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Yoongi se mira en el espejo por tercera vez. En realidad no ve tanta diferencia como Haneul mencionó antes. Mira su rostro. Está pálido, a excepción de las rojas marcas alrededor de sus ojos. 

Pasó una semana desde que oficialmente declararon la muerte de Yeonsoo. Hoy es su funeral y nadie está listo para despedirla. Yoongi no está listo para decirle adiós.

Aún espera que ella aparezca  por la puerta, con su cabello hecho un desastre y ese negro que se colocaba en sus ojos que le hacían verse como un mapache, pero a ella le quedaba extrañamente bien. Incluso, con eso sarcásticos comentarios sexistas. 

Yoongi deja que un par de lágrimas caigan por su mejilla, se acomoda su traje negro y sale. Tiene un horrible dolor en la cabeza, sus ojos pesan y su corazón aún duele. 

Se monta a su carro y conduce directo al cementerio donde probablemente ya empezó su velorio. Al llegar puede ver menos de diez personas ahí. Un par de chicas que nunca ha visto en su vida, otras del burdel y los chicos. A excepción de Taehyung y Jungkook; desde lo ocurrido no lo ha vuelto a ver.

Yoongi llega con una rosa roja y se para, Hunter toca su hombro para llamar su atención pero él la ignora, no tiene ganas de recibir pésame de nadie, mucho menos esas miradas de lástima; la herida aún está reciente como  para aguantar ese tipo de cosas.

El sacerdote comienza a hablar sobre lo buena persona que Yeonsoo fue y que en el cielo ella por fin tendrá paz. Yoongi lo único que quiere hacer es cerrarle la boca; él no la conocía, nadie de los presentes la conoció como él. Yoongi fue el único capaz de conocer a la chica detrás de la máscara. De sus luchas, de sus inseguridades. Fue el único que pudo besar sus cicatrices.

Al final da lugar a que los chicos logren despedirse de ella. 

Jimin es el primero en acercarse hasta donde antes estaba el sacerdote y carraspea para tragar el apremiante nudo. Hay un papel en sus manos temblorosas. Jimin pestañea para ahuyentar las lágrimas, y antes de leer en voz alta lo que fuera que escribió, arruga el papel y lo tira sobre el cajón.

—Eres una hija de puta por dejarme —dice llamando la atención de todos los presentes—. Me prometiste aventuras que ahora nunca se harán realidad —masculla—. Me dijiste que habías encontrado en mí a tu hermano perdido, y aún así te atreviste a dejarme. Te odio por hacer eso, no había necesidad. Debías vivir, debíamos ir por tragos juntos —solloza—. Ni siquiera me contaste las historias de tus cicatrices. 

Jimin se quiebra y se muerde el labio inferior para evitar llorar. Niega con la cabeza y se aleja. Hanuel intenta llegar a él, pero este se aleja. No había conexión como la de ellos dos. Y ahora su otra mitad se ha ido para siempre. Dejando un vacío que nadie podrá llenar nunca más.  

Hoseok toma su lugar, a pesar de que sus lágrimas aún caen por sus mejillas, puede ser capaz de hablar.

—No se como podré vivir sin tus comentarios sarcásticos. Prometo especializarme para poder ser igual que tú. —Acaricia el cajón cerrado—. Por favor, donde sea que esté, no dejes de ser tú. Y por supuesto que te perdono, ¿cómo no podría?

Yoongi mira la foto del amor de su vida rodeada de flores frescas. Toda su vida estuvo encarcelada en una vida miserable que no le dejó ser feliz ni una sola vez, ni siquiera cuando estuvo con él pudo ser realmente libre. El departamento le había usado como si fuera nada, para conseguir a un grupo de personas malas. Porque eso era ella para los demás, solo un pedazo de carne que debían utilizar para sus fines. 

Yeonsoo nunca fue dueña de su vida, solo fue un títere. Es ridículo pensar que la única opción para liberarse de las cadenas pesadas con las que arrastró desde que era una pequeña bebé, fue dejar de respirar, dejar de sentir... dejar de vivir. Porque sabía que jamás podría ser libre, se había vendido para la policía, solo para dejarle vivir en paz. No era libre de los prejuicios, ni siquiera ellos podían darle eso. Cada vez que algo salía mal le echaban la culpa, y ella la aceptaba, incluso si no tenía nada que ver. Y aunque a Yoongi le duele con toda su alma el no poder volver a tocarle, oler su perfume, tocar su piel, escuchar su voz; sabe que su acto no fue egoísta. Yeonsoo no eligió morir porque era su mejor opción. Decidió morir, porque era la única manera de escapar de aquellas pesadas cadenas.

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙳𝚘𝚖𝚒𝚗ó © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora