C U A T RO

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Pensar era inútil, como desesperarse

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Pensar era inútil, como desesperarse

por recordar un sueño del que
solo se alcanzan las últimas
hilachas al abrir los ojos.

Julio Cortázar

☆*・゚•*¨*•.¸¸☆*・゚

Cuando amanecí, fue como si mi espalda hubiese sido aplastada por un tractor, siendo así tanto la incomodidad que sentía que no pude reprimir el malestar al intentar levantarme. Me quedé de piedra al oír como uno de los reclusos me gritó que cerrara el pico.

Apreté los dientes y me senté con las piernas cruzadas, tratando de estirar un poco mi espalda, espantando el dolor que empezando desde mis hombros, me atravesaba toda la espalda y parte del cuello. Me temía que pronto ese dolor alcanzaría la zona de mi cabeza en forma de jaqueca.

Debería empezar a acostumbrarme, me digo, sé que no saldré de aquí en los próximos días, y que esto es solo el principio de mi sufrimiento.

Me puse en pie para a continuación quedarme viendo el suelo fijamente, aturdida por el dolor de espalda y el sueño. Eso me recordó a las veces que me levantaba de mi verdadera cama y me quedaba viendo cualquier cosa, podía ser una chancla, o incluso la nada.

Solté una risotada estúpida que resonó estrangulada en el silencio que había latente en el ambiente. Definitivamente me estaba viviendo loca. Gruñí cuando el hombre de antes me gritó que guarde silencio porque quería dormir y "no le apetecía escuchar a una niñata".

Mi vista pasó del suelo a la celda que tenia enfrente, donde la mujer borde de ayer dormía a pata suelta. Yo no había podido dormir casi por culpa de lo expuesta que me sentía al imaginarme a los guardias viéndome las veinticuatro horas del día. Resultaba incómodo no tener la intimidad a la que estoaba acostumbrada, pero también sabía que tenía que asimilarlo, cuanto antes mejor. Mi cabeza se sentía pesada, como cuando me desperté en esa sala con olor a medicamentos, que supuse que era la enfermería de este lugar. Así que para aliviar el dolor de cabeza, me masajeé las sienes con la punta de los dedos mientras me levantaba para llegar hacia las rejas color gris oscuro.

Mi mente era un desastre, pequeños trozos de lo que había sucedido ayer se pasearon por mi cabeza, tratando de hacerme recordar.

Resultaba que el mismísimo agente Colligan creía en mi inocencia, nada más y nada menos que él. Costaba creerlo, ya que nada más verme me había tachado de asesina. Ahora que lo pensaba, tenía claro que fueron un poco imprudentes al culparme de esa manera, comprendía y tenía presente que las pruebas apuntaban a mí y que era difícil pensar en algo diferente, pero fue algo injusto. Aunque por suerte había podido recordar cosas que servían para la investigación y la situación había podido cambiar un poco.

Culpable [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora