29. Cuando el negro se volvió rojo

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Ren miró inquieto hacia sus padres, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, el ambiente se había vuelto tenso de repente y aunque no entendía por qué, el repentino silencio de sus padres no le gustaba nada.

- ¿Mamá? - Preguntó con timidez.

No hubo respuesta, sus padres miraban fijamente hacia la puerta con expresión preocupada y no daban señales de haber oído su pregunta.

- Mamá, llaman a la puerta...

Una vez más el silencio fue toda la respuesta que obtuvo, Ren se removió inquieto en su silla, las expresiones nerviosas de sus padres empezaban a asustarlo.

La mano de Sakura agarró la suya por debajo de la mesa, la pequeña lo observaba fijamente con ojos confundidos. Intuía lo que la pequeña quería preguntar en voz alta, eran preguntas que Ren también deseaba formular pero tampoco se atrevía. ¿Qué estaba pasando? Ren sonrió levemente a su hermana y apretó su pequeña mano con delicadeza, intentando reconfortarla, aunque en el fondo también buscaba reconfortarse a él mismo.

Hacía tan solo unos instantes los cuatro celebraban alegremente el cumpleaños de su hermana, ¿Quién sería aquella persona tras la puerta que con solo llamar al timbre había provocado tal reacción?

Abrió la boca con la intención de preguntar a sus padres sobre la identidad de aquella persona pero el sonido del timbre lo interrumpió. Al parecer la misteriosa persona tras la puerta se había cansado de esperar y fuera quien fuese no tenía mucha paciencia pues el timbre empezó a sonar una y otra vez. Con cada nuevo sonido las expresiones de sus padres se volvieron más y más nerviosas.

- Cariño, ¿Por qué no te llevas a tu hermana a jugar a tu habitación? - Dijo finalmente su madre sonriendo con suavidad pero algo en aquella sonrisa le decía a Ren que no era verdadera.

- Vale... - Respondió algo dudoso.

Se encaminó junto a su hermana por el pasillo y al entrar en este, su madre, en un apresurado movimiento, entrecerró la puerta del comedor tras ellos. Ren agarró con fuerza a su hermanita y fue hacia su habitación pero la voz asustada de su madre detuvo sus pasos.

- Se suponía que no iban a volver - Susurró deprisa - ¿Por qué están aquí?

- No lo sé, me dijeron que habían ampliado el plazo para devolver el dinero - Contestó su padre con voz temblorosa - Será mejor que abra la puerta...

¿Dinero? ¿Le debían dinero a alguien? Desde el pasillo Ren escuchaba atentamente las agitadas voces de sus padres. Su hermana apretaba con fuerza su mano, claramente asustada. Escuchó los pasos de su padre dirigirse hacia la entrada.

¡Bam!

Un fuerte portazo sobresaltó a Ren, quien no pudo evitar asomarse por la rendija entreabierta de la puerta para echar un vistazo. La puerta principal se había abierto dando un brusco portazo y ahora su padre estaba en el suelo. Frente a él tres hombres vestidos completamente de negro lo observaban amenazadoramente. En sus manos portaban... ¿Pistolas?

Ren se apartó de golpe de la puerta escondiéndose en la oscuridad del pasillo, un escalofrío recorrió su espalda, algo iba mal, muy pero que muy mal. ¿Por qué traían pistolas esos hombres de negro? No estaba seguro de que estaba pasando pero tenía claro que debían esconderse y rápido.

Miró a su alrededor preguntándose cuál de las puertas que se alzaban ante él tendría el escondite adecuado y entonces, al pasar su mirada por la cocina, recordó algo. Arrastró rápidamente a Sakura hacía allí.

¿Cuántas veces había regañado su madre a su padre por no arreglar el hueco bajo el fregadero? Muchas, pero ahora mismo Ren se alegraba de que el perezoso de su padre no lo hubiera hecho.

Ojos que no venDonde viven las historias. Descúbrelo ahora