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—¿Estás bien? —pregunta Jin mientras maneja. Taehyung se remueve incómodo.

—Sí, solo tengo un dolor vibrante en el cuerpo. —Hace una mueca de dolor.

Han dejado la pelea hace menos de quince minutos, no queda muy lejos el departamento de Tae desde donde están. Sin embargo, al castaño le urge llegar, se siente abatido. 

La idea de encaminarse a un hospital lo tienta, pero es consciente de que no puede simplemente aparecer en una sala llena de personas dispuestas a ayudarle, quienes van a bombardearlo con preguntas sobre sus golpes y demás. A menos que despierte a las tres de la mañana con casi cuarenta grados de fiebre, no pondrá un solo pie en la sala de emergencia.

—No olvides que no puedes dormir por al menos una hora. —Jin dobla en la siguiente calle.

Tae se limita a asentir sin decir mucho. Si bien su cuerpo duele horrores, no es la verdadera razón por la que se va de la pelea. En realidad, no puede estar ahí mucho tiempo gracias a la llamada de su madre que tuvo por la mañana.

La desesperación en su voz, se sentía angustiada por la ausencia de su padre. Ella mencionó que hace dos días el hombre no aparecía por la casa que aún comparten, dijo que nunca había desaparecido tanto tiempo. Claro que a Taehyung esa información no le importó en lo absoluto, de hecho le dijo a su madre que sacara ventaja de eso y que hiciera el aseo en casa, además de que no dejó de recomendarle la rehabilitación.

Ahora, sin embargo, algo le preocupa, y es que su madre esté así de desprotegida, porque mientras su padre está en la casa, nadie se atreve a entrar a robar o aprovecharse de su ella.

Jin estaciona frente al departamento de Tae, pero antes de decir cualquier cosa el castaño se baja con rapidez.

—¿Volverás a la pelea?  —Tae cuestiona desde la entrada del edificio.

—No lo creo. —Toma su celular—. Creo que iré a casa. —Frunce los labios y asiente en forma de despedida para irse.

Taehyung espera a que el auto doble en la siguiente calle y entra corriendo, se deshace de la ropa ensangrentada que lleva encima y corre hasta el cuarto de baño. Abre el agua y deja que las frías gotas se lleven todo rastro de suciedad y cansancio de su cuerpo.

No tarda demasiado, antes de salir del baño, se coloca un poco de alcohol en las heridas y venda los nudillos de sus manos; coloca cinta en la herida de su rostro y sale. Se coloca un pantalón negro deportivo, una playera blanca y encima una chamarra de algodón.

Toma su móvil y sale, directo a la casa de sus padres; le hará compañía a su madre hasta que el padre vuelva.

La noche está cálida, la primavera se asoma en su máximo esplendor.

Entra a una tienda de víveres, compra algunas golosinas y comida. Abre una paleta y comienza a juguetear con ella en su boca, no es tan tarde por lo que se toma tiempo en ir hasta la pequeña casa. 

Mira la familiar entrada a su antiguo barrio. Las casas no han cambiado tanto como él cree, de hecho, no han cambiado en lo absoluto. A pesar de ser un poco tarde, hay niños jugando en la calle.

Tae sonríe involuntariamente; se recuerda a sí mismo cuando tenía la edad de ellos, jugando con viejos amigos que ahora ni siquiera sabe de sus paraderos. A pensar que dentro de su casa era un total infierno, afuera, en las calles, se dio el lujo de comportarse como alguien de su edad, jugando a todos tipos de juegos inocentes.

El castaño llega a la acera de su casa; las luces están prendidas y se puede escuchar música. Seguramente su madre está divirtiéndose con algún tipo de sujeto drogadicto o alcohólico. Tae frunce los labios y se obliga a entrar, tirando el palito de la paleta en la basura.

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙳𝚘𝚖𝚒𝚗ó © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora