T R E CE

111 37 45
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El tiempo y el reloj se burlan

de nosotros.
Cuando estamos lejos, todo se
pone tan lento, y cuando
estamos juntos las horas
pasan como por arte de magia,
se pasan volando...

Anónimo

*¨*•.¸¸☆*・゚ 

Myles no se equivocaba. El retroceso del arma hizo que todo mi cuerpo diese un respingo hacia atrás. De no ser porque él estaba a mis espaldas, seguramente me habría caído de culo. Colocó sus manos en mi cintura y noté como mi hombro estaba presionado contra su pecho. Poco después logré  recuperar la estabilidad para plantarme bien de pie por mí misma.

El sonido de la bala todavía retumbaba en mis oídos cuando levanté la cabeza para ver dónde había llegado la bala. Me decepcioné un poco cuando vi que acerté justo en el borde del tablero.

—¿Cómo estuvo? —le pregunté a Myles mirando hacia atrás. Sus manos no habían abandonado mi cintura, pero tampoco es que yo fuese a decir algo al respecto.

—Bastante bien —se alejó de mí y le di el arma. Él le puso el seguro tan pronto como le quité la mano de encima.

Mi mano agradeció el descanso cuando ya no soporta el peso de la pistola, y procedo a quitarme el casco y pasárselo para dar por finalizada la enseñanza de hoy.

—Está bien por hoy, mañana seguiremos... —masculla y toma mi casco para dejarlo en su lugar. Luego se quita el suyo y hace lo mismo —. Aunque quiero que te quedes con una de estas.

Eso me toma por sorpresa y dejo de hacer lo que estaba haciendo. Que resulta ser la tarea tan dura de quitarme el chaleco antibalas. Tiene un montón de nudos y agarres que impiden que se te mueva o caiga. Es un aparato pesado, pero muy útil. Estoy segura de que ha salvado la vida de alguien más de una vez.

—¿En serio?

—Sí, creo que es lo mejor para ti. No podré estar a tu lado para protegerte siempre. A pesar de que es lo que más quiero —pronuncia sin mirarme, quitándose el chaleco.

Luego vuelvo a intentar quitarme el chaleco. Y lo logro. Se lo doy y, junto al suyo, lo guarda en su lugar inicial.

—Está bien.

Cuando termina de cerrar el armario, camina hacia el estante de las pistolas. Con calma, comienza a mirar cada una de ellas con atención, buscando la adecuada para mí.

—Creo que esta... —balbucea pensativo. Elige una pistola distinta a la que utilizamos para disparar. Esa era muy dura y de un color muy oscuro. La que me da tiene la boquilla más estrecha, es marrón y pesa mucho menos cuando la tengo en mis manos —. Tiene el seguro puesto, te daré también el soporte para llevarla encima. No le quites el seguro, a menos de que te veas en peligro.

Culpable [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora