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Yeonsoo vuelve hasta donde está Yoongi y los demás. Su corazón late con tanta fuerza que no puede evitar la sensación de que está a punto de salirse de su pecho. Las cosas están peor de lo que ella creía, y aunque le gustaría creer que tiene algún contacto en su móvil para salvar a Yoongi, no es verdad. 

La pelea es inevitable, y la decisión de que Yoongi viva o muera solo está en manos de Jungkook. Y todos sabemos cual eligió.

—¡No puedes pelear! —Yeonsoo lo obliga a girar, la mirada de Yoongi está perdida y su rostro está por completo neutro—. ¡¿Me oyes?! ¡NO VOY A PERDERTE! —Lo sacude para llamar su atención. 

Es entonces cuando Yoongi se atreve a mirarla. Ve directo a sus ojos destrozados y su rostro empapado en lágrimas. Él reprime un puchero y deja caer un par de lágrimas. La toma del brazo y la atrae a él para abrazarla. 

—No puedo perderte —solloza Yeonsoo contra el pecho de Yoongi.

—Debo pelear —murmura y la separa ligeramente para acunar su rostro—. Esto ya no se trata de Jimin, ahora es diferente. 

—Por favor... —suplica ella agarrando con fuerza la tela de su sudadera.

—No deberías pelear, Yoongi —interrumpe Hoseok—. Jungkook va a matarte.

—No tengo opción, Hoseok. —Se gira para encarar a todos.

—Podemos irnos, vamonos de Seúl —propone Jin—. Jungkook perdió la razón, va a matarnos a todos.

—¿Qué pretende?, ¿que vivamos escondiéndonos? —Jimin carraspea—. No fue nuestra culpa la muerte de Chan. —El enojo comienza a crecer en su interior—. Lo único que hicimos fue cuidar  de ese idiota. El verdadero asesino ya está en prisión, ¿qué más quiere?

—Quiere vengarse por mano propia —habla Taehyung—. No le basta que esté en prisión, quiere poder hacer justicia por mano propia.

—De cualquier modo, debemos irnos —insiste Jin.

—Aunque quisiera, no puedo. —Yoongi se aferra aún más al cuerpo tembloroso de Yeonsoo—. Esto es mucho más grande que nosotros y Jungkook. Se trata de una pelea que muchas personas poderosas esperan ver. —Suspira pesado—. Muchos peces gordos esperan ver sangre, y si no asisto a la maldita pelea, vendrán por nosotros.

—¿Y eso qué? Podemos huir.

—No. Ellos no son como Hyun, controlan grandes fábricas, están metidos en la policía y el gobierno. No hay escondite en el mundo que nos salve de ellos.

—¿Qué dices? —Hoseok frunce el ceño y ríe seco—. ¿Quieres que nos quedemos a ver como Jungkook te mata y luego va por cada uno de nosotros?

—No. No les voy a pedir que se queden. —Yoongi  mira el destrozado rostro de Yeonsoo—. Son libres de irse —murmura más para la chica envuelta en nervios bajo sus brazos que para los demás—, pero yo me quedo.

Ella niega con la cabeza sin frenesí. 

—Sí tú te quedas, yo también. No voy a dejarte solo. Empezamos esto juntos, juntos lo terminaremos. 

—No voy a huir —masculla Jimin—. No le tengo miedo a Jungkook, y ya no dejaré que me golpee. No tengo razones para agachar la cabeza.

—¿En esto nos convertimos?, ¿ahora nos mataremos entre nosotros? —chilla Jin.

—Haz lo que creas mejor para ti, Jin —habla Jimin, más tranquilo que nunca—. Pero no me iré. 

—La pelea es mañana a las nueve —interviene Yoongi, decide que es tiempo de volver a casa—. Los que quieran quedarse conmigo lo espero en mi casa hasta las ocho, si no van, está bien. —Se las arregla para sonreír a pesar de sentir el mundo caer sobre sus hombros—. De hecho, prefiero que no vayan. Pero ahora necesito dormir. 

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙳𝚘𝚖𝚒𝚗ó © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora