C A T O R CE

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Encuentra lo que amas y

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Encuentra lo que amas y

deja que te mate.

—Anónimo

*¨*•.¸¸☆*・゚

Me siento algo desubicada cuando abro los ojos. Y miro el techo, dándome cuenta de que no estoy en mi habitación. Miro a un lado, lo primero que veo siendo a Myles en el suelo durmiendo a pata suelta y entonces me llegan los recuerdos de anoche, él y yo hablando despreocupados sobre cosas de nuestra vida, la risas, las miradas... Tiene la boca entreabierta y luce como la persona más tierna e indefensa del mundo. Dormido parece morder menos que despierto. Y es adorable.

Entonces me doy cuenta de lo pronto que es, la luz entra potente por las cortinas color blanco pálido, y miro el reloj de la mesita de noche para ver la hora. Son las seis de la mañana. He dormido unas cinco horas aproximadamente y mi cuerpo se siente pesado por la falta de sueño.

Decido levantarme de la cama y estirar mis extremidades antes que nada. He dormido genial, pero necesito espabilarme cuanto antes, y creo que Myles también.

—Oye —le llamo, volviéndome hacia él. Me parece feo golpearle con el pie para que se despierte, así que me planteo si arrodillarme junto a él o no.

Él se queja entre dientes y se da la vuelta hacia el otro lado. Suelto una sonora carcajada y me arrodillo a su lado, para aprovechar y mover su hombro con insistencia justo después.

—Tess... —murmura con los ojos cerrados. Tiene la voz ronca por el sueño.

Río de nuevo, pero no cedo y le doy otra sacudida.

—Venga, despiértate —insisto en mover su hombro y hago que él se revuelva en su sitio intentando despojarse de mi tacto —. Myles, llegarás tarde.

Eso parece hacerle cambiar de opinión, ya que abre sus ojos al instante. Me mira y parpadea repetidas veces, luego se frota un ojo y se apoya en sus codos para despertarse del todo. Me alejo un poco para darle su espacio.

—¿Qué hora es? —interroga y luego bosteza.

—Son las seis.

Abre los ojos de par en par y se levanta de un salto del suelo.

—Mierda, tengo que ir a vestirme —maldice alarmado y se pasea nervioso por la habitación.

—Yo ya me voy —anuncio levantándome del suelo.

Se gira en mi dirección.

—Está bien, nos vemos luego en el entrenamiento —me sonríe antes de desaparecer tras la puerta del baño.

Hago la cama lo más rápido que puedo, recojo su cama improvisada del suelo y la cama en la que he dormido y me voy antes de que salga del baño. Sigo en pijama, con el pelo desordenado y en chanclas, pero aun así me importa un bledo que me vean por la sección con estas pintas. Además, mi habitación no está tan lejos como para aguantar decenas de miradas sobre mí.

Culpable [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora