7 Alerta permanente.

41 6 9
                                    

Albus, en su primer día de clases, tuvo una pelea. Al salir de su primera clase de Transformación, se dirigió, acompañado por Scorpius, aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Allí un chico de cabello castaño, piel bronceada y ojos grises, vestido con el uniforme de Ravenclaw, le decía a un coro de chicos y chicas de segundo año que lo rodeaba:

-Este haré las pruebas para buscador de Ravenclaw, porque mi padre me compró una Saeta de Fuego Verde... Pobres imbeciles que montan en Baredoras. Ja, ja, ja...

Todos los chicos que los rodeaban acompañaron sus carcajadas, aunque algunos se sonrojaron.

Albus, al oír aquello, se acercó al chico de Ravenclaw y lo miró con mala cara. El de la casa de azul miró a Albus y Scorpius, y se río:

-Miren, es el pequeño mortifaro y el traidor Potter- dijo provocando la risa de algunos.

-McLaggen, cállate- le respondió Albus enojado-. No sabes de qué hablas...

-El que debe callarse eres tú, maldita serpiente traidora- escupió Michael McLaggen-. Y lárgate de aquí, apestas.

-El que apesta, y a cloaca, eres tú, McLaggen.

Michael sacó la varita de su túnica y le apuntó a Albus, pero este no se quedó de brazos cruzados, pues rápidamente también sacó la suya y exclamó:

-Wingardium leviosa- dijo apuntando a una oxidada armadura que se encontraba cerca de su oponente.

La armadura flotó por el aire y le cayó estrepitosamente sobre Michael. El sonido provocó que el profesor Robins, que impartía Defensa Contra las Artes Oscuras, saliera del aula y al ver a Michael tirado en el suelo con la armadura desperdigada encima de él, preguntara enojado:

-¿Quién fue?-. Todos callaron mientras el profesor le quitaba a Michael la armadura de encima mediante un movimiento de varita-. Si el culpable no se delata no se da a conocer, el castigo será doble para todos.

-Fui yo- se adelantó apenado Albus.

-¿Potter, tú?- lo miró extrañado Robins-. Entonces, sígueme.
》Y tú, Smith- señaló a un chico de Ravenclaw-, acompaña a McLaggen a la enfermería.

Albus siguió al profesor a través de los pasillos del colegio, hasta el noveno piso. Robins se detuvo frente a una estatua en forma de gárgola, a la cual dijo:

-Regaliz de calabaza.

La gárgola dio una vuelta y mostró una escalera de mármol. Albus subió detrás de su profesor. Robins tocó la puerta del despacho de la directora. Dentro, una voz nerviosa los invitó a pasar.

El despacho tenía las paredes de mármol oscuro y había numerosos libros amontonados por todo el lugar. Un armario antiguo, con las puertas cerradas, se encontraba en un rincón de la habitación. En las paredes colgaban retratos de viejos directores de Hogwarts, los que en ese momento miraban asustados hacia el buró de madera ubicado en el centro del despacho. Sentados en este, se encontraban la profesora McGonagall y una persona sentada de espaldas a la puerta.

Robins se dirigió a la directora:

-Siento interrumpir, pero Potter a agredido a McLaggen severamente.

La persona sentada frente a McGonagall al oír aquello se giró rápidamente.

Harry se levantó al ver a su hijo allí y le preguntó:

-¿Qué fue lo que hiciste, Al?

-Su hijo agredió mediante magia a Michael McLaggen, señor Potter- le contestó el profesor Robins.

-Potter, siéntate en esa silla- le señaló McGonagall a Albus-. Harry, muchas gracias por avisarme. Dile a Kingley que tomará las medidas de seguridad necesarias. Y sin ofender, Harry, ya te puedes marchar tranquilamente. Yo me encargaré de esta situación.

Harry asiento, y luego de despedirse de la directora, dio media vuelta y se marchó. McGonagall se dirigió a Robins:

-Phineas, comprueba el estado de McLaggen en la enfermería y luego regresa a tus clases. Dentro de un minuto te enviaré a Potter- Robins asintió y abandonó el despacho-. Tú, Potter, este sábado deberás venir a las ocho de la noche aquí, a mi despacho, a cumplir con tu castigo. Ahora regresa a clases, pero no quiero oír tu nombre metido en ninguna situación contradictoria, porque me veré obligada a tomar medidas más severas.

Albus salió apresuradamente del despacho, en silencio, y regresó al aula de Defensa.

Para su sorpresa, su padre lo esperaba fuera de esta. Albus llegó junto a él y se apresuró a decirle:

-Papá, siento haber hecho lo que hice, pero McLaggen me ofendió.

-Lo echo, echo está- le respondió Harry-. Estoy enojado contigo, pero no vine hasta tu clase para advertirte sobre otro asunto. Hay unos criminales sueltos, enemigos míos, y es probable que ataquen a mi familia, como ya han hecho otras veces. Debes cuidarte y mantenerte alenta permanentemente. Todas las semanas nos tienes que escribir diciéndonos cómo se encuentran tu hermano y tú.

-Lo haré- contestó serio Albus-. Lo prometo.

Harry asintió y abrazó a su hijo. Luego se marchó.

Por el otro extremo del pasillo, se acercó el profesor Robins y Albus se apresuró a entrar en el aula.

⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡

Mi cuenta en Instagram: @psichong98

Y gracias por leer. 🖖🏻

Albus Potter y la sangre del unicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora