🌧️ ¡ Q U I N D I C I ! 🌧️

501 72 2
                                    

Un sueño, ¿Lo era?
Sueño...

La vida es un sueño.

Los sueños no tienen significado alguno fuera de los pensamientos de la persona que los evoca.

Nuestras representaciones en sueños son indistinguibles de las representaciones del mundo exterior.

No, no era un sueño.

Tres de la mañana, era el último día en crucero. Las cubiertas estaban llenas de maletas de los demás pasajeros, personas durmiendo toda la noche por primera vez (a excepción de él). Una ligera brisa chocando contra su tersa piel.

Se encontraba en la cubierta más alta, una pequeña manta cubría su espalda y parte de sus muslos. La noche era fría y parecía comprender su estado de ánimo; uno triste y confuso.

Después de tener aquel sueño dónde entraba a su habitación y veía a Alemania besando a Rusia su estómago se revolvió y su sueño fue cortado inmediatamente.

Se levantó alarmado, no quería hacer un desastre por sólo un sueño... Un sueño que notablemente le había puesto mal. Pero eso era, un sueño y nada más.

México se había puesto a reflexionar sobre lo que había dicho Alemania "Ummm...me imagino que sabes lo que implica eso...que...el se acueste con más personas, ¡en todas las giras lo hace, las mujeres mueren por él, así cómo tú! pero bueno eso creo que lo sabes, todas...todos los groupies lo saben. ¿Estas de acuerdo con eso? es como...una relación abierta, ya sabes", "¡Puedo hacerlo cambiar de opinión con tan solo mover un dedo... o no, un músculo!"

—¡Maldita sea!—lanzó la pequeña caja con pastillas que tenía en su mano directo al mar, desapareciendo en tan solo segundos al tener contacto con el agua.

El crucero ahora mismo iba rumbo a tierra firme, el brutal oleaje con un cielo totalmente estrellado eran los únicos que parecían acompañarlo esa noche. Así que por unos minutos se dispuso a contemplar tanto el cielo como el inmenso mar.

Sus profundos ojos marrones presenciaron cómo el mar chocaba salvajemente contra la parte inferior del crucero...

Dio un suspiro cansado y se dio la vuelta para poder regresar a su habitación, estaba seguro de que esta noche no dormiría con Rusia a menos que quisiera tener alguna pesadilla y que se pusiera peor su estado de animo.

Arrastro sus pies dentro del gran e iluminado lugar y miró con detenimiento un establecimiento que no había visto antes; un pequeño puesto dónde vendían cafés las 24 horas. Era irónico, pues sentía necesitarlo para poder pensar con claridad y durar un rato despierto.

Se acercó hasta la maquina de café que tenía una pinta bastante atractiva y deliciosa, seleccionó un café americano y le puso dos cucharadas de azúcar. El liquido dejo de servirse y colocó la tapa sobre el vaso de telgopor. El olor que se desprendía era simplemente delicioso y hacía que babease un poco por el, así que sin más dejo la pequeña propina y dejo el lugar.

Nuevamente los largos pasillos poco iluminados que daban con cada una de las habitaciones. Dos hileras, las que daban con vista al centro del crucero y al interior, y por el lado derecho se encontraban las que tenían vista al mar -dónde se encontraba la suya-.

Reviso puerta por puerta y leyó los números que se encontraban en ellas: 15,16,17...23,24,25...pum cambio radical, 35,36...hasta por fin dar con la suya.

Antes de entrar en ella miro por ultima vez la puerta que tenía frente a él, dónde Rusia debía estar flacidamente dormido sin ningún tipo de preocupación, sonrío y por fin giro la perilla e ingreso.

—Fuaaa...necesito pensar las cosas...—dejo el café sobre una mesita al lado de su cama y se quitó la cobija que traía en su espalda. Fue al baño una última vez antes de acostarse o por lo menos sentarse sobre está.

La puerta de la entrada fue golpeada suavemente, brincó en su lugar e ignoro quien fuera, no era hora para abrirle a extraños o quizá enemigos. Una hoja de papel doblada perfectamente se escurrió por debajo de esta y quedo justo en la entrada de todo quedando al descubierto. Unas pisadas fuertes se escucharon alejarse poco a poco y de nueva cuenta todo quedo silencioso cómo desdé hace un momento.

—¿Umm?—salio del baño con su playera en los brazos, la verdad era que se sentía más cómodo dormir así, era fresco y relajante. Al no ver nada raro y sin percatarse de la pequeña carta de papel en su entrada se sentó en la cama y comenzó a beber del café que había preparado. Ya no estaba tan caliente como para quemarse el hocico, ya estaba en su temperatura perfecta y hacía que todo fuese más fácil.

Lo primero que comenzó a analizar de la situación fue qué pasaría después del crucero...es decir, no se verían y si lo hacían era cada concierto, para algo no tan bueno ahora que lo pensaba. Y es que sí, era un joven con deseo sexual, sin embargo, el tan solo pensar que eso era lo único que los vinculaba y los hacía estar juntos no le parecía, pero..que más daba, aun así podía ser feliz.

Recordó aquella vez que le juro estar solo con él, que no se metería con nadie más y que lo trataría diferente a todas sus anteriores parejas, pero había un pequeño gran problema.

Así es, Alemania.

Era estúpido, hasta un punto repetitivo y bastante frustrante tener que batallar con la insistencia de un chico con mucho talento y aptitudes sobresalientes que fácilmente podría disfrutar de una vida llena de giras, famas, mujeres, hombres, bebidas y todo lo que quisiese. Pero no, ¡estaba aferrado a un chico que no le haría caso!

—Pero él y Polonia...—susurró.

Las dudas lo invadían de sobremanera y tenía los nervios a flor de piel, las gotas de sudor escurrían de forma lenta por los costados de su cabeza y tragó saliva. Giró lentamente su cabeza con dirección a la puerta, las luces fueron encendidas y la carta que había sobre el suelo lo tentó, rápidamente se puso de pie y corrió hasta ella.

—Atentamente Alemania...carajo—



¡Cuídense un chingo, lxs amo!

Los hombres también son Groupies⚡ RusMex #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora