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Aquí estamos... a solas, disfrutando del silencio.

Tu brassier es lo único que cubre tu pecho... mis dedos sujetan tus jeans de las pretinas para bajártelo, me arrodillo mientras lo llevo hasta tus tobillos y tus piernas desnudas complementan el paisaje.

Sólo tu lencería te cubre, y el resto de tu piel expuesta es una epifanía, una revelación, un descubrimiento...

Tu piel es arte y, a la vez, mi lienzo favorito. No sé si pintar primero con mis besos, o con las caricias de mis dedos.

Pero tu rostro, pletórico de placer, será mi obra favorita...

Me FASCINAS

No sé si haya quien te vea como yo, que me deleito en tu mirada y me derrito entre tus besos...
Qué diferente es el calor que me dan tus manos.

Poseerte es mi ambición culposa y el pecado que, en el fondo, quiero cometer.

Mis manos suben desde tus tobillos por tus piernas explorando, sintiéndote erizarte, mis labios besan con suavidad tu vientre mientras sigo de rodillas, dándote mi afecto en cada uno de ellos...

Tu cuerpo es mi refugio favorito, el lugar más seguro para mí.

El negro de tu lencería realza la belleza de tu piel, y tu mirada refleja las ganas que tienes de que te la quite.

De pie, viéndonos a los ojos, tu mano baja por mi abdomen hasta encontrar lo que buscabas, me tomas con firmeza y sutileza a la vez, y estimulas mi deseo mientras tu mirada maliciosa se hace el mejor afrodisíaco...

Tus labios rozan los míos mientras tanto, y tu otra mano recorre mi espalda.

Mis manos te toman de la cara y mi labios atacan los tuyos en un beso despiadado... uno de esos que penetran el alma.

Cuánta lascivia segregan nuestros poros... es un deseo animal el que me invade, sin perder la adoración que mi corazón siente por ti.

Mis manos tocan cada parte de ti a mi alcance, como comprobando que de verdad estás allí conmigo, que de verdad tu piel me da calor, que de verdad tu cuerpo habla a la perfección el idioma del SEXO con el mío... compruebo la realidad de nuestro encuentro una y otra vez en cada toque... te apartas de nuestro beso, me miras, sonríes mordiéndote el labio... te arrodillas.

Me miras casi con maldad desde abajo tomando tu objetivo con la mano, te lo llevas lentamente a la boca haciéndome ver una parte del paraíso. Cierras tus ojos y, mientras sujeto tu cabello con una mano y con la otra cubro tu cabeza, empiezas a lamer y a jugar usando tus labios y tu lengua como herramientas para enloquecerme... lo introduces y lo sacas de tu boca una y otra vez, rápido y lento mientras succionas y lames, tus ojos cerrados en el proceso, en conjunto con el resto de ti, te convierten, a mis ojos, en el ser más deseado del planeta... porque nadie desea nada como yo te deseo a ti.

Te levantas sintiéndote segura, pues mi rostro refleja con claridad el placer que eres capaz de provocarme. Pocas mujeres pueden sentirse tan queridas y deseadas como lo eres tú por mí. Te tomo del cabello suavemente y te atraigo hacia mí, te beso con calma, con cariño.

Mi otra mano se abre paso bajo tu blumer negro y socializa con tus labios lenta y progresivamente, tu sexo pide a gritos que le estimule y no tardo en complacerte, tu boca responde a cada estímulo de mis dedos besándome con mayor fuerza o mordiéndome los labios mientras tus uñas labran la piel de mi espalda.

Te recuesto, y con tus brazos extendidos por encima de tu cabeza, me sonríes incitándome a seguir.

Es una invitación silenciosa a seguir con nuestro pecado culposo, eres la personificación de mi lujuria y debo descargar todas mis ganas sobre ti.

Mino de besos tu abdomen y mi lengua juega con tu ombligo dándote una gama de sensaciones que te hacen sonreír, cerrar lo ojos o morderte los labios... mis manos juegan con tus senos debajo de tu sostén mientras mi boca baja hasta tu entrepierna para, una vez allí, hacer a un lado el panty, mi lengua y mis dedos trabajan en conjunto masturbándote sin piedad.

Tus gemidos incrementan, tus ojos cerrados se combinan con la contracción de tu ceño mientras muerdes tus labios... tus manos toman mi cabello como si te sostuvieras para que no te arrastre un huracán. Tus piernas tiemblan mientras mi lengua lame y masajea tu clítoris a la vez que mis dos dedos entran y salen de ti... te doy sexo con mi boca mientras sostengo tus caderas o acaricio tus senos.

Tu cuerpo grita en su idioma que le encanta lo que hago, le fascina y a mí me encanta complacerle...

Tu cuerpo es mi paraíso y mi condena al infierno. Me detengo para observarte, tu pecho si hincha y se hunde revelando tu respiración acelerada, tu rostro expresa el desespero del placer y las ganas seguir. Te debates entre la sensatez y las ganas, me dirijo a tu rostro para besarte, tomando tus muñecas por encima de tu cabeza, y poniendo mi pelvis a la altura necesaria para entrar en ti... lentamente te penetro y tu boca libera un gemido de placer en la mía. Empiezo a hacer círculos dentro de ti aún sujetando tus muñecas. Me rodeas con las piernas y te mueves adelante y hacia atrás. Te ayudo, y comienza mi embestida...

No hay mujer más querida, más deseada...

Allí, conmigo penetrándote, eres mi mejor y más grande conquista.

Eres Afrodita, Helena de Troya, Cleopatra, eres la belleza y el deseo  hechos mujer, y eres mía.

Mi conquista es poseerte y mi deseo es complacerte. Tu piel es mi lienzo y mis labios el pincel... eres arte y, por un momento, mientras dura nuestro idilio; yo me siento el artista.

El estado de limerencia que me causas se intensifica mientras te hago el amor, nuestro encuentro es sexo del más salvaje y, a la vez, es una experiencia de romance.

Es un placer efímero y al mismo tiempo un deseo inmarcesible.

Provocas lujuria y ternura a la vez, y no hallo explicación al efecto de tu mirada sobre mí. Nuestro cuerpos se sincronizan en deseo mientras arremeto cada vez más fuerte dentro de ti buscando esa explosión que sólo los amantes conocen...

Tu cuerpo tiembla, el mío se estremece...

Me recibes, hasta la última gota de mí... el estallido de mi ser entre tus piernas hace que tu cuerpo se retuerza olvidando los límites de tu flexibilidad y, liberando tus muñecas (marcadas por mis manos), tus manos me toman de la cara para darme el más apasionado de los besos, sin dejar de rodearme con tu piernas y sintiendo nuestros pechos juntos, respirando para buscar el aire que el sexo nos quitó.

Me miras fijamente, como quien esconde un pensamiento y, mientras tanto, pienso que eres todo y más...

Tu mirada es el regalo más lindo y, al menos por ese instante, es para mí

Fantasías EtéreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora