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Luego de que Taehyung y Yeonsoo abandonaran el almacén dejando a todos perplejos, Jimin ve entrar a Yoongi completamente consumido; pero no está seguro de qué.

—¿Estás bien? —Jimin pregunta mirando como su amigo le pasa por al lado directo a una bolsa de boxeo.

—¿Por qué no lo estaría? —Yoongi da un par de golpes a la bolsa con mucha fuerza, Hoseok y Jimin se miran dudosos.

—Yoongi… —comienza Hoseok.

—¡Dije que estoy bien! —suelta irritado mirando a sus dos amigos—. ¿Por qué no lo estaría? ¿Creen que me importa que Yeonsoo y Taehyung tengan algo? ¿Creen que me importa una mierda eso? Pues no. Que se jodan. Y ustedes también —escupe con brusquedad y se va. Dejando al par totalmente atónitos.

—¿Tú qué sabes de esto? —Hoseok se apresura a interrogar a Namjoon que se encuentra pasmado desde que Yeonsoo besó a Taehyung—. Como de repente eres el mejor amigo de Yeonsoo, ¿por qué besó a Taehyung?

—Yo no sé nada. —Namjoon levanta los brazos al aire rindiéndose—. Deberías preguntarle a él cuando venga.

—¿Estás loco? —Jimin pasa sus manos por su cabello, frustrado—. ¿Cómo vas a meterle en la cabeza a Yeonsoo que Taehyung siente algo?

—Nunca dije que…

—Ahórratelo —lo corta Jimin—. Eres el único que cree que ella es más de lo que demuestra.

—Lo es —la defiende Namjoon.

—No me jodas. ¿Ahora tú? —Jimin ríe sarcástico—. ¿Por qué durmió contigo anoche ahora la conoces?

—¿Estás espiándome? —Namjoon parece sorprendido.

—Eres demasiado transparente. —Jimin no puede mirarlo directamente a los ojos, parece más furioso que Yoongi.

—¿Acaso importa si me acosté o no con ella? —La voz de Nam suena más seria que antes—. ¿Debo acostarme con alguien para que comience a ser más persona?

El enojo incrementa en el interior del castaño. Las palabras de Yeonsoo hacen eco en su mente y lo único que quiere hacer es golpear el rostro de Jimin hasta que desaparezca rastro de lo que dijo.

—No es lo que quise decir —dice Jimin, dándose cuenta de su error.

—Hola a todos —dice Jin entrando con una felicidad radiante—. ¿Qué sucede?

—Te hago una rápida síntesis —dice Hoseok, dejando que el veneno llene sus palabras—. Yeonsoo durmió en casa de Namjoon, Taehyung y Yeonsoo se besaron y se fueron. —Toma una onda respiración—. Yoongi está como loco y realmente no sé cómo tomarme eso, porque podría decir que esta celoso, pero eso es muy poco creíble. —habla tan rápido que sus palabras apenas se entienden—. Por lo que queda la segunda opción que es que está realmente furioso, ya que nos repitió incontables veces que nos mantengamos lejos de ella y lo primero que hacen estos neandertales es, uno llevarla a su casa, y otro se ha fugado con ella.

—¿Q… Qué? —responde Jin atónito.

—La invité a mi casa porque no podía dejarla aquí, y sobre lo de Taehyung, no es mi culpa. —Namjoon se quita las vendas de sus manos mirando fijamente a Jimin—. Todos sabemos que quiere algo con ella.

—No, Namjoon —lo corta Jimin—. Taehyung no está enamorado de ella, solo siente deseo.

—Ella tampoco está enamorada de él —la defiende.

—Esperen. —Jin se saca el abrigo y se sienta en el sofá—. Ellos son adultos, si quieren coger que lo hagan; pero no entendí lo de Yoongi.

—Solo está enojado porque mientras más nos quiere separar de lo que rodea a Hyun más nos involucramos —dice Hoseok sentándose a su lado.


El día parece realmente una tortura. Después de que la pelea sobre lo que está bien y lo que está mal quedara en el limbo, Jimin decidió tener un poco de normalidad y partió a su trabajo.

