Después de dos suaves toques, la puerta se abrió con duda, cautela y algo de recelo.
–Hola Owen. ¿Puedo pasar? –preguntó Charlotte con voz firme, pero suave, desde el umbral sin internarse aún en la sala.
–Charlotte –saludó el hombre con simpatía–. Por supuesto, pasa, pasa.
La mujer, entonces, entró y después cerró la puerta. Se sentó justo enfrente del médico, en una silla que estaba puesta en uno de los lados del escritorio donde Owen rellenaba algunos papeles.
No era su primera visita al hospital de Caballeros Mágicos, pues la última vez que estuvo allí, recordaba que había sido al acabar todo el embrollo de la posesión de los elfos. No fue su mejor día aquel sin duda. Salir despavorida del lugar al pensar que Yami había descubierto lo que sentía no parecía corresponder mucho con su comportamiento sosegado y sereno al que todos estaban acostumbrados, pero, en efecto, todo se había desarrollado de aquella manera. Habían pasado tantas cosas desde aquel momento que ya casi no se acordaba de todas con claridad.
–¿Qué te trae por aquí? –preguntó el médico con una sonrisa tenue, cortando así su hilo constante de pensamientos.
–Ah, sí, claro –titubeó un poco; realmente llevaba mucho tiempo sin que la examinara un doctor porque no era normal que se enfermara–. Bueno, he venido porque últimamente no me siento muy bien. Estoy más cansada que de costumbre y si me levanto algo rápido, me mareo un poco. No es algo muy grave, pero alguien –detuvo su discurso un segundo, recordando la preocupación que vio en los ojos de Yami, y una sonrisa, inevitable e instantáneamente, se instaló en sus labios– me convenció para que viniera.
Owen la miró a los ojos. Le extrañó verla con el gesto tan relajado y feliz, porque si por algo se caracterizaba la Capitana de las Rosas Azules era por la severidad y el distanciamiento que profesaba a casi todo el mundo. Pero sí que era cierto que en los últimos tiempos todos destacaban que algo se veía distinto en el reflejo de su mirada color océano, como si se hubiese quitado un gran peso de encima o hubiese logrado algo que llevaba persiguiendo durante mucho tiempo.
–Eso está bien. La salud es algo importante y no es bueno dejarla de lado, aunque sea algo leve –explicó y luego se puso a pensar en los síntomas que le había detallado Charlotte–. Dime, ¿has mantenido relaciones sexuales sin protección en los últimos meses?
El sonrojo la cubrió por completo al oír la pregunta de aquella forma tan directa. ¿Cómo iba a ser capaz de contestar a eso? Le daba demasiada vergüenza.
–Yo... bueno... yo...
–Vamos, Charlotte, que ya somos adultos. Además, soy un profesional de la medicina. Contéstame –exigió de forma afable, siempre sonriendo y mirándola directamente.
Charlotte suspiró. Era cierto. Simplemente Owen estaba haciendo su trabajo correctamente y era normal que, con lo que le había contado, le hiciese esa pregunta.
–Sí –afirmó–, pero mi menstruación ha sido regular en todo momento.
–Bien. Tal vez se trate de un cuadro de estrés por el exceso de trabajo o de anemia. Eso explicaría el cansancio y los mareos –explicó mientras se ajustaba las gafas sobre el puente de la nariz.
–Sí, eso había pensado yo.
El hombre se puso de pie e hizo un gesto con su mano derecha para que Charlotte lo acompañara a otra parte de la habitación.
–En cualquier caso, te voy a examinar mejor. Pasa a la camilla y túmbate, por favor.
La mujer se levantó de la silla, la colocó en su sitio y se dirigió hacia donde Owen le acababa de indicar. Se quitó el casco, la capa, las botas y la armadura para estar más cómoda y que la exploración fuese más sencilla, y se tumbó.
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Fluctuaciones
FanfictionDesde siempre, Yami ha sido capaz de percibir el ki de otros, descifrando así su cantidad de poder o qué sienten en cada momento a través de sus fluctuaciones. Sin embargo, con Charlotte le es imposible. A medida que se vaya acercando a ella, descub...