-Bien, ya te puedes ir espantado por todo lo que acabo de comentarte- pronunció secamente limpiando sus lágrimas, pero él negó.
-Ya te lo dije, no me iré de aquí hasta sanar todas tus heridas- respondió y tomó su mano.
-¿Y cómo piensas hacer eso? ¿Y por qué te importa siquiera?- dijo cortamente. Tenía ese hábito, cuando se sentía muy expuesta reaccionaba bruscamente, aunque no fuera su intención.
-No sé cómo lo haré, pero ten por seguro que no me rendiré tan fácilmente. Y me importa porque me he enamorado de ti- contestó y tomó su mano. -Ahora levántate-
-¿A dónde vamos?-
-Hacia tu felicidad-