Pasó frente al centro de rehabilitación, una ola de sentimientos lo invadió en ese momento. Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se sentó en una de esas sillas rojas, que están en círculos con personas que apenas saben sus nombres. Sin embargo, aquello lo extrañaba; de alguna forma esas personas que están al borde de perderse a sí mismas por culpa de las sustancias lo necesitan, y de alguna forma, eso ayuda a su autoestima.

No es normal que la gente acuda a él por ayuda. Pero ellos lo hacían, desde que llegaba al lugar sonriendo a la recepcionista, llevándole de vez en cuando alguna rosa para que no se olvide que antes de ser una recepcionista en ese lugar, es una mujer hermosa. Luego pasa por esos pasillos hasta entrar al salón familiar donde esas caras se iluminan ante su llegada. Lo saludan y lo llenan de halagos.

Eso Jimin lo extraña, tanto que tuvo que voltear la mirada hacia otro lado cuando pasaba por aquel lugar, no tiene tiempo que perder, no ahora que todo parece estar de cabeza. De pronto la sonrisa de la pequeña mujer lo invade tan rápido que siente un escalofrío recorrer su cuerpo.

Hace días que no la ve, y no es extraño, a él ya le sacaron los yesos y pudo continuar con su vida como si nunca los hubiese tenido, como si nunca la hubiese conocido. Y aunque le gustaría convencerse de eso, no puede; no puede acallar esa voz en su interior que suplica verla, aunque sea un instante, solo una vez más. Jimin ríe ante su patética súplica, se recuerda nuevamente que en realidad no la conoce, que tiene novio y no está ni cerca de su alcance.

Al llegar al restaurante, pasa a la sala de empleados y cambia su desgastada ropa por el uniforme del restaurante. Una camisa blanca, ajustados pantalones negros y un pequeño delantal del mismo color en su cintura. Peina su cabello hacía atrás dejando ver todo su rostro y se echa un poco de colonia.

La tarde noche pasa de una manera tortuosa, ya tenía demasiado con el drama en la mañana como para que hoy le toquen clientes malhumorados y groseros. Pero así fue, las peores mesas eran de Jimin, claro que las ganas de golpearlos y gritarles se las tenía que reprimir hasta el punto de clavar sus uñas a la palma de sus manos.

Un par de hombres adinerados habían optado por fastidiar a Jimin haciéndolo traer muestras de vino, insultándolo por ignorante cuando él ni siquiera había abierto la boca, para finalmente escupirle comida en el rostro, porque según ellos la comida sabía espantosa. Más tarde una numerosa familia se había sentado en una de sus mesas, desde un principio Jimin supo que esa sería la peor, y así fue.

Unos niños malcriados saltaban y tiraban comida por doquier, mientras que los padres solo se dedicaban a discutir entre ellos y echarse la culpa de la pésima educación de los infantes. Ella argumentaba la falta de cariño paterno y su ausencia por trabajar en exceso, mientras que él la culpaba por dejar que su madre se involucrara tanto en la crianza de sus hijos. Jimin llegó a la conclusión de que, en realidad, ninguno de los dos tenía la culpa, y a la vez la tenían por completo.

Después de horas luchando contra sí mismo por no tirar el delantal en la cara de su gerente y gritarle que renunciaba, se dispuso a irse en cuanto terminó su turno, se encargó de limpiar todo y fue el primero en irse sorprendiendo a todos ya que normalmente es el último. Está tan cansado y frustrado, que solo espera llegar a casa y comer en la enorme paz que puede brindarle su destartalado departamento.

Jimin pasa por su habitual tienda y saluda al cajero que se encuentra viendo un partido de fútbol.

—¿Quiénes juegan? —dice Jimin tomando un par de bolsas de comida chatarra intentando ver la pequeña pantalla colgada.

—Chungju y el Seúl. —El cajero frunce lo labios—. Ni siquiera sé por qué lo veo. —Niega con la cabeza sin quitar la vista del televisor.

Jimin ríe y pasa por un pack de cervezas y kimchi.

—Identificación —pide el cajero aún sin mirarlo.

—¡No jodas! Me conoces —Jimin saca de su bolsillo un par de billetes arrugados.

—Sin excepción. —Se encoge de hombros el cajero, y lo mira.

—Eres un grano en el trasero. —Jimin lo mira fastidiado y le entrega la identificación a regañadientes—. Cambiaré de tienda.

—Ni lo sueñes, sé dónde vives. —Mira la identificación y se la devuelve a Jimin—. Supe que vives con una chica.

—¿Qué? —Jimin parece atónito ante esas palabras.

—Que te digo, los chismes corren rápido por estos lados. —Vuelve a ver la televisión.

—Solo era una enfermera que cuidaba de mí. —Jimin hace un mohín quitándole importancia.

—¿Es linda? ¿Es joven? —dice entusiasmado.

—No… —Niega con la cabeza—. Tiene cerca de sesenta, arrugada y casada, hasta es abuela —miente Jimin.

—¡Aish! —se queja su amigo—. Qué desperdicio.

—Sí. —Ríe Jimin—. Te veo mañana, Seúl va a perder —dice antes de salir.

—¡Que te jodan, Park! —se escucha desde adentro y Jimin ríe.

Saca de la bolsa una golosina para ir jugueteando hasta llegar.

La noche está sorpresivamente fría, ni siquiera se pueden ver las estrellas de lo nublado que está. Tan pronto como Jimin piensa en lo terrible que ha sido el día, la lluvia comienza a caer. Se maldice a sí mismo, pero no corre para escapar de la lluvia, de hecho, disminuye la velocidad con la que camina; si bien normalmente correría porque la lluvia cae de una manera violenta, hoy realmente esto es lo más normal y tranquilo que le está pasando. Respira hondo dejando que el frío aire entre congelando su nariz y pecho.

Hacía tanto tiempo que no se sentía así de vivo, así de tranquilo.

Cierra los ojos y sigue caminando, dejando que el momento lo llene por completo, después de todo, las calles están totalmente vacías.

—¿Qué sucede contigo? —se escucha la voz de un hombre alterado.

Jimin abre los ojos, pero prefiere ignorarlo; lo último que necesita es involucrarse en problemas ajenos.

—Estas lastimándome. —Esa voz que ha intentado recordar por todos lados se hace presente y Jimin se obliga a parar en alerta total.

El ruido de las gotas golpeando el suelo con furia nubla su audición, pero hace todo lo posible por intentar escuchar de donde provienen esas voces.

—¡Te dije que te alejaras de él! ¡¿Por qué me haces esto?! —grita nuevamente el hombre.
Jimin camina con sigilo hacia donde provienen las voces.

—¡No estoy con él! —chilla ella de nuevo.
Se escucha un golpe seco y es entonces cuando Jimin decide correr hasta donde provienen las voces. Ahí, encuentra a Haneul discutiendo con quien debe ser Jungwoo.

—¿Qué haces aquí entonces? —Él se abalanza contra ella, pero Jimin llega a tiempo para apartarlo de un solo golpe. Tira las bolsas a un lado y se coloca frente a Haneul. Jungwoo lo mira de pies a cabeza con una ceja levantada—. ¿Es él? —Ríe incrédulo.

—Si vuelves a tocarla, te mato. —Jimin habla tranquilo pero seguro, una técnica que ha aprendido de Yoongi.

—No me hagas reír, si apenas puedes caminar. —Jungwoo nota el leve cojeo de Jimin y ríe—. Sal de ahí y enfrenta la situación que tú has provocado.

—Jimin —susurra Haneul cerca de Jimin, para que solo él pueda escucharla.

Rodea su tenso brazo con sus manitas temblorosas, Jimin gira y ve el rostro empapado de Haneul, es imposible descifrar si es producto de la monstruosa lluvia, o son lágrimas. Se detiene a observar en detalle su cuerpo, inundado en un temblor inaudito, su mirada refleja mil sentimientos que no puede ser capaz de comprender; pero no se detiene tanto en eso, el odio crece tan rápido que apenas logra mantener su voz firme.

—Voy a protegerte, lo prometo.

Ella niega con la cabeza sin dejar de verlo directamente a los ojos.

—Vete.

—No —responde seguro Jimin.

—¡Que te vayas! ¿Acaso eres sordo? —dice Jungwoo a su espalda, Jimin gira para enfrentarlo.

Ha tenido un día bastante malo para soportar a alguien como él, por lo que está dispuesto a golpearlo hasta descargar toda la furia contenida, y es mucha.

Jungwoo es más rápido y logra golpearlo tirándolo al suelo. Haneul ahoga un grito y acude a Jimin, pero apenas logra tocarlo, Jungwoo tira de su cabello hacia atrás haciéndola chillar del dolor.

—¡Que no lo toques! —le grita.

Jimin se levanta rápido y logra quitarse de encima, golpeando su rostro una y otra vez, cegado por la furia. A lo lejos puede escuchar a Haneul gritar su nombre, y a pesar de que está a su lado, no puede sentirla tan lejano como ahora.

—¡Jimin! ¡Vas a matarlo! —lloriquea ella y lo separa de un golpe.

Jimin para en seco sus golpes y la mira, está por completo horrorizada ante la escena. Jimin se separa de Jungwoo y ella acude a él, por alguna razón lo decepciona. Jungwoo es quien la humilla, la golpea y la insulta, entonces ¿porqué ahora acude a él?¿Porqué no va directo a Jimin para irse los dos y dejar sangrando a Jungwoo?¿Por qué ella toca sus heridas?

—¿Qué has hecho? —Lo mira horrorizada.

—Él… —Jimin no puede formular palabra alguna.

—Dile que se vaya —dice Jungwoo escupiendo sangre una vez que ha logrado incorporarse por completo.

—Vete. —Haneul lo obedece de inmediato.

—No me iré sin ti. —Jimin arruga la frente y niega con la cabeza.

—Vete —insiste.

—No voy a dejarte con ese hijo de puta —escupe y lo señala.

—Maldita sea, Jimin. —Haneul estalla en gritos—. ¡Vete! ¿Qué haces aquí? ¡No es tu problema!

—¡No voy a dejarte! —grita Jimin callándola.

—¡Joder! ¿Acaso no tienes un lugar donde drogarte? ¡Maldito drogadicto! ¡No necesito tu puta ayuda!

Esas palabras quiebran por completo a Jimin, tanto así que tiene que desviar la mirada. Está herido. Esas palabras lo sacan de balance y se tambalea en el lugar, pensando si realmente es buena idea irse y dejarla.

—¿Crees que miento? —Haneul se acerca a él con furia y lo empuja—. ¡Vete! ¡Me das lástima!

—Dije que no —Jimin la toma del brazo con fuerza, pero sin lastimarla.

Jungwoo intenta llegar a ella, pero Jimin lo golpea con violencia y este cae al suelo, toma su cabello y estampa su rodilla contra su rostro provocando que estalle en sangre por doquier. Haneul está petrificada, quiere gritar y ayudar a su novio pero Jimin no la suelta, y duda que lo haga. Una parte de ella comienza a temer del castaño de sonrisa dulce, pero se niega  a la posibilidad de que pueda convertirse en quien ahora lloriquea en el suelo de dolor.

Jimin empuja a Haneul y es entonces que se permite espabilar. No sabe en qué momento, ni por qué lo hizo después de aquellas crudas palabras; pero el castaño la empuja dentro de un taxi, con cuidado.

—Si no quieres protegerte, debo hacerlo yo —escupe con violencia sin verle.

Cierra la puerta trasera el auto avanza dejando atrás al castaño de ojos pequeños. 
Jimin toma de un solo agarre las bolsas que había tirado anteriormente y se acerca con sigilo a Jungwoo que retrocede en el suelo.

—Si te acercas a ella de nuevo, te buscaré y te mataré. No me provoques, llevaré conmigo a Jungkook y no saldrás respirando —dice y se va.

Mientras las palabras de Haneul hacen eco en su cabeza. Y esa voz que le recuerda una y mil veces, que lo sabía. No conoce a Haneul como él pensaba, y jamás estará en su lista como creía. Ella solo era una más en su vida, era ese tipo de chicas qué parecían buenas, que te hacían abrirte y que por primera vez te sientas parte de algo o alguien, para luego usar aquellas heridas en tu contra. Él solo quería ayudarla, y terminó herido de la peor manera posible, hubiese preferido que lo golpeara, que le diera la golpiza de su vida, pero no aquello. No esas palabras que sin importar qué haga, harán eco en su cabeza.

Jimin ahoga un sollozo, es entonces cuando se da cuenta que está llorando. Su pecho duele, siente como si una mano estuviera apretando su corazón. Le falta la respiración hasta el punto de tener que agarrarse para tomar aire. Se maldice a sí mismo por dejar que alguien que no conoce en lo absoluto tenga ese poder de dañarlo.

Respira profundo y camina a pasos agigantados por las calles vacías. Necesita llegar lo antes posible a su casa, necesita sentirse seguro. Necesita mirarse al espejo y repetirse una y otra vez que él no va a recaer, que no puede recaer. No después de todo. No por alguien que no lo vale.

«Vale todo el puto dolor del mundo, incluso mi destrucción total», piensa, con los ojos cerrados y el corazón destrozado.
Una silueta le llama la atención, y deja que todos esos pensamientos tortuosos lo abandonen por un instante. Una mujer camina a paso lento hablando en voz alta y balanceando las caderas de una manera familiarmente seductora.

Jimin está muy seguro de quién es y se acerca a ella.

—¿Yeonsoo?

La mujer para en seco y se gira lento, dejando ver el hermoso y particular rostro de Yeonsoo totalmente empapado. Incluso con un clima así, y ella totalmente desalineada, se las arregla para verse sensual e irresistible.

—¡Cariño! ¡Por Dios! —dice ella acercándose a Jimin y tomando su rostro. A pesar de que su manera de tratarlo sea indiferente para ella, en esos momentos Jimin siente calor en su corazón—. ¿Qué te sucedió?

Jimin toca las manos de Yeonsoo que están sobre su rostro y las retira con cuidado.

—No importa, ¿tú qué haces aquí? ¿Y Taehyung?

—¡Eso! —Yeonsoo niega con la cabeza frunciendo el ceño—. No iba a funcionar, el chico cree amarme y todo ese cuento. —Se encoge de hombros—. Se equivocó de chica.
Jimin ve un destello de decepción en los ojos de ella. No está seguro de por qué ella se sentiría decepcionada, pero prefiere no preguntar.

—¿Dónde te quedarás esta noche? —pregunta cuando un escalofrío recorre su espina dorsal.

—En tu casa, guapo. —Le guiña un ojo y toma su brazo.

Jimin niega con la cabeza olvidando por completo lo sucedido hace apenas unos minutos y camina con Yeonsoo tomada de su brazo hacia su departamento.

Cuando llegan al departamento, la estancia es inundada por la risa escandalosa de ella. De alguna manera ella sabía cómo hacerse un lugar en el corazón de estos chicos. Ahora entendía porqué de pronto Namjoon se sentía tan cómodo con ella, o por qué Taehyung no dejaba de pensarla. De alguna forma, la pequeña mujer ganaba confianza, aunque sea el peor error de sus vidas, aun así, se la daban, sin saber qué vendría después.

Jimin sale de la habitación con ropa interior de él, un pantalón deportivo gris y una playera de manga larga negra con dibujos animados estampados; se los entrega a Yeonsoo para que se cambie la húmeda ropa que ella trae puesta. Yeonsoo se niega argumentando que trae ropa en su bolso, pero cuando se percata de que su bolso es de tela y que todo lo que estaba dentro del bolso está por completo mojado, aceptó la ropa de Jimin.

—¿No necesitas nada más? —pregunta Jimin desde el otro lado de la puerta.

—No, cariño, encontré una foto tuya y entré en calor —dice ella.

Si hubiese sido Haneul quien le contestara así, estaría en el suelo, avergonzado y por completo excitado, pero al ser Yeonsoo, solo ríe. Sus comentarios sexuales nunca faltan, y no molestan. De hecho, eso la hace ser quien es, es como su marca personal.

—De acuerdo, compré comida. Esperaré a que salgas para que… —calla.

La puerta del baño se abre rápido, tanto así que la imagen ante él lo sobresalta por completo.

Yeonsoo lleva puesto solo la playera de manga larga y su bóxer que no se ven por la playera. Está descalza y ha descartado por completo el pantalón. Tiene el cabello agarrado en un moño alto, un par de finos mechones se escapan. Jimin la mira con descaro.

—¿Te gusta lo que ves? —Yeonsoo lo saca de su ensimismamiento.

—Ahora entiendo por qué traes tan loco a Taehyung —dice Jimin asintiendo.

—¡Por favor! No me hables hoy de él. —Ella niega rápido con la cabeza y le pasa por al lado a Jimin—. Tuve suficiente de Tae por hoy —Asiente—. Ve a cambiarte o te enfermarás, y soy pésima cuidando gente. —Yeonsoo lo señala de pies a cabeza.

Jimin asiente y trota hasta su habitación, donde de un movimiento rápido se deshace de la ropa mojada y se coloca ropa interior. Busca en los gabinetes de su cómoda un pantalón cuando la puerta de la habitación se abre de golpe y Yeonsoo entra con un plato con ramen y kimchi, y la boca llena de comida. Jimin intenta cubrirse con sus manos y piernas.

—¡Por favor! —Ríe ella sin mirarlo y se sienta en la cama—. ¡No tienes nada que no haya visto antes! —dice ella rodando los ojos al cielo.

—¿Sabes lo que es la privacidad? —Jimin saca un pantalón deportivo y se lo coloca.

—¿Tengo cara de ser alguien que conoce eso? —dice obvia mirándolo con diversión. Jimin ríe y niega con la cabeza—. Venga, no te pongas playera que así te ves mejor.

—Pero voy a enfermarme —dice Jimin en protesta cuando Yeonsoo lo toma del brazo y lo saca de la habitación.

—Tu departamento parece infierno. No sé qué clase de calefacción usas, pero es un diez de diez. —Ella frunce los labios y vuelve a comer. Le entrega un plato a Jimin con comida y se sienta en el sofá seguida de él. Sin esperar aprobación de su parte, comienza a mirarlo a detalle—. Tienes cicatrices tristes.

—¿Qué? —dice Jimin y ríe con comida en su boca—. ¿Acaso hay cicatrices felices?

—Estás aprendiendo, Jiminie —asiente ella orgullosa ante la sarcástica respuesta de Jimin—. Pero me refiero a que mis cicatrices causan miedo, saben imponerse. Cuentan una historia aterradora. —Ella señala sus cicatrices—. Las tuyas, sin embargo, cuentan una historia triste.

Ella deja el plato a un lado y se acerca a Jimin tomando su brazo de manera brusca para que no se niegue. Pasa sus huesudos dedos por las cicatrices en las muñecas de Jimin y lo mira.

»Estas cicatrices muestran lo débil que eras —dice hiriendo a Jimin, quien intenta quitar su brazo, pero no lo logra; ella lo agarra firme—. Estas —señala pequeños puntos violetas donde solía inyectarse heroína—muestran lo adicto que eras.

—Es suficiente…

—No he terminado —dice seria Yeonsoo—. Estas demuestran que no eres malo —dice señalando una cerca de su pecho.

Incluso él se había olvidado de esa cicatriz. Jimin pasa sus dedos por la cicatriz que no recordaba que tenía. Su corazón se calienta y mira fijamente a Yeonsoo. Tal vez Namjoon tiene razón, y no es quien todos creen.

Un golpe seco corta el momento. Yeonsoo se levanta del lugar gritando que ella va y camina hasta la puerta. Jimin, aún pasmado ante el momento, sacude su cabeza espabilándose y gira para ver quién lo busca a estas horas.

—¿Quién es? —dice Jimin asomándose por la puerta donde Yeonsoo está, del otro lado yace aquella chica que ha sido capaz de destruirlo con solo simples palabras.
















𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙳𝚘𝚖𝚒𝚗ó © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora