El placer de leer 1: Imaginación

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Eran las tres de la tarde y hacía un calor de infierno. Traía puesta una blusa, sin brassier y unas bragas de algodón, pero aún así moría de calor.

Aburrida en la casa recordé que una vez un amigo me mostró un chat en internet, dónde haces "sexting" con otras personas anónimamente.

Así que busqué este chat y entré, me registré como "latinacaliente" y los mensajes no tardaron en llegar.

La mayoría, hombres pasados los 40 años pidiendo fotos mías, mandando fotos suyas sin que nadie se las pidiera, y eso.

Platiqué un rato con varios de ellos, hombres casados, aburridos de sus esposas, buscando distracción sin compromiso.

Ninguno de esos chats me animó lo suficiente a querer tocarme, así que pensé en cerrar sesión y tomar un baño.

Qué calor hacía, Dios mío.

Pero llegó mensaje de un muchacho, aparentemente colombiano, 28 años, buscando un poco de plática.

Conversamos al inicio, de las cosas más normales, de su trabajo y el mío, de como la gente en ese chat era muy extra, y de alguna forma, todo eso me mojó.

Se lo conté y le pareció, o al menos eso escribió, muy atractivo.

Comenzó a decirme las cosas que me haría si estuviéramos juntos.

Besarme apasionadamente mientras sus manos suben y bajan por mi espalda, recostarme en cualquier superficie plana con mis piernas al rededor de su cintura.

Sus mensajes eran tan constantes y acertados, que me lo creí.

Pude sentir como su lengua peleaba con la mía en un beso intenso, como sus manos acariciaban mi cuerpo, cómo su boca recorría desde mis labios hasta mi cuello.

Su mano izquierda acariciando mi seno izquierdo mientras su mano derecha se abría paso a mí zona íntima.

Yo leía emocionada sin poder parar, mi mano acariciaba mi clítoris cubierto por las bragas. Y aún encima de la ropa, pude notar qué tan mojada estaba.

Con mis dedos, hice a un lado la tela y los cubrí con mis jugos.

Santiago, el chico del chat, seguía escribiendo sin importar mis pocas respuestas.

Introduje mi dedo medio en mi vagina, mientras con el pulgar acariciaba mi clítoris. Imaginaba que mis dedos eran sus dedos, yo gemía y pedía más, cómo si él realmente estuviera ahí.

Me levanté de la cama y tomé el vibrador del cajón de mi mesita de noche, lo pasé desde mi clítoris hasta mi ano aún sin prenderlo.

Hice circulos en mi clítoris imaginando cómo sería sentir el miembro de Santiago.

Lo encendí en el nivel más bajo, torturándome a mí misma, hacia circulos, abría mis labios, lo metía y sacaba, y cuando sentía que llegaba al orgasmo yo misma lo apagaba y dejaba de hacerlo.

Estuve bastante rato así hasta que no pude soportarlo.

Encendí el vibrador en el nivel más alto, lo metía y sacaba con bastante intensidad.

Me olvidé de leer a Santiago un momento, realmente necesitaba llegar.

Cerré mis ojos y eche mi cabeza para atrás.

Con una mano, movía ágilmente mi vibrador, dentro y fuera de mi vagina.

Con la otra, frotaba frenéticamente mi clítoris.

Empapada en sudor y hecha un desastre de gemidos, comencé a sentir ese nudo en mi abdomen queriendo ser liberado y me dejé llevar.

No paré, gemí el nombre de Santiago y tuve el orgasmo más delicioso en bastante tiempo.

Seguí jugando con el vibrador en nivel bajo, me lamí los dedos y le escribí a Santiago.

Le dí las gracias por tremendo orgasmo, e intercambiamos números para repetir la ocasión.

Apagué el vibrador y lo lamí dejándolo limpio, saboreando cada gota de los jugos que este desconocido me hizo derramar.

Terminé tan cansada que me quedé dormida, así, con la portátil sobre la cama a un lado de mi y el vibrador en el otro.

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⏰ Última actualización: Apr 27, 2021 ⏰

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