Teasing: Part 2

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Sus manos subían y bajaban por todo mi cuerpo.

Me quitó la sudadera y con ella, el top que traía.

Nos volvimos a besar. Su cuerpo pegado al mío, sus manos acariciándome, me tocaba como si me fuese a desvanecer de repente.

Dejó de besarme y me giró, estaba de espaldas a él, mis pechos rozando la pared. Tomó mi cara y volvió a besarme, sus manos acariciaban mis pechos, los acariciaba suavemente, los apretaba con la justa fuerza y luego jugaba con mis pezones.

Mientras una de sus manos seguía con ese ritmo en mis pechos, la otra bajaba por mi abdomen.

Me besaba el cuello y gemía en él.

Nunca pensé que los gemidos de alguien pudieran ponerme tan mal.

Acarició mi vulva, suave, desaceleró el paso que llevaba y me miró.

Sus dedos comenzaron a jugar con mi clítoris, me miraba directo a los ojos, quería ver mi reacción.

No pude evitar cerrar los ojos, arquear la espalda y recargar mi cabeza en la pared.

Era demasiado placer.

Me sostuvo de la cintura, pegada a él y susurró en mi oído.

—Quiero que te vengas para mí

Y habiendo dicho eso, aceleró el paso de sus acciones. Sus dedos daban vueltas frenéticas, acariciaban mi clítoris de tal manera que me costaba respirar.

Me besaba el cuello, me mordía suavemente y me lamía.

Pude sentir su pene erecto detrás mío. Imaginaba tenerlo dentro, y el solo hecho de pensarlo me calentó más.

De repente, me invadió esa sensación en el abdomen; ese "no sé qué" que te avisa que estás por llegar.

—Te gusta eso, ¿Eh? —Dijo en mi oído, a la vez que gemía

Y eso fue lo que basto para llegar al clímax.

Sus manos tocando mi cuerpo como nunca había sido tocado antes, su voz tan sensual susurrando en mi oído y la forma en que esta se transformaba al gemir.

Comencé a temblar y rodeó mi cintura con su brazo, mientras su mano seguía masturbándome.

Mi cabeza recargada en su hombro, hacia atrás, Eric gemía en mi cuello, lo besaba.

Y así tuve el mejor orgasmo de mi vida.

O eso creía.

Me giró hacia él de nuevo, rodeó mi cuerpo con sus brazos y me besó lentamente.

Bajó sus manos hasta mis nalgas y me levantó, rodeé con mis piernas su cintura y su pene rozó mi sensible vulva.

En medio del beso gemí, y Eric sonrió. Todavía me costaba respirar.

—Pensaba en continuar con esto allá arriba, pero si estás muy cansada, podemos dejarlo para después —dijo, y me mordió el labio inferior

—Para después es tarde, Eric —Y lo besé

No sé de dónde saqué las palabras, pero a él parecieron gustarle. Me bajó y ya parada frente a él, abrí la puerta del baño.

—A que no me alcanzas —Y corrimos hacia mi habitación.

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