo se dirigió a dentro de la casa, cogió pequeñas cosas de valor y que sabía que no echarían en falta como algunas monedas y alguna joya y salió como entro con el mismo sigilo.

Pasada una semana, llego a la frontera con Murcia y mientras almorzaba escucho hablar a unos agricultores de que en la casa de una familia de la zona les habían robado pero nada lo habían tomado como un robo que se torció ya que el ladrón no había ido a por las cosas de valor sino por baratijas y algo de dinero, por lo tanto no habían puesto denuncia eso la lleno de orgullo y al mismo tiempo la hacía sentir miserable por haber tenido que robar con los trucos que le enseño Eduardo. En el transcurso del viaje se encontró con un halcón malherido y decidió detenerse a atenderlo cosa que le costó un poco pero lo consiguió gracias a la paciencia que tenia, cuando estuvo totalmente recuperado lo ayudo a volver a su hogar para retomar su viaje, lo que la extraño fue que cuando paro en un arroyo cercano escuchara un aleteo y un gorjeo familiar se giro vio al halcón del día anterior.

Un mes más tarde decidió detenerse en un pueblo, el halcón la estuvo siguiendo desde las alturas, hasta que entro el pueblo que se fue con ella y se poso sobre la silla del caballo y escucho algo que le llamo la atención, un hombre con un montón de niños a su alrededor que estaba contando la historia de un hombre llamado Curro Jiménez, la verdad es que detuve a escuchar igual que muchos niños que correteaban a su alrededor, seguí caminando por el pueblo hasta que llegue a la plaza y me puse a vender los bordados. Lo que me llamo más la atención fue que unos hombres no dejaban en paz a una anciana le hizo un gesto a su halcón y fue a ayudar a la mujer mientras ella terminaba la venta que tenía entre manos y me fue a defenderla.

Teresa: Déjenla tranquila

Hombre 1: No te metas niña

Hombre 2: Vuelve a vender tus bordados

Aquellos hombres tenían razón, le dio una última mirada a la anciana a modo de disculpa, le hizo una señal a su halcón y se fue, pero en lugar de volver con los bordados fue directamente al cuartel de la guardia civil y les dijo lo que estaba pasando salieron hacia el lugar, lograron dispersar a los hombres que resultaron ser unos borrachos y Teresa ayudo a la anciana para llevarla a su casa.

Anciana: Gracias hija, pero no deberías haberte metido

Teresa: No soportaba ver lo que le hacían, eso no sería cristiano.

Anciana: Tienes razón.

Siguieron hablando hasta que llegaron a su casa y esta la invito a pasar la tarde como agradecimiento por haberla ayudado, al llegar la noche cuando escucharon un ruido, entonces Teresa cogió la pistola que tenia escondida en la bota mientras su halcón se levantaba dispuesto a ayudar a su nueva amiga, le dijo a la anciana que guardara silencio y se dirigió para ponerse detrás de la puerta.

XX: Madre está en casa

Anciana: Si cariño estoy en el salón, Curro hijo como has estado

Curro: Bien madre, pero dime usted ¿Cómo se encuentra?

Anciana: Bien cariño...

Curro: No mienta madre, me he enterado de lo ocurrido esta tarde en el pueblo

Anciana: Estoy bien, gracias a ella (Señalo a Teresa) y su amigo (Señalo también al pájaro que se fue hacia su "dueña")

Curro: Y quien eres

Teresa: Soy Teresa, no creí que nunca vería en persona al gran Curro Jiménez, ni mucho menos que estaría en casa de su madre (Acariciando al halcón que estaba en su hombro)

Anciana: Supongo que has debido escuchar su historia

Teresa: Bueno me encontré con un hombre que la estaba contando en la entrada del pueblo con un montón de niños a su alrededor.

Curro: No es de por aquí, cierto

Teresa: No la verdad es que soy de un pueblo al norte de León, a lo mejor es por eso que ha notado que no tengo acento andaluz

Curro: Si lo he notado

Anciana: Bueno hacia donde te diriges Teresa

Teresa: La verdad es que estoy reuniendo dinero para irme a América y no volver

Anciana: Por eso estabas vendiendo bordados en la plaza

Teresa: Si

Anciana: Puedes quedarte unos días, para que descanses y me haces compañía.

Teresa: Pero María, usted ya me ha ayudado bastante al darnos alojo esta noche

María: No es para tanto

Teresa: Y no quiero ser molestia

María: No eres molestia

Curro: Además le haces compañía a mi madre de paso, y ella te puede ayudar aunque no será necesario ya que he visto los bordados y son bastante buenos.

Entre los dos la consiguieron persuadir para que se quedase, estuvieron charlando hasta que se escucho un silbido desde la calle y como si esa fuera la señal Curro se despidió de las dos mujeres y se fue por donde había venido.

María: Por cierto, ¿como se llama?

Teresa: Aun no tiene nombre, cuando lo solté después de haberlo curado no pensé que volvería

María: No te parecería mal si yo se lo pusiera

Teresa: No tranquila, además no había pensado en ponerle nombre

María: Que te parece Atila

Teresa: Es un buen nombre (El animal que escucho su nombre sobrevoló sus cabezas) Parece contento

María: Bueno deberíamos irnos a dormir

Mientras las dos mujeres hablaban Curro fue con sus hombres para volver al campamento rápidamente y de ese modo no meter a la pobre mujer en problemas.

Algarrobo: Curro ¿de quién era el otro caballo?

Curro: De una joven que está de paso

Estudiante: Ya me gustaría conocer a esa joven

Curro: No creo que se quede mucho por el pueblo, pero la próxima vez que vaya a ver a mi madre vente y si esta el caballo negro estará ella

Estudiante: Me parece bien

Una vez llegaron al campamento, los que tenían guardia se fueron a relevar a los otros y el resto se fue a dormir.

BandoleraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